“PIAZZOLLA 100 AÑOS”, POR DANIEL VARACALLI COSTAS


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“PIAZZOLLA 100 AÑOS”, POR DANIEL VARACALLI COSTAS Compartí

 

Por Daniel Varacalli Costas *

 

Artículo en homenaje a Astor Piazzolla en el centenario de su nacimiento,

en marzo de 2021 

 

 

 

PIAZZOLLA 100 AÑOS

UNA SEMBLANZA DE SU ESTÉTICA

Y UN RECORRIDO POR SUS OBRAS MÁS FAMOSAS

 

“Descubrí la música a los once años (…) en Nueva York. Una tarde de verano que andaba por ahí sin hacer nada escuché a un pianista que tocaba Bach. A esa edad no sabía quién era Bach, pero quedé como hipnotizado. Es uno de los grandes misterios de mi vida. Jamás volví a escuchar esa música (…). Ese pianista estudiaba nueve horas por día. Se llama Bela Wilda y poco tiempo después fue mi maestro.” 

Este recuerdo de Astor Piazzolla, citado por Natalio Gorín (A manera de memorias, Ed. Atlántida, Buenos Aires, 1990) es uno de los puntos de partida ideales para entender la trayectoria del músico nacido en Mar del Plata hace exactos cien años y fallecido en 1992. 

No hay manera de conceptualizar la creación piazzolliana si sólo se la asocia al tango, o se la circunscribe  a una reacción contra el dos por cuatro tradicional, o a una sublimación “clásica” de la música urbana porteña.

Ninguno de esos elementos resulta autosuficiente para trazar un retrato certero de aquél cuya credencial artística pasó durante mucho tiempo actualmente por la idea de “fusión”. La fusión no era precisamente el “crossover”, ese término acuñado por el marketing discográfico para etiquetar a los músicos clásicos que interpretan arreglos de canciones populares, o a los músicos populares que se animan con el repertorio clásico. Casi como una moda, pasaron Barenboim, Mederos y Console; Pablo Ziegler y Emmanuel Ax (excelentes), Yo-Yo Ma y sus amigos o los chelistas de la Filarmónica de Berlín, abordando cada uno a su manera los arreglos de Piazzolla que mejor convenían a sus timbres sonoros. Como también en esta línea, pero del otro lado, quedarán Chick Corea haciendo Mozart o Keith Jarrett desbrozando las Variaciones Goldberg de Bach, pero seguramente no Plácido Domingo cantando Nostalgias. De una manera u otra, todos ellos dan cuenta de una tendencia interpretativa que siempre necesitará alimentarse de la obra, y en este caso, ha sido la obra de Astor la que ha demostrado tener la suficiente flexibilidad (sin descartar, por supuesto, los abusos de arregladores audaces) para adaptarse a estas distintas propuestas como guante a la mano.

La fórmula la encontramos en la vida misma de Piazzolla, el “crisol” en el que se amalgamaron los elementos que hicieron de su obra una de las más originales del siglo XX.  Con la formación clásica prodigada en París por Nadia Boulanger, la libertad del jazz que mamó durante su infancia neoyorquina –que no excluyó, según su propio testimonio, a Bach, pero tampoco a Bártok-, y el tango que en su esplendor ya algo broncíneo encontró a su regreso a Buenos Aires, Piazzolla renovó un género que comenzaba a agotarse en sí mismo. Aspiró a las grandes formas –que evidentemente excedían su técnica- pero tomó los elementos de la tradición escrita de la música y los fusionó con la capacidad de improvisación del jazz y el lirismo del tango. A lo largo de varias décadas de trabajo sostenido logró delinear esos rasgos rítmicos y tímbricos que hoy hacen que Piazzolla sea reconocido desde el primer compás. Un músico cuyos reconocibles ostinati alimentaron su obsesión por encontrar un nuevo punto de partida. Un hombre que abrió caminos que esperan seguir siendo recorridos por la música argentina […].

 

 

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SOBRE DANIEL VARACALLI COSTAS

  • Es profesor en nuestro Instituto. Ejerce ininterrumpidamente el periodismo desde 1990, especializándose en temas culturales y en la crítica de música clásica en particular. Es musicógrafo de instituciones musicales como el Teatro Colón, la Orquesta Sinfónica Nacional, el Mozarteum Argentino y el Teatro Argentino de La Plata. Ver más.

 

 

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