“Alejandro Bustillo, el arquitecto clásico nacional”, por EDUARDO LAZZARI

Indagaremos su búsqueda de un estilo argentino propio. Con influencias de todas las vertientes, es el autor de edificios que caracterizan el paisaje nacional.
TN – La arquitectura argentina ha transitado por diversos caminos, todos establecidos anteriormente por la cultura universal, y los pocos vestigios precolombinos que sobrevivieron nos permiten afirmar que no existe una tradición constructiva argentina previa a la llegada de los españoles a nuestro territorio. A su vez, las limitaciones económicas de este territorio que durante varios siglos marcó el fin del mundo, sumadas a la carencia de buenos materiales de construcción, hicieron de la arquitectura colonial en nuestro país una variante simple con exponentes claros como los Cabildos de Buenos Aires, Luján y Salta, y muchas de las antiguas iglesias hoy conservadas, como las capillas del noreste. Aparecen también excepciones como la exquisita Catedral de Córdoba o el sistema articulado de las estancias jesuíticas.
El veloz desarrollo económico como consecuencia de la sanción de la Constitución Nacional de 1853 permitió la contratación de arquitectos e ingenieros en Europa que modernizaron con rapidez los entornos urbanos a través de nuevos edificios palaciegos, y embellecieron el espacio rural con cascos de estancias que aparentan castillos europeos. Sumado a esto, la creación de cátedras universitarias dedicadas a la arquitectura terminaron de definir un estilo exageradamente vinculado a las tradiciones constructivas de Italia, Francia, Alemania e Inglaterra, en desmedro de la tradición hispánica. Recién en 1910 comienza a florecer el estilo neocolonial, en medio de los grandes debates ideológicos sobre la identidad nacional.
En este contexto de progreso nacional aparece Alejandro Bustillo, que encabeza la búsqueda de un estilo argentino propio, tomando sin complejos vertientes de todas las influencias, y es el autor de edificios sin los cuales, el paisaje argentino sería diferente. Por eso hoy comenzaremos a dedicarnos a su vida y su obra.
[…] En 1916 emprende su primer proyecto: una casa de campo en Pila, al sur del río Salado en la provincia de Buenos Aires. Dos años después su familia paterna le encarga el casco de la estancia “La Primavera” en Cañuelas. En 1920 vuelve a vivir en Buenos Aires, ya que se destaca don Alejandro por vivir donde construía. Su consagración viene de la mano de la familia Tornquist, que le encarga en 1923 la sede central de su banco en la calle Bartolomé Mitre, hoy monumento histórico nacional. A partir de entonces se especializa en levantar de renta, es decir departamentos para alquilar, en tiempos que no existía la propiedad horizontal. Construye varios en Buenos Aires, y entre 1925 y 1927 lo hace en París y en Bruselas.
En 1931 comienza su espléndida carrera como hacedor de obras públicas al realizar la reforma de la casa de bombas de Obras Sanitarias de la Nación en el barrio porteño de Recoleta, convirtiéndola en la actual sede del Museo Nacional de Bellas Artes. En Misiones la gobernación lo contrata para realizar la casa del gobernador, varios parques, comisarías y el cercado de las ruinas jesuíticas de San Ignacio Mini. La presencia de su hermano en la dirección de Parques Nacionales lo convierte en el creador del estilo andino que va a caracterizar las construcciones oficiales en la Patagonia. Varias villas tienen su impronta estilística.
Sin duda, tres son las obras más características de la memoria material de Bustillo, quien funda el estilo clásico nacional: el hotel Llao Llao, en las afueras de San Carlos de Bariloche, el complejo de la rambla de Mar del Plata, con el Hotel Provincial y el Casino Central, y la sede central del Banco de la Nación Argentina, frente a la plaza de Mayo en Buenos Aires…
El increíble paisaje que rodea al hotel Llao Llao de Bariloche enaltecela obra de Bustillo. (Foto: TN).
historiador y profesor de la Diplomatura en Cultura Argentina
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Catedral de Bariloche. (Foto: gentileza Eduardo Lazzari)
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