“Martín Fierro y el desacuerdo argentino”, por EZEQUIEL ADAMOVSKY


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Compartimos el artículo -publicado en Infobae el 6 de diciembre de 2022, Día Nacional del Gaucho, y en el año del 150 aniversario de la publicación de la primera parte de la obra maestra de la literatura gauchesca y nacional en general-, sobre si fue acertado elegir al Martín Fierro como el gran libro nacional y sobre cómo el arquetipo creado por José Hernández ha representado más el desencuentro que la concordia.

Infobae – Como obra elegida para representar la nación, hay que decir que el Martín Fierro desentona. Porque la historia que propuso Hernández -al menos la primera parte- impugna la legitimidad de la ley y del Estado, presentadas como esencialmente injustas. No es una obra que presente la visión feliz de una comunidad que progresa: tematiza más bien las amenazas que representan el progreso y el Estado para la comunidad. Como tal, es más rica en potencialidades disidentes que en invitaciones a la concordia.

Jorge Luis Borges no se cansó de advertirlo. En 1974, turbado por el regreso del peronismo al poder y por la vena revisionista que acompañó la época, el escritor percibió con claridad que había una conexión secreta entre ese presente y la literatura de gauchos rebeldes que fue furor a fines del siglo XIX y de la que el Martín Fierro formó parte.

Desde hacía unos años Borges venía insistiendo con la idea de que había sido una calamidad para la Argentina que el Martín Fierro hubiese resultado elegido como el gran libro nacional, en lugar del Facundo de Sarmiento, en su opinión mucho más propicio para un país que quisiera ser civilizado. Como si Leopoldo Lugones, al proponer en 1913 a un gaucho matrero como arquetipo de la nación, hubiese hecho lugar inadvertidamente a la barbarie que Sarmiento había conjurado, desencadenando consecuencias políticas constatables décadas más tarde. En su juventud, el poema de Hernández y el imaginario gauchesco le habían resultado más que atractivos. Pero la irrupción del peronismo había modificado su visión: para Borges estaba claro que el culto al gaucho conectaba con una narrativa revisionista y con una cosmovisión antiliberal.

Por supuesto, Borges opinaba desde su propia posición política (y el Facundo, dicho sea de paso, tampoco es una buena invitación a la concordia nacional). Pero en algo podemos estar de acuerdo con él: el del gaucho es un emblema imposible. O, mejor dicho, no funciona como emblema de unidad, sino más bien de desunión. Síntoma de ello es su enorme ambivalencia política. Los primeros en utilizar políticamente al Martín Fierro fueron los anarquistas, que vieron en él una figura antiestatal y de lucha de clases. Precisamente lo opuesto a lo que quiso ver Leopoldo Lugones, que esperaba convertir al poema de Hernández en piedra angular de un culto nacionalista y autoritario…

 

 

EZEQUIEL ADAMOVSKY,

historiador y profesor de la Diplomatura en Cultura Argentina

 

 

 

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[…] Según el historiador Ezequiel Adamovsky, premiado por su ensayo El gaucho indómito: de Martín Fierro a Perón (Siglo XXI), el primero en utilizar al personaje de Hernández con fines políticos fue el intelectual conservador Leopoldo Lugones, quien encumbró al Martín Fierro como “el gran poema nacional”, una suerte de “Ilíada argentina”.

“Lugones trató de construir (en 1913) un discurso nacional montado sobre ese gaucho que fustigaba a los inmigrantes extranjeros, que para él representaban una amenaza, porque estaban muy involucrados con el movimiento obrero”, asegura Adamovsky a EFE…

 

 

 

 

CONFERENCIAS RECIENTES DE EZEQUIEL ADAMOVSKY

 

  • Instituto de Literatura Hispanoamericana – Simposio: El gaucho indómito

 

 


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