“MAURICIO NAUMAN: ‘UN BUSCADOR PLÁSTICO DE LA LUZ Y DEL SILENCIO'”, por María José Herrera


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“MAURICIO NAUMAN: ‘UN BUSCADOR PLÁSTICO DE LA LUZ Y DEL SILENCIO'”, por María José Herrera Compartí

Compartimos el artículo de María José Herrera, publicado en Página 12, sobre el coleccionista, psiquiatra y crítico de arte Mauricio Nauman, que llegó a reunir una colección de tres mil piezas, como para conformar un museo. Falleció de coronavirus el pasado 10 de agosto.

En la imagen: “Juanito en la honda” (1960), de Antonio Berni (colección Mauricio Neuman).

Página 12 – Hijo de una familia de judíos originarios de la Europa del este, Mauricio Neuman nació en Buenos Aires en 1924. Destacado médico y psiquiatra, perteneció a una generación formada en la universidad pública donde un hijo de inmigrantes podía acceder a la educación superior. Ya de niño mostró su afición por el arte. En la memoria nebulosa de cuál fue la primera obra de su colección, figura un pequeño grabado europeo que sus padres le regalaron a los 13 años, para su Bar Mitzvah. Otra escena es la de un joven Neuman, conscripto del servicio militar, visitando al maestro Raúl Soldi a quien, él mismo, le compra un desnudo femenino que aún se luce en la recepción de su piso de Belgrano. De este modo empezó la serie de una extensa trayectoria de coleccionismo signada por sus elecciones personales y por el gusto formado entre los objetos artísticos con los que creció en su casa familiar.

Profundamente argentino y porteño, como él mismo se definía, apostó por el arte nacional de entre fines del siglo XIX y los años setenta, que coleccionó con sistematicidad. Ese es uno de sus valiosos legados. Desde los artistas de la Generación del ochenta (Giudici, Sívori, della Valle, Schiaffino, Mendilaharzu), pasando por los paisajistas de la luz, las vanguardias de los años veinte, los pintores de la Boca, la melancolía neorromántica afín al surrealismo, la geometría, la neofiguración, el arte cinético y diversos realismos, la colección reúne un conjunto de dibujos, grabados, pinturas y esculturas, más de 3000 piezas que, por lo destacado del conjunto, bien podría constituir un museo. Formada por él mismo, el doctor Neuman no tuvo nunca un asesor. Su natural don social lo acercó a los artistas y galeristas con quienes se informó, trabó amistades perdurables y fue adquiriendo las obras que atraían su atención. A principio de los cincuenta, para entender más al arte y mientras hacía su doctorado en Madrid por medio de una beca, visitó los grandes museos europeos donde tomó cursos que más tarde lo habilitarían para desarrollar su veta ensayística y convertirse en crítico de arte. Su profunda intuición y la formación en las ciencias de la mente humana, fueron sus herramientas para trascender la vocación personal por la contemplación y volcarla en una lectura comprehensiva del hecho artístico. Graduado con honores, ejerció la medicina y la docencia en diversas cátedras. La relación no lineal, compleja, entre creatividad y psicosis fue seguramente una de sus exploraciones a lo largo de décadas de trabajo clínico, donde muchos de sus pacientes fueron artistas. Terapeuta heterodoxo, atento tanto a las explicaciones de la ciencia como a las metáforas de la espiritualidad, el doctor Neuman eligió las imágenes del arte. Con ellas se sumergió en las profundidades del inconsciente para develar sus símbolos, disfrutar de un lugar donde no hay reglas o, si las hay, es lícito romperlas…

MARÍA JOSÉ HERRERA,

historiadora del arte, curadora y profesora de nuestra Diplomatura en Cultura Argentina