“Historias pontificias que se entretejen con nuestra patria”, con palabras de PEDRO LUIS BARCIA


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“Historias pontificias que se entretejen con nuestra patria”, con palabras de PEDRO LUIS BARCIA Compartí

Artículo con mención a Pedro Luis Barcia,
doctor en Letras y exdirector de la Diplomatura en Cultura Argentina

 

Acerca de unos versos que Rafael Obligado dedicó al papa Pío X.

Carlos María Romero Sosa, en La Prensa Quiérase o no uno es hijo del tiempo en que vive, aunque el actual como bien poetizó Joaquín Sabina en un reciente soneto, sea “…un estrecho/ cuartucho con goteras en el techo”. Y es de advertir esa estrechez al conocer que un mismo primer mandatario dado a anunciar ayer su inminente conversión al judaísmo -hecho por cierto merecedor de toda consideración-, hoy poco menos que aconseja al nuevo Papa santificar la propiedad privada, con ignorancia de la “hipoteca social” y el bien común a la que debe apuntar ese derecho natural, sobre todo –según enseña el Doctor Angélico- en lo que a los bienes necesarios se refiere.

Empero también en este complejo aquí y ahora que se transita y que algunos lo hacemos entre lágrimas por la muerte de Francisco I y alegría ante la llegada de León XIV, resulta auspicioso notar el creciente interés por los rituales litúrgicos transmitidos a través de los medios durante el duelo y el posterior cónclave. A lo que cabe sumar ciertos brochazos de historias de los Papas, narradas por comentaristas televisivos y hasta descubrir en algunos casos, cómo ese pasado se entreteje con el de nuestra patria.

Por ejemplo harto repetido es que Giovanni María Mastai-Ferretti, antes de su entronización como Pío IX, siendo canónigo, visitó en 1824 la Iglesia de Luján -el templo inaugurado en 1763 y no la actual basílica así declarada en 1930 por Pío XI- de paso para Chile acompañando la misión del designado Nuncio Apostólico en el país trasandino: Monseñor Giovanni Muzzi. Quizá algo menos sabida sea la anécdota que narra Marcos Vanzini en su libro Historias curiosas de templos de Buenos Aires, al destacar que el ya Vicario de Cristo beatificado por San Juan Pablo II en septiembre de 2000, le entregó al arquitecto Pedro Luzetti, autor de la fachada de la porteña Iglesia del Salvador, una caja de marfil que utilizaba para tomar rapé, con el objeto de que se sorteara a fin de obtener fondos para la construcción de esa casa de Dios.

Pero debe ser casi por completo desconocido que Rafael Obligado, “el bardo patrio de la banda azul”, así llamado por Lugones en un verso de sus Odas seculares, dedicó unas estrofas implorando la bendición para la República Argentina a Pío X en 1908. Esa breve composición, editada en una devota estampa, puede leerse con la prosodia acorde a las reglas gramaticales de la época, escrita bajo la imagen del Pontífice -en el siglo Giuseppe Melchiore Sarto- elevado a la Silla de Pedro en 1903 y canonizado por Pío XII en 1954.

En el dorso de la estampa expresa: “Homenaje al Protector de la Orden de los Predicadores a SU SANTIDAD PIO X. La Comunidad Dominica y Venerable Orden Tercera de Buenos Aires. Agosto de 1908.”

En cuanto a esa suerte de silva, forma lírica de raíz española, más suelta y libre en la métrica y abierta en la estructura que la italiana estancia, fue lograda aquí con la intercalación solamente en la primera estrofa de versos endecasílabos y heptasílabos. Reza en su título: “A Su Santidad Pío X” y a continuación viene una orante solicitud a modo de envío al sucesor de Pedro por parte del poeta:

“Padre de los humildes y los buenos,/ Del agua de Samaria, viva fuente,/ Luz de rayos serenos/ En esta ansiosa noche del presente./ Oye lo que mi espíritu te dice/ Por un instante a mí la frente inclina/ Y escuchándome esta vez: ¡Padre, bendice/ a mi joven República Argentina.”

La breve composición merece especial atención, toda vez que Rafael Obligado, el mismo que de niño –así lo destaca María Isabel Hernández Prieto en su libro Vida y obra del poeta argentino Rafael Obligado (1989)-, en la estancia paterna ayudaba a misa vestido de monaguillo como era de rigor en la época y fue siempre un devoto lector de la Biblia, no frecuentó el género religioso y salvo cierto ignoto poema suyo: “La aurora el cristianismo”, que menciona Pedro Luis Barcia en su ensayo “Poesías y Aportes Desconocidos de Rafael Obligado”, publicado en el Boletín de la Academia Argentina de Letras (LXVI, 2001) –esa “Leyenda”, según el título con que aparece encabezada la composición referenciada por Barcia, vio la luz en El Álbum del Hogar de fecha 12 de junio de 1881, semanario de literatura bajo la dirección de Gervasio Méndez-, apenas entre otros muy pocos versos como en uno correspondiente a “La Pampa”, hay una referencia a Dios: “Siento el rumor y el incesante coro/ De un pueblo egregio que el progreso guía,/ Y alzando el alma a Dios, me postro y oro/ ante la imagen de la patria mía”

 

 

 


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