“OLACAPATO: CÓMO SE VIVE EN EL PUEBLO MÁS ALTO DE LA ARGENTINA”, POR LEANDRO VESCO


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Está situado en la provincia de Salta, a 4100 metros sobre el nivel del mar; el viento es impiadoso y la vegetación, escasa; las casas son de ladrillos de adobe y no tienen agua potable; la mayoría de sus 200 habitantes trabaja en la actividad minera, mientras el trueque resulta común.

La Nación – Las nubes quedan abajo en el tramo de la ruta 51 en dirección al Abra de los Chorrillos en la puna salteña. El agua en la banquina se cristaliza, y la nieve se hace presente en las rocas y en las montañas. Algunos zorros corren, las llamas miran curiosas. La vegetación es escasa y dura. Es el territorio de las piedras, muy poco crece a tanta altura. El cielo se vuelve brillante y los rayos del sol descomponen el aire en pequeños puntos iridiscentes. La huella muestra un caserío ocre, casas de adobe y una esperanza: Olacapato, el pueblo más alto de la Argentina, a 4100 metros sobre el nivel del mar.

“Acá hacemos patria, cuidando la frontera”, afirma Brian Acoria, quien atiende junto a su familia el único hospedaje, en referencia al Paso Internacional Sico, a 50 kilómetros por la misma ruta 51, en el límite con Chile. Nacido en un campamento minero y con educación terciaria, reconoce que el pueblo está olvidado, aunque afirma que los visitantes que se animan a subir hasta Olacapato se enamoran de este escenario andino, donde el apunamiento o soroche (mal de la altura) afecta incluso a los autos. “No existe otro más cerca del cielo”, sostiene.

 

Vista desde el drone del pueblo de Olacapato.

Crédito foto: Ricardo Pistupluk – La Nación.

 

A pocos metros del pueblo se encuentra el Parque Solar Caucharí, el más grande de Sudamérica, que produce 300MW. “Ya es en Jujuy, para nosotros no hay ningún beneficio”, afirma. Por efecto de la refracción, parece una laguna desde lejos. La ilusión óptica confunde y obliga a desviar la mirada.

[…] “No tenemos agua potable, es un derecho que necesitamos”, afirma Alejandro Nieva, cacique de la comunidad colla del pueblo. La mayoría son de esta etnia. El agua baja directamente del volcán Quewar (6130 metros), que domina el horizonte. “Es una montaña sagrada para nosotros”, sostiene. Las condiciones de obtención del vital recurso son primitivas. Al pie del volcán, en una quebrada, un caño toma agua de un río. Sin tratar, el agua baja hasta Olacapato y así llega al grifo de las casas, sin ningún proceso potabilizador. “Sabemos que viven animales y muchas veces baja sucia”, dice. La sospecha de la presencia de bacterias en el agua es fundada. “Tenemos que hervirla”, agrega Brian…

 

Sixta Casimiro, habitante de Olacapato, vende los productos que teje.

Crédito foto: Ricardo Pistupluk – La Nación.

 

LEANDRO VESCO,

escritor y profesor de la Diplomatura en Cultura Argentina

 

 

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