“‘SOL DE MAYO’: LA HISTORIA DE AMOR QUE SOSTIENE A UN ALMACÉN DE CAMPO DE 1888”, POR LEANDRO VESCO
La Nación – La ruta 63 es una huella melancólica que une la autovía 2 con la 11 interbalnearia. Una pequeña recta ondulada de 30 kilómetros que penetra los bajos que terminan en el mar. Docenas de parrillas de un lado y del otro del camino tratan de seducir al turista. La carne al asador es el clásico menú al paso. Muchas hoy están cerradas y el movimiento es casi nulo. La pandemia y la crisis económica la han convertido en una ruta solitaria en este otoño desapacible.
Rodeado de una isla de árboles centenarios, a un costado de la ruta, a siete kilómetros de la entrada a Dolores, escondido detrás de un salón comedor está el almacén de ramos generales “Sol de Mayo”, que data de 1888. Testigo de un tiempo que no quiere irse, punto de encuentro de viajeros y gauchos que se acercan a buscar algo de calma.
“Veníamos al almacén de niños”, recuerda Olinda. La suya, es una hermosa historia de amor. Siempre fueron vecinos. “Mi padre me trajo cuando tenía seis años, tomábamos gaseosa Blitz, pero nos teníamos que quedar afuera”, asegura Santos. El interior era solo reservado para varones: mientras el pulpero preparaba el pedido, dedicaban el tiempo para tomar alguna copa de vino carlón. “Las mujeres tenían que quedarse en los carros, el hombre hacía las compras”, recuerda Olinda. Sus miradas, no tardaron en cruzarse…
Olinda Moreni, de 78 años, y Santos Quinteros, de 83, atienden el almacén desde hace medio siglo.
Crédito foto: Ricardo Pristupluk
LEANDRO VESCO,
escritor y profesor de la Diplomatura en Cultura Argentina
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