“SAN MARTÍN, LA FORMACIÓN DE LOS GRANADEROS Y LAS CUESTIONES DE DISCIPLINA”, por Daniel Balmaceda


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La Nación – En la historia de la Argentina y en la Guerra de la Independencia, marzo de 1812 ha marcado un antes y un después. Porque a partir de esos días el ejército de la Patria iba a dejar de ser una masa entusiasta armada para transformarse en un conjunto homogéneo, coordinado por soldados experimentados. Mucho se le debe a los hombres que arribaron al Río de la Plata el día 12. Nos referimos a José de San Martín, Carlos de Alvear, José Matías Zapiola, Martiniano Chilavert y el barón de Holmberg.

De inmediato, a través de un decreto firmado por el Triunvirato que por esos días estaba integrado por Chiclana, Sarratea y Rivadavia, se creó el Escuadrón de Granaderos a Caballo, un cuerpo de élite, al mando de San Martín. Se dispuso que utilizara el Cuartel -un cuartelucho en realidad- de la Ranchería, que se hallaba en las actuales calles Perú y Moreno.

El primer cuerpo del futuro regimiento contaría con noventa hombres, comandados por cuatro oficiales. Pero, ¿habría disponibilidad de “jóvenes argentinos” para integrarlo? Era difícil porque el núcleo porteño más comprometido con la causa ya se había alejado de Buenos Aires integrando campañas militares, algunos hacia el norte, otros a la Banda Oriental. El 7 de abril, tres semanas luego de haber nacido, el Escuadrón de Granaderos a Caballo contaba con ocho hombres: el teniente coronel San Martín, el capitán Zapiola y el sargento mayor Alvear, más otro sargento, dos cabos, un trompa y apenas un soldado. Muchos caciques para un solo indio, ¿no?; o dos, si contamos al encargado de tocar la trompeta.

Esa falta de recursos humanos obligó a echar mano entre lo que había disponible. Y lo disponible eran algunos hombres que por motivos de salud o temas personales no habían partido con sus respectivos ejércitos. San Martín los incorporó a su flamante fuerza. Lo mismo ocurrió con algunos marinos desertores y catorce integrantes del Regimiento de Patricios que estaban encarcelados desde el Motín de las Trenzas, cumpliendo una condena de diez años de prisión en la isla Martín García: Pedro Antonio Vera, Cosme Cruz, Manuel Pereyra, José María Olmedo y Vicente Sueldo, entre otros. Se les conmutó la pena a cambio de que se sumaran a las huestes que preparaba San Martín…

DANIEL BALMACEDA,

historiador y profesor de nuestra Diplomatura en Cultura Argentina

 

 

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