* De Darío Casapíccola

Rosario, Logos, 2016.

El Concilio Vaticano II (1962-1965) significó un verdadero punto de dolor en la historia contemporánea de la Iglesia católica. En un giro de perspectiva englobado en el término aggiornamento, sus decretos, declaraciones  y constituciones declararon enseñanza oficial de la Iglesia muchas premisas que hasta entonces habían sido consideradas semiheréticas. La inercia de una tradición mal entendida y el deseo de evitar reformas que fueran más allá de lo que el propio Concilio había dicho -en lo que el cardenal Ratzinger caracterizó como el kunzilsungeist (el antiespíritu del Concilio)-, confluyeron en una actitud reaccionaria común a muchos obispos, una realidad que tuvo efectiva vigencia en los borrascosos años que siguieron a la asamblea romana.

Los conflictos suscitados en este escenario alcanzaron su máxima expresión entre nosotros en una suerte de guerrilla intraeclesial, que tuvo lugar en las iglesias locales  de Mendoza y Rosario. En una cuidadosa revista del conflicto rosarino, Darío Casapíccola  traza un panorama caracterizado por la claridad y la ponderación que, a la vista de un mundo signado por subjetivismos, ideologismos, fundamentalismos y relativismos,  el lector agradece sentidamente. El historiador acerca y aleja su lente alternativamente para poder mirar mejor los datos, en un saludable ejercicio de perspectiva. Pero uno de sus logros más ostensibles es haber evitado la dialéctica del conflicto,  una trampa que constituye el lugar común de cierta historiografía contemporánea. Debido a estas características, y aunque -dada la ausencia de antecedentes- no lo sea en sentido estricto, el ensayo puede ser legítimamente calificado como una obra de madurez del novel autor. RB