“La Constitución Nacional: el gran acuerdo político de la Argentina Moderna”, por EDUARDO LAZZARI


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El gobernador entrerriano Justo José de Urquiza, el hombre más poderoso del país luego de derrotar al porteño Juan Manuel de Rosas en la batalla de Caseros el 3 de febrero de 1852, propuso el acuerdo político, que fue la piedra fundamental donde se cimentó el largo período de progreso institucional.

TN – El 1° de mayo de 1853 [hace 170 años] es el día fundacional de la Argentina Moderna. En la ciudad de Santa Fe de la Veracruz, y luego de siete meses de discusiones, debates, crisis y acuerdos, los 26 convencionales constituyentes dieron juramento a la Constitución Nacional que aún hoy rige los destinos del país. Quizá por el hecho de que la provincia de Buenos Aires haya decidido no participar del Congreso de Santa Fe y se integrara sólo siete años después a la nueva República surgida de la Carta Magna, la historiografía liberal no hace justicia al proceso que llevó a la unión nacional y a la organización política del país.

Vale hacer algunas consideraciones que hicieron posible la redacción de uno de los textos constitucionales más modernos de su tiempo. El gobernador entrerriano Justo José de Urquiza, el hombre más poderoso del país luego de derrotar al porteño Juan Manuel de Rosas en la batalla de Caseros el 3 de febrero de 1852, propuso el acuerdo político a propios y extraños, a amigos y a enemigos, que fue la piedra fundamental donde se cimentó el largo período de progreso institucional, social y económico que la Argentina llevó adelante durante un siglo y que la ubicó entre las grandes naciones de la tierra.

La firma del Acuerdo de San Nicolás, donde por primera vez todas las provincias argentinas el 31 de mayo de 1852 se encontraron para coincidir en un tratado, es un trofeo que tiene a Urquiza como principal personaje. Fue la primera vez en la historia que las catorce provincias firmaron un acuerdo para sancionar un texto constitucional. Unos tres meses después Buenos Aires intentaría un rumbo solitario que sólo demoró la organización nacional. Pero sin duda lo más sorprendente de la convocatoria a un Congreso Constituyente fueron la convocatoria en una ciudad fuera de Entre Ríos, cabeza del poder de Urquiza; la participación de notorios unitarios en el debate; y la decisión del Organizador de no ser parte de la reunión fundacional.

El gran servicio patriótico en pos de la paz interior de Urquiza concluyó en su fórmula presidencial de 1854, donde el gran caudillo federal es acompañado por uno de los más importantes unitarios, el sanjuanino Salvador María del Carril. El ejemplo de la historia es iluminador del presente argentino, ya que en aquel tiempo cercano a las guerras civiles que asolaron el país a lo largo de un cuarto de siglo, la salida fue el acuerdo entre los enemigos que hasta poco tiempo antes sólo se relacionaban a través del exilio, del asesinato o de la enemistad…

Los Constituyentes de 1853, de Antonio Alice, en el Salón de los Pasos Perdidos del Congreso

 

EDUARDO LAZZARI,

historiador y profesor de la Diplomatura en Cultura Argentina

 

 

 

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