“Para comprender la reforma protestante. Un legado para nuestros días”


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Interesante obra del teólogo y  pastor de la Iglesia Bautista de Belen (Escobar – Pcia. de Buenos Aires), doctor Eduardo Tatángelo, profesor de nuestro instituto, con motivo de los 500 años del movimiento reformador iniciado por el agustino Martín Lutero.

 

TATÁNGELO, Eduardo; RICHAUD, Sergio: Para comprender  la reforma protestante. Un legado para nuestros días. Puma. Lima, 2017.

 

En los años noventa se hicieron populares los libros de una serie llamada For Dummies que comenzó con la tecnología  informática -un hueso duro de roer para quienes no han nacido en la era digital-   pero que pronto alcanzó los más variados registros debido a su consagración en el gran público. El nuevo género está dirigido a principiantes en una disciplina y constituye una verdadera guía para adentrarse en los entresijos a veces complejos de la realidad de una materia determinada con sus propias reglas y circunloquios, sólo asequible a los expertos.

El éxito del género se ha extendido a la filosofía y a la teología. A mediados de los setenta Louis Althusser escribió un manual de filosofía para  un público ajeno a la reflexión filosófica y en el escenario local  esa iniciativa tuvo un reflejo que merece recordarse  encarnado en  “Filosofía para no filósofos” de Gabriel Zanotti,  que fue editado por la Universidad de Belgrano en 1987.

Son ahora dos teólogos bautistas, Tatángelo y Richaud, quienes  han elaborado un manual  de comprensión de la reforma como parte de la celebración de su medio milenio de existencia. No se trata por lo tanto de un trabajo de erudición lleno de citas sino de una explicación escueta y  sencilla de por qué se produjo la reforma, cuáles eran sus intenciones fundamentales y su impacto en la historia del cristianismo.

Se valora en los autores un tratamiento ponderado de una multitud de temas de arduo trámite y haber superado la tentación protestante de recargar las tintas en el papismo y otros tópicos históricos que no ayudan verdaderamente a una convivencia interreligiosa y cierran el camino a una mayor fraternidad entre los mismos cristianos.

Como señalan los autores, la reforma señaló defectos reales de las estructuras eclesiásticas de su tiempo y procuró superarlos, aunque  ese objetivo no se haya logrado siempre.  Los reformadores, la inmensa mayoría de ellos  pertenecientes a la Iglesia católica, no buscaron en el comienzo fundar otras iglesias sino tratar de reconducir a la suya a su pureza original, quitando lo que ellos consideraron desviaciones del auténtico mensaje de su fundador.

El legado de la reforma muy sintéticamente considerado puede resumirse en un aprecio por la libertad religiosa, el redescubrimiento de la comunidad de los creyentes y la consiguiente superación del clericalismo,  pero ella fue ante todo y no obstante sus luces y sus sombras,  un esforzado intento de valorar la centralidad de la fe y  la figura de Jesucristo. RB