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  1. LOS 90 AÑOS DE ANTONIO REQUENI

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    El martes 8 de septiembre cumplió 90 años el gran poeta argentino y profesor de nuestra Diplomatura en Cultura Argentina Antonio Requeni. En La Prensa, donde ejerció el periodismo, lo recordaron con la nota que compartimos a continuación en su homenaje.

    Roberto Elissalde, La Prensa — «Hace más de 20 años Leonor Mom de Repetto me invitó a una comida en su casa. Como excelente anfitriona la mesa estaba casi armada a la medida de quienes nos íbamos a sentar en ella. De los invitados, conocía muy poco a uno de ellos era un colaborador de La Prensa a quien acompañaba su esposa, una docente en el ILSE y al otro un poco menos, aunque en ambos casos cultivaban las letras.

    El último era un reconocido escritor Jorge Calvetti, a quien al momento nos unió el amor a las cosas criollas, a nuestras tradiciones, en su caso a los caballos de Paso Peruano, en los que el jujeño había desfilado con elegancia en una Exposición Rural en Palermo, miembro de la Academia Argentina de Letras.

    El otro era Antonio Requeni, con quien había coincidido en reuniones y como ejercía el periodismo en La Prensa, alguna vez pude leer después brillante cronista de conferencias o congresos, y además destacado poeta y ensayista, que hacía poco también había sido electo miembro de la mencionada Academia.

    Lo que no imaginaba era que a los pocos días iba a recibir la invitación de Antonio para su incorporación pública a la Academia y nada menos que Calvetti iba a ser quien lo iba a presentar. Ya sabemos que para esas formalidades siempre se invita a hacerlo a un amigo, o a alguien muy afín, pero en esa oportunidad percibí que nadie mejor que Calvetti para hablar del nuevo colega, porque a pesar de conocerlo poco —como dije— esa imagen de Requeni era la que yo tenía. Comenzó evocando la redacción de La Prensa cuando ingresó: El venturoso azar, dirá alguien, yo digo la Divina Providencia, hizo que en la redacción del diario me asignaran un escritorio no cercano o vecino, sino pegado al de Antonio Requeni. Lo recuerdo muy bien. Era diez o más años menor que yo. Muy delgado, pálido, casi rubio, tímido, siempre sonriente… Poco a poco fuimos afirmando una amistad que habría de durar —sin sombras— treinta años de trato diario y algunos más; ya jubilados, con encuentros menos frecuentes; pero los vínculos de amistad, el afecto, el respeto mutuo, no cesaron jamás. Miguel de Montaigne, gran panegirista de la amistad, cuando habla con pasión nostálgica de su gran amigo La Boetie, lo explica todo: “Fuimos amigos porque él era él y yo era yo” […]».