“VIAJE A LO PROFUNDO DE LA SELVA MISIONERA PARA CONOCER LA INTIMIDAD DE UNA ALDEA MBYA”, POR LEANDRO VESCO


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“VIAJE A LO PROFUNDO DE LA SELVA MISIONERA PARA CONOCER LA INTIMIDAD DE UNA ALDEA MBYA”, POR LEANDRO VESCO Compartí

La comunidad guaraní Fortín Mbororé es una de las 15 que en el último tiempo tomaron la decisión de abrirse al turismo comunitario.

La Nación – La selva es una cortina impenetrable de palmeras, arbustos y árboles. Dominan los tonos verdes y las mariposas multicolores. El cuadro se completa con senderos de tierra roja muy intensa y algunos caminos con piedra laja. Misiones es un territorio exuberante. Toda clase de aves y animales cuelgan de los árboles, orugas y hormigas de gran tamaño se confunden con la vegetación. En uno de estos senderos está la comunidad mbya Guaraní Fortín Mbororé, una de las 15 abiertas al turismo comunitario. “Es una manera de mostrar nuestra cultura en la selva, que es nuestra casa”, dice Delfín, de 32 años, miembro de la etnia.

La actividad se resume en caminar por la selva por senderos interpretativos dentro de la propia aldea que es la más numerosa de la etnia Mbya con 1200 habitantes. Viven dentro de la selva con sectores dedicados a la agricultura. Un guía explica el modo de vida que llevan, y que intentan proteger. “Ahora las mujeres pueden ser caciques, y pueden votar”, dice Delfín, que en guaraní se llama tupá rapa´yju poty (significa Hombre Cazador). Camina descalzo. “No estamos acostumbrados a las zapatillas”, aclara.

El centro de Puerto Iguazú está a 15 minutos. La convivencia con “el hombre blanco” es total y diaria. La comunidad tiene una escuela primaria y secundaria, ambos niveles bilingües. Hablan un guaraní que se diferencia con el llamado “criollo”, y que se referencia con el que se habla tierra adentro en Paraguay. “Tenemos cuatro maestros que fueron allí para poder aprender a escribir nuestra lengua”, afirma Delfín. El dialecto Mbya nunca fue escrito, sino que se aprendió en forma oral. “Ahora los niños pueden aprender a escribirlo”, agrega.

Están preocupados en la comunidad. La cercanía con la ciudad les plantea desafíos. Esta apertura con grupos de turistas les sirve para socializar sus problemas. “Los jóvenes están perdiendo la cultura guaraní —dice Delfín—. Están siendo tentados por la tecnología”. Enumera esos enemigos: el celular, las tablets y las computadoras…

 

Las viviendas de la comunidad.

Hernán Zenteno – La Nación.

 

LEANDRO VESCO,

escritor y profesor de la Diplomatura en Cultura Argentina

 

 

 

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