PEDRO LUIS BARCIA: “LA EDUCACIÓN ES UNA TAREA DE PERSONA REAL FRENTE A OTRA TRABAJANDO PARA QUE ESTA SEA UN HOMBRE COMPLETO, LLEVÁNDOLO DE SUS LÍMITES A SUS HORIZONTES”
Entrevista exclusiva a Pedro Luis Barcia,
exprofesor y exdirector de nuestra Diplomatura en Cultura Argentina
Su producción literaria y ensayística es verdaderamente llamativa, si se examina por una parte su volumen cuantitativo, pero también debido a su densidad cualitativa. ¿Hay todavía algún nuevo terreno en el que le gustaría incursionar?
Sí, he publicado mucho, según se aprecia en mi librito de 2019: Mis trabajos y mis días (que figura en nuestra Biblioteca Digital de la Diplomatura). Se lo debo a que fui siempre muy ordenado, desde pichón. Intuí, sin saber latín la frase de santo Tomás: Sapientisest ordinare (“Es propio del sabio ordenar”). Y, además, muy disciplinado; a ello contribuyeron los dos años de colimba en Infantería de Marina. Dios me ha dado una memoria tan fiel como mi esposa y una mediana inteligencia que hace de mansa asnilla ancilar en el trabajo.
Tuve el acierto de recoger, durante décadas de investigación hemerográfica, material desconocido y valioso, perdido en las revistas y diarios, desde el siglo XIX, que han dado base a mis estudios (por ejemplo, 1200 páginas de Lugones, 700 de Darío, 600 de Banchs, etc.). Esa materia ocupó unas 40 cajas en mi altillo. Ahora, que estamos encerrados, he ido bajando algunas y ellas generaron media docena de mis libros en la pandemia: La narrativa policial argentina; El Cancionero tabernario, de Juan A. Carrizo; Rescate de náufragos I (Mallea, Banchs y Arlt) –listo ya el tomo II (Nalé Roxlo, Mastronardi, Cancela, Mansilla, Cielitos)–; El inédito número de Martín Fierro dedicado a Güiraldes; Historia y literatura. San Martin en el teatro argentino; y Los géneros comunicativos universitarios. Me debo La identidad de los argentinos, una obra en proceso que ya ocupa dos tomos abultados, y si Dios me da changüí… Cuando una señora me dijo, al cumplir los 82 junios: “Dele Dios otros 80”, le contesté como Pio Nono a una vieja: “Señora, ¿por qué ponerle límites a la Providencia?”.
La comunicación es uno de los grandes temas de nuestro tiempo, y las cuarentenas han puesto en primer plano la cultura digital de un modo omnipresente. Pero lo que parecía una panacea, ha mostrado, sin embargo, sus limitaciones. Los padres y los educadores lo han advertido, y no solamente ellos, sino también sus hijos. La conclusión parece ser que no se enseña ni se aprende igual. De otra parte, conexión no es comunicación. Ahora casi todos -aún los nativos digitales- claman por un regreso a la presencialidad. Antes de la pandemia, usted fue uno de los primeros en señalar algunos de esos límites, por ejemplo la generación de conductas adictivas. ¿Cuál es su experiencia en estos dos últimos años?
La experiencia obligada de la educación digital que vivimos dejó claras enseñanzas. 1) Ella solo es un elemento complementario de la forma presencial. No puede sustituirla. 2) Confirmó la imprescindible necesidad de los maestros al mostrar la impotencia de muchos padres en la asistencia docente, a la par que reveló los recursos creativos de los maestros. 3) Marcó a fuego las diferencias económicas y sociales entre quiénes dispusieron y quiénes no de recursos electrónicos. 4) Comprobó que la educación es una tarea de persona real frente a otra trabajando para lograr que esta sea un hombre completo, llevándolo de sus límites a sus horizontes. 5) La ausencia de sociabilidad propia del aula y el recreo empobreció a nuestros hijos. 6) Todos los objetivos actitudinales quedaron en suspenso, y ellos son los que aseguran la convivencia social en una democracia: perdón, gracias, por favor, escucho, ordeno lo mío, respeto lo ajeno, dialogo, cumplo las consignas, y un largo etcétera. Son la base de la futura paz social. El tiempo va a ir desnudando otros nefastos efectos, producto de un Ministro inepto y de un Gobierno desnortado.
Pedro Luis Barcia
Fuente imagen: Asociación de Academias de la Lengua Española
De un tiempo a esta parte, las nuevas generaciones evidencian notorias dificultades en este terreno de la expresión, de modo que cuesta entender no sólo el contenido de lo que se dice, sino que la misma dicción es defectuosa, y no hay duda de que ese factor empobrece la calidad educativa. Usted tiene una extensa trayectoria en la universidad. ¿Por qué se le ocurrió escribir este nuevo libro, en coautoría? ¿Es una decantación de toda esa rica experiencia?
Como presidente de las Academias de Letras y de Educación llevé una pelea sostenida frente al deterioro en el uso de nuestra lengua oral y escrita. El empobrecimiento de la oralidad, sobre todo, afecta a la democracia: en los excesos y la violencia verbal. Editamos el primer Diccionario del habla de los argentinos, que fue el tercero después del de la RAE y el de Colombia; un Refranero de uso argentino; un Diccionario fraseológico argentino (“No quiere más lola, Andá a cantarle a Gardel…), y 50 obras más de igual naturaleza. Ningún gobierno, nacional o provincial, compró un sólo ejemplar para las bibliotecas públicas. Eso revela la desatención de los políticos por nuestra lengua. Cuando hablan, prueban que no han frecuentado nuestras publicaciones académicas.
Tuve la suerte de poder trabajar en la Universidad de La Plata en literatura -medieval y argentina- por años, y en la Facultad de Comunicación de la Universidad Austral. De esta manera potencié el buen manejo de la lengua en las formas comunicativas. Ejercitamos en ambas universidades prácticas orales y escritas en nuestros alumnos, que todavía nos siguen agradeciendo con correos provenientes de los espacios más variados. Desde la UNLP, por ejemplo, fuimos los primeros en lograr espacio para que alumnos presenten ponencias en congresos de literatura (solo los egresados podían participar), elaboradas como trabajos prácticos en nuestras aulas.
Pensé que había llegado la hora de volcar en un manual lo que fuimos decantando durante décadas y que manejábamos, no de oídas ni de referencia, sino por larga práctica sostenida. Hay muchos ágrafos que ponen taller de escritura.
Los géneros comunicativos universitarios, el último libro de Barcia.
La comunicación en la enseñanza universitaria, los géneros comunicativos universitarios, ¿tienen una especificidad propia?
Sí, la tienen. Lo primero es hacer una correcta caracterización de estos modos operativos, digamos, y descartar todas las deformaciones que han padecido. Por ejemplo, hoy se llama “seminario” a cualquier práctica. Nosotros definimos la índole de este género, a partir de la modalidad alemana original y rigurosa. Damos sus pasos graduales, sus elementos compositivos, la organización de las reuniones, etc. Todos hemos comenzado nuestras publicaciones por reseñas, de allí el espacio que le hacemos a la especie. De igual manera, al artículo científico, al informe y demás géneros.
Las cátedras, por ejemplo, exigen, de entrada, la elaboración de una “monografía”. Y el alumno se encuentra frente a una exigencia de una forma comunicativa que nadie la ha caracterizado ni sabe en qué consiste, ni se le dan modelos imitables, ni se le enseña cómo laborarla. Todos hemos padecido esto como alumnos.
Nos hemos propuesto definir cada uno de los géneros, sus rasgos, su sentido, etc. a diferencia de otros que solo los rotulan sin caracterizarlos
Hay manuales que han tratado el mismo tema. ¿Cuál sería la contribución de este libro al mundo académico? ¿En qué consiste su aporte, qué es lo nuevo que ha querido decir con él?
La casi totalidad, por no decir todas, las obras destinadas al tema se ocupan solo de los géneros escritos, ignorando por completo los orales. Es incompresible que los libros en oferta no se detengan a caracterizar la clase que, desde el vamos, es el género comunicativo natural de la universidad. Ni tampoco se registran la conferencia, la exposición breve sobre un tema, la mesa redonda, la disertación y debate propios del ateneo, etc., cómo trabajarlas y plasmarlas.
Una segunda novedad reside en el señalamiento de la necesidad de incorporar a cada cátedra el abandonado ejercicio de lectura y comprensión de textos específicos, pues el análisis de su organización y recursos puestos en ejercicio, nos enseñan los procedimientos de la escritura y de la organización interna de un escrito.
Nos ocupamos puntualmente de cómo superar la inercia de la procrastinación, que es el postergar infinitamente el comienzo de la elaboración del texto, con que tropiezan los estudiantes. Damos especial espacio a la tarea de la organización del material y la corrección de los manuscritos, proponiendo pautas, y pasos encadenados para concretarlo, al tiempo que ofrecemos herramientas lingüísticas de ayuda.
Otro aporte de la obra es que en ella proponemos ejercitaciones para la oralidad y la escritura que puede desarrollar el joven universitario por sí mismo, en caso de que no sea asistido por ayudantes o docentes que lo orienten.
Ha sido una linda experiencia trabajar con mi hija Maricruz, quien ha tenido a su cargo, entre otros temas, las etapas de elaboración del manuscrito y su corrección. Al tiempo que tendía su cable a tierra frente a mis sólitas digresiones, y se ocupaba de encarnar en un ejemplo concreto un principio teórico.
Agradezco la atención que Roberto Bosca brinda a nuestras tareas. Él sabe que al caballo vejancón siempre lo anima a seguir trotando un cuadradito de azúcar.
SOBRE PEDRO LUIS BARCIA
- Fue profesor en nuestro Instituto. Fue el director de la Diplomatura en Cultura Argentina desde su creación en 2010 hasta el 2020. Es profesor y doctor en Letras por la Universidad Nacional de La Plata. Es doctor honoris causa por la Universidad Ricardo Palma (Perú), y por la Universidad Nacional de Tucumán, Universidad Católica de Salta, Universidad de Morón y Universidad de Concepción del Uruguay. Es lingüista, lexicógrafo e investigador principal del CONICET. Fue presidente de la Academia Argentina de Letras entre 2001 y 2013 y de la Academia Nacional de Educación entre 2012 y 2016. Obtuvo distinciones como el Premio “Domingo F. Sarmiento” del Senado de la Nación, la Ciudadanía Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires, el Palmas Sanmartinianas y el Premio Cincuentenario de la AAL. Es autor de más de cincuenta libros. Leer más.