“EL CUENTO Y LA LEYENDA FOLKLÓRICOS ARGENTINOS”, DE PEDRO LUIS BARCIA


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“EL CUENTO Y LA LEYENDA FOLKLÓRICOS ARGENTINOS”, DE PEDRO LUIS BARCIA Compartí

 

RESEÑA 

 

El cuento y la leyenda folklóricos argentinos

Estudio y antología

 

AUTOR:

Pedro Luis Barcia,

profesor de nuestra Diplomatura en Cultura Argentina

 

Editorial Dunken – Fundación EOS Naturaleza y Patrimonio

Buenos Aires, 2025.

 

Durante aquellos hoy lejanos años de mi infancia ejercía sobre mí una verdadera fascinación un ajado libro de cuentos extraído de la biblioteca de mi madre -maestra de la escuela primaria (como entonces se decía)- que leía a hurtadillas, en tanto ella lo utilizaba en el dictado de sus clases.

Imagino que sería una herramienta didáctica para el uso exclusivamente docente, por cuanto no se trataba de ese típico volumen de historias para niños con aquellas clásicas y pintorescas imágenes que son propias del gusto infantil y que le confieren un peculiar estilo.

Sin embargo, seducido por el contenido, no me cansaba de leerlo y releerlo. Así somos los seres humanos; nos encanta volver a disfrutar de lo mismo que nos ha gustado, y desde luego que no me importaba que careciera de aquellas coloridas ilustraciones, porque el verdadero color era para mí su texto escrito, que motivaba ese fascinante atractivo y aquel sostenido interés.

Eran Los cuentos de mama Vieja, una compilación de relatos populares latinoamericanos recogidos de la tradición oral por el escritor tucumano Rafael Jijena Sánchez. El nombre del autor no significaba entonces nada para mí, y fue mucho tiempo después que conocí su condición de escritor nativista, que formó parte junto a Juan Alfonso Carrizo, Bruno Jacovella, Augusto Raúl Cortazar y tantos otros, de la generación de fundadores de los estudios folklóricos en la Argentina.

Con el tiempo el apreciado ejemplar se perdió, pero cuando tuve hijos me conseguí una nueva edición para que también ellos conocieran ese verdadero tesoro, y pasados los años quise leérselo a mis nietos, pero ya no pude hacerlo pese a mis esfuerzos por encontrarlo en las librerías. El preciado tesoro se había perdido en la noche de las mudanzas y los tiempos.

Fue por eso que, cuando fui nombrado coordinador del fondo editorial de la Fundación Carolina de Argentina, cuyo objetivo era dar a conocer la literatura y el pensamiento locales en relación con la cultura matriz, vi en esa función una oportunidad para editar nuevamente la obra. Tuve entonces merced a ese artilugio la alegría de publicarla con un magnífico estudio introductorio de Olga Fernández Latour de Botas, y de ese modo pude disponer de un ejemplar para leer a mis nietos, como así sucedió.

No puedo dejar de recordar aquí a uno de ellos, Olivia, a quien Dios se llevó al cielo sin aviso previo siendo muy pequeña. El dolor de su partida fue agridulce, porque Oli escuchaba como en misa la lectura de esos cuentos y simulaba leerlos, sin saber leer, por haberse aprendido alguno de ellos casi de memoria, un verdadero prodigio de aparente precocidad. Nunca olvidaré ese íntimo diálogo literario que gracias a Jijena y a su compilación de esa fructuosa tradición cuentística multisecular, tuve el privilegio de tener con ella rompiendo todas las distancias generacionales.

Pero ¿cuál era el quid de esa atracción infantil, el motivo por el cual me gustaba tanto leer esos benditos relatos plenos de significado, que intenté transmitir a quienes me sucedieron? Con el tiempo me di cuenta de que lo que me atraía de la obra era su sustrato histórico y cultural, ya que no aparecían, al recorrer esos escenarios de relatos fantásticos, las hadas, los magos y los reyes propios de la tradición literaria europea. Por el contrario, surgían en esas narraciones otros paisajes poblados de personajes más cercanos y locales, y por eso mismo más queribles como propios y característicos de la campaña latinoamericana.

No había en esos cuentos de ambiente campero criaturas artificiosas como dragones, duendes y monstruos marinos que habitualmente nacían de la imaginación de un autor particular que reprodujera realidades europeas o asiáticas, en todo caso ajenas a nuestra identidad, sino la entraña matricial de un pueblo innominado, como un fruto de la sangre y de la tierra, algo que constituye, aunque entonces no lo supiera, el rasgo original del auténtico folklore.

Mucho más tarde, pasados los años y ya adulto, comprendí que aquellos personajes, también los imaginarios, provenían de un legado colectivo que había procreado una sociedad en la que se trasuntaba una cultura cristiana, y en la que los temas y los protagonistas provenían del legado espiritual del cristianismo.

No se trata de otra cosa que lo que los teólogos denominan inculturación de la fe: la fe y la cultura han sido amasadas por el devenir de los siglos y sazonan, por así decir, las costumbres y los estilos de vida de una suerte que constituyen casi una unidad. Dicho de otro modo, los valores de la fe informan de una manera natural  las raíces de un humus intercultural. Una magisterial sentencia de Juan Pablo II reflexiona: “Una fe que no se hace cultura es una fe no plenamente acogida, no totalmente pensada, no fielmente vivida”.

El cuento y la leyenda folklóricos argentinos se inscribe en esta misma tradición y es un homenaje a una de las mujeres más notables de la Argentina, doña Berta Elena Vidal de Battini, una prolífica investigadora que recopiló en una obra monumental de diez tomos (adquirí uno de ellos en un reciente viaje a Salta la linda) una innúmera cantidad de cuentos y leyendas populares de la Argentina.

El libro de Barcia es un ejemplo de su maestría en el oficio, de su profundo conocimiento de la cultura, la historia y la literatura locales, de su acendrado espíritu  investigativo y de su labor en la producción de  generosos aportes sobre la disciplina. A todo ello el autor suma su reconocido gracejo, que resulta indeleble en su personalidad y que como tal no puede faltar en ninguna de sus expresiones orales y escritas.

Tratándose de cuentos regresa la referencia a la especie de los nietos. Barcia, que no tiene la friolera de veinte como el suscripto pero es el orgulloso abuelo de una modesta decena,  también ejerce de cuentacuentos. En relación a este oficio, merece la pena recatar una acotación que formula con su infaltable humor salpimentado de sarcasmos en una de sus notas: “Me hice experto en dormir creaturas, y de grande, a adultos en mis conferencias”.

El autor ha realizado en un extenso, erudito y cuidadoso estudio preliminar, como nos tiene acostumbrados, una ingente tarea que permite un calado profundo de esta materia, porque no se limita a una mera labor de sistematización y exégesis, sino que abunda en referencias históricas, sociológicas, antropológicas y culturales que permiten convertir también a esta obra en un monumento literario. El ensayo se complementa, además, con una segunda parte que consiste en una compilación o una antología seleccionada por el propio autor.

En estas páginas no solo se percibe la riqueza de unos contenidos entrañables, sino que resplandece la cultura popular argentina. Seguramente por eso exhorta Barcia a difundir la obra de Vidal de Battini como una forma de hacer patria, y después de leer este precioso volumen pocas dudas quedan de que esta sentencia revela una gran verdad dicha por un gran hombre que puso en clave de acción su sentido más profundo de la argentinidad.

 

Roberto Bosca

ICC – Instituto de Cultura

 

 

Publicado y distribuido por Editorial Dunken

 

La Fundación EOS, en la mitología griega, la diosa de la Aurora, abraza la esperanza de un nuevo amanecer cultural, patrimonial y ambiental para nuestro país.

Desarrollamos para esto proyectos propios y generamos asociaciones virtuosas. En esta entrega de NATIVA –colección que se aplica a rescatar aspectos varios de nuestra cultura- le hacemos sitio al tercer volumen de la serie, que selecciona y estudia una rica vertiente de uno de los mayores haberes de nuestro patrimonio cultural intangible: cuentos y leyendas populares recogidos a lo largo y lo ancho de nuestro país. Materia que ha viajado, en el tiempo por las vías más imprevisibles, desde el extremo Oriente a nuestras provincias de Jujuy, Salta, San Juan…

Al tiempo, el libro se constituye en un doble homenaje. El primero, a doña Berta Vidal de Battini a la mayor lingüista argentina y, además, colectora –en más de 150 viajes, algunos en mula o a pie– del mayor caudal de versiones de nuestra narrativa tradicional: 3352, la más vasta de las recogidas en Hispanoamérica. Doña Berta es una de las mujeres más notables de nuestro país, modelo de conciencia de cultura popular y de docencia de lo esencial. Ella escribió: “A los ya consagrados derechos del niño debe agregarse otro:  el derecho a oír los cuentos populares de su país, que lo unen entrañablemente a su tierra y lo hermanan espiritualmente con los niños del mundo”.

El segundo reconocimiento es a ese vasto número de hombres y mujeres anónimos -ágrafos la mayoría de ellos-, que supieron preservar en sus memorias el valioso tesoro inmaterial de estos relatos parte de una cultura intangible que, por años, décadas y siglos, supieron satisfacer con ellos la apetencia fabular de sus hermanos en las pequeñas comunidades folks de todo el país. 

Seguimos cumpliendo, con los aportes de Nativa, los rescates de elementos básicos de nuestra identidad cultural.

 

Ezequiel Eskenazi Storey

Presidente de Fundación EOS

 

 

La presentación en el ICC – Instituto de Cultura

 

 

 

Sobre el autor

Pedro Luis Barcia fue el director de la Diplomatura en Cultura Argentina del ICC – Instituto de Cultura desde su creación en 2010 hasta el 2020.

Es profesor y doctor en Letras por la Universidad Nacional de La Plata. Es doctor honoris causa por la Universidad Ricardo Palma (Perú), y por la Universidad Nacional de Tucumán, Universidad Católica de Salta, Universidad de Morón y Universidad de Concepción del Uruguay. Es lingüista, lexicógrafo e investigador principal del CONICET.

Fue presidente de la Academia Argentina de Letras entre 2001 y 2013 y de la Academia Nacional de Educación entre 2012 y 2016.

Obtuvo distinciones como el Premio “Domingo F. Sarmiento” del Senado de la Nación, la Ciudadanía Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires, el Palmas Sanmartinianas y el Premio Cincuentenario de la AAL. Es autor de más de cincuenta libros.

 

 


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