LUIS ALBERTO ROMERO: “TRAS LA REVOLUCIÓN DE MAYO SE SABÍA QUE EL IMPERIO YA NO ESTABA, PERO NO CÓMO SERÍA EL FUTURO”
Entrevista a Luis Alberto Romero,
historiador y profesor de la Diplomatura en Cultura Argentina
Francisco Sotelo, en El Tribuno — La historia nacional, como narración, suele estar muy presente entre los argentinos. Sin embargo, cuesta mucho imaginar las guerras de la independencia y los intentos de institucionalización que se llevaron a cabo desde entonces.
La creación de instituciones, que se van sucediendo desde 1810, la búsqueda de un gobierno común y la aspiración a convertir en Estado las Provincias Unidas en el territorio que había sido el Virreinato del Río de la Plata, fueron fracasando y entre 1820 y 1952 fue necesario esperar un gobierno nacional. Es el tiempo de los caudillos provinciales.
“Las definiciones territoriales e institucionales demoraron mucho, pero la creación de la idea y el sentimiento de Nación requirió un proceso más complejo. Pasó mucho tiempo antes de que los salteños, cordobeses y de cualquier región se identificaran como argentinos”, explica el historiador Luis Alberto Romero.
Los sueños y el heroísmo de aquel 25 de mayo de 1810 y de las guerras de la independencia, y el entusiasmo que trasuntan los recuerdos de 1910, cuando el país exportaba alimentos y traía operarios de todo el mundo, ¿cómo se vinculan con la sensación de frustración que atraviesa hoy a nuestro país? ¿Vivimos un período de descomposición? Ese fue el tema de la entrevista de Luis Alberto Romero con El Tribuno.
Estamos en épocas de bicentenarios. 1910 quedó asociado con una celebración llena de satisfacción (al menos entre las elites). 1916, con el primer presidente elegido por el voto universal. ¿Vivimos una época de pesimismo y decepción?
Tengo esa misma sensación, pero no con referencia a la historia, sino a la Argentina. Si comparamos nuestro presente con lo que lo imaginamos que fue esa época esplendorosa del centenario, el saldo es deprimente. Pero digo “nos imaginamos”, porque la perspectiva de entonces era diferente de la nuestra y porque en esos años proliferaron las opiniones y la literatura, que remarcaban todo lo que nos faltaba para ser un país. No es lo mismo pensar el pasado a distancia que pensarlo en el fragor del presente. Y numerosos ensayos ya son un clásico, escritos por quienes pensaban que en 1910 estaba todo mal.
¿Se cumplieron los malos augurios? ¿Tenían fundamento?
¡Lo que confirmaron es que siempre se puede estar peor! Bueno, abordándolo seriamente, muchos de esos augurios tenían que ver con la heterogeneidad de la sociedad argentinas, con diferencias étnicas y de origen, a la que veían como un obstáculo para construir una Nación. La impronta de “la Nación que no tenemos” fue muy importante en el primer centenario de la Revolución de Mayo. Hoy tenemos una heterogeneidad es muy grande, pero no me parece que sea un problema que nos angustie.
En general, en la vida cotidiana, imaginamos la Argentina de 1810 y 1820 como la experimentamos hoy. ¿Cómo estructuraría usted las diferencias?
Evidentemente, entre 1810 y 1820 la Argentina tal como la conocemos no se había construido aún. La idea misma de Argentina no se había conformado. Los habitantes de los estados hispanoamericanos sabían que se había derrumbado un imperio, que se vivía una etapa de profunda transición, que muy difícilmente aquel imperio se reconstruiría. De una manera borrosa comenzaban a vislumbrar o imaginar lo que vendría, pero ni siquiera el mapa estaba diseñado, ni lo estaría por mucho tiempo. Nada estaba definido en cuanto a lo territorial ni en cuanto a la conformación de los Estados. Los intentos de formar un Estado sobre la base del Virreinato del Río de la Plata, es decir, las Provincias Unidas, fracasaron estrepitosamente. En 1820, el Directorio desaparece y no volverá a regir una autoridad estatal central hasta 1852, y hasta 1861, cuando se incorpora Buenos Aires.
¿Y en cuanto a la idea de Nación?
Es un proceso más complejo. Pasó mucho tiempo antes de que los salteños, cordobeses y de cualquier región dejaran de identificarse con su provincia sino como argentinos. En 1910, cuando preocupaba la heterogeneidad, mucha gente se preguntaba cómo con todo lo que había demorado en lograrse la identidad argentina se podía sostener ahora con la llegada de innumerables extranjeros de diversos orígenes…
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