“Walter Santoro, el mecenas que preserva los objetos de Gardel: de la corbata de la suerte al presagio en el documento de Dona Berta”, por PABLO MASCAREÑO

La Nación visitó la fundación que cobija desde el mobiliario de la histórica vivienda del Abasto hasta la correspondencia y fotografías inéditas firmadas por el “Zorzal”.
La Nación – En plena zona de Tribunales, Walter Santoro, director ejecutivo de la Fundación Internacional Sucesores de Carlos Gardel, recibe a La Nación en su oficina. No se trata de un despacho más. A un lado y otro, los objetos, vestuarios e imágenes pertenecientes al emblemático cantor, del que se cumplieron 90 años de su trágica muerte, ocupan cada rincón del lugar. La vista no alcanza para abarcar y dimensionar ese acervo que se despliega en vitrinas, álbumes y repisas.
“Esa es la corbata de la suerte, porque la utilizó para filmar los cortos -los primeros videoclips de la historia-, rubricar su contrato con la Paramount francesa y con los americanos, y también se la puede ver en la película Cuesta abajo. Es la única corbata que tiene la Fundación, pero no es cualquier corbata”, explica Santoro, apasionado por su colección de inconmensurable valor patrimonial.
“Una carta de Gardel hoy vale cien dólares y en el exterior no cotiza”, sostiene, allanando el camino para desterrar fantasías sobre la monetización del acervo, una paradoja que no altera la tasación cultural de esos objetos.
“¿Para qué sirve una Fundación Carlos Gardel?”, se pregunta Walter Santoro buscando despejar dudas. El empresario, quien más allá de su devoción por el “Zorzal” es un apasionado del coleccionismo de obras de arte, cuenta que “la Fundación fue creada a pedido de los herederos deCarlos Gardel, quienes nos transfirieron todos los derechos con la condición de que dejemos al cantor en la historia”.
En la oficina, un óleo de Hermenegildo “Menchi” Sabat -el más grande pintado por el artista- engalana una de las paredes de la oficina sin lujos, pero pletórica de arte. Santoro hace más de dos décadas que viene trabajando en la preservación de legados pictóricos y en la colección de objetos de profunda significación cultural. “Tengo una pinacoteca con más de trescientas obras, entre ellas, algunas de Antonio Berni y de Benito Quinquela Martin, muy admirados por mí”.
Walter Santoro es un hombre joven, de menos de sesenta años, criado en Villa Devoto y formado en el mundo de la ingeniería en sistemas en la Universidad de Buenos Aires. “Soy de las personas que piensan que uno debe hacer algo por la comunidad en donde vive, cada uno desde su lugar y con sus capacidades. Primero trabajé en instituciones, pero me di cuenta que no invertían la plata como pensaba que debían hacerlo, así que, en 2003, cree Industrias Culturales Argentinas. Soy un convencido de que la industria cultural es fundamental para el desarrollo de un país y para resguardar su identidad. En ese sentido, Gardel fue el primer embajador de nuestra cultura a nivel mundial”…
Carlos Gardel y un vestuario que le permitió trabajar en Europa. Crédito: Santiago Filipuzzi
periodista de cultura, teatro y espectáculos y profesor de la Diplomatura en Cultura Argentina
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