“La idea de bien común se ha reemplazado por la administración de las cosas”


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“La idea de bien común se ha reemplazado por la administración de las cosas” Compartí

En esta edición, entrevistamos al embajador Juan Archibaldo Lanús.

 

Considerado entre los referentes intelectuales más importantes de la Argentina en la actualidad, el embajador Juan Archibaldo Lanús es uno de los profesores más apreciados por los centenares de alumnos del Instituto de Cultura, tanto cuando participa en el módulo de identidad como en el de historia argentina. Doctorado en la Sorbonne, la Universidad de París, es autor de una multitud de ensayos sobre relaciones internacionales en publicaciones nacionales y extranjeras, conformantes de una extensa bibliografía que es fuente de consulta permanente por los estudiosos de nuestra política y de nuestra historia. Como diplomático ha participado en numerosas delegaciones ante  organismos internacionales, también fue vicecanciller y embajador en Francia. Esta vez hemos querido consultarle no tanto sobre los contenidos su obra científica y diplomática, sino  que hemos apuntado a su experiencia de vida, tratando brevemente algunas cuestiones que quizás no suelen aparecer en sus libros,  pero que permiten descubrir los entresijos de una rica personalidad.

 

Su producción bibliográfica es extensa y algunas de sus obras son hoy consideradas como verdaderos clásicos en la materia. ¿Cuál y por qué considera que es su libro mas importante?

Sé cuales son los menos importantes.  Pero hay varios que considero que han tenido  impacto  o que para mí son importantes.   Los que están mas cerca de mis afectos son La Causa Argentina, un libro que escribí en Paris a fines  de la década del ochenta  y que busca indagar el sueño de los  argentinos,  y Saber Ser, que es el último que publiqué  y tiene un carácter de reflexión filosófica sobre el ser humano en el momento actual .

En lo que hace a las relaciones internacionales, tengo tres libros que considero  que tiene un lugar privilegiado en la bibliografía de este género: De Chapultepec al Beagle,Un mundo sin Orillas, y Aquel Apogeo .

 

Paul Ambroise Valéry

 

Ud. otorga una gran atención a los archivos, algo que por ejemplo en EEUU se considera muy importante, pero que  es muy poco valorado entre nosotros. ¿Por qué le parece que es relevante este punto?

Si uno quiere escribir  sobre la historia, una historia,  es necesario contar con documentación, testimonios o recuerdos personales.  En la Argentina hay mucha y bien ordenada documentación sobre muchos temas, pero en materia de política exterior, lo que hay,  hablando en términos generales, es poco y mal clasificado. La documentación, cartas, discursos,  testimonios documentados;  en fin,  la reconstrucción de los hechos a través de soportes más modernos  (p. ej. las grabaciones )  es algo absolutamente necesario para evitar la subjetividad – a veces la mala fe- o  lo que es frecuente,  relatos que buscan exaltar el rol de personajes o  la validez de ideologías.  Paul Valéry decía que lo que diferencia una tiradora de cartas de un historiador es que lo que dice esta última se puede comprobar. Era  escéptico en cuanto a la posibilidad de reconstruir la verdad.

Esa dificultad de reconstruir la verdad o lo que falta para completar un cuadro, es lo que hace decisivos a  los documentos.  Los escribas del antiguo Egipto, todo lo asentaban, por eso fue posible saber tanto de una civilización tan  antigua. Debemos dar una prioridad  a la conservación de los documentos, puesto que ello permitirá transmitir y conocer nuestra identidad. Desgraciadamente esa transmisión  está actualmente desvalorizada por  las filosofías de la sociedad liquida,  donde nada es sólido o estable.  La falta de pasado es el telón de fondo del relativismo contemporáneo.

 

Sabemos que durante su estancia en París como embajador Ud. era considerado de las personas con más influencia ¿Por qué le parece que esto ha sido así?

Es difícil juzgar sobre lo que se piensa de mí . Venciendo  ese recato  pienso que hay un mecanismo en la psiquis colectiva  que cuando  persona hace  su trabajo con dedicación o pasión,  las personas que lo rodean les asignan una especial influencia.  en el caso de un embajador ello tanto luego para los argentinos como para los ciudadanos en  el país que está acreditado. Siempre en la función diplomática, hay que encarnar al país que se representa  y si el país, como en el caso de la Argentina, es una nación importante, el embajador  adquiere por sí mismo prestigio.  Pero eso depende de que involucre y comprometa en su trabajo un pasión  y plena dedicación.

Cuando era embajador en París, y lo fui  durante diez años, siempre en las encuestas de las revistas estuve  entre las 15 personas más  famosas en el mundo parisino. Cuando me fui se publicó  un artículo en la revista Point de Vue  sobre las 300 personas ms importantes de Francia  y aparecí en la lista de los  inconturnables (imposibles de evitar), con mi foto al lado de Caterine Deneuve.  En medio de la crisis del 2002 me preguntaron qué país representaba y contesté: ” la Argentina mítica”. Uno tiene que responder a la expectativa que tienen los que  evalúan a un embajador.

 

Maurice Druon, con el uniforme de los inmortales

 

Hay demasiadas anécdotas para contarlas aquí, por ejemplo poemas dedicados a mí por el famoso escritor Maurice Druon  (autor de la saga de “Los reyes Malditos“), secretario perpetuo de la Academia Francesa. Cuando me despidieron,  me dieron una comida en el Palacio Mazarino  durante la cual la baronesa de Rothschild se levantó y dijo “se va la Torre Eiffel”.  Sin embargo, cuando llegué a Buenos Aires pedí una entrevista con la Secretaria de Relaciones Exteriores y nunca me recibió. Cuando en 1828 el General San Martin llego a la rada de Buenos Aires, no desembarcó al ver los enfrentamientos que existían en nuestro país. Le escribió una carta desde el puerto a su amigo el general Tomás Guido donde se lamentaba,  quizás por  recibirlo como merecía , diciendo “pobre la Argentina estoica“.

 

 

Finalmente, Ud. acaba de publicar Saber Ser.  ¿Por qué escribió éste, su último libro? ¿Qué quiso transmitir con él? Cuál sería su mensaje esencial?

Mi último libro se asienta sobre el recuerdo de todo lo que leí y conocí desde que tengo quince años.  Una gran cantidad de cuadernos  con citas y notas  son el testimonio de mi recorrido intelectual  y emocional.  Son sin duda el paisaje de mi propia   existencia.  Este libro   contiene mis reflexiones sobre cómo el ser humano puede  preservar los esenciales apetitos de su ser en esta civilización  centrada en la técnica, el dinero y una organización política  cuyos dirigentes están  obsesionados por el poder, la fama y  avidez de bienes materiales.  La idea del bien común  de los seres humanos en la polis   se ha reemplazado por la administración de cosas, la felicidad se ha sustituido por la eficiencia.  El  libro Saber Ser interpela  a las sociedades modernas  con una pregunta: ¿Son idóneas para facilitar la realización esencial  del ser humano? Al final, podremos juzgar la organización social y del mundo  actualmente en plena mutación,   evaluando  su eficacia en preservar el bien mas preciado que tiene el hombre: la libertad.

 

El pasado 30 de agosto tuvimos el honor de presentar Saber ser, último libro del embajador Archibaldo Lanús (profesor del instituto), que recoge toda su sensibilidad y profundidad cultural, adquirida en más de 50 años de lecturas y viajes.

Lo acompañaron en ameno y divertido diálogo Marcela Miguens y Roberto Bosca (director académico del instituto).

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