“Los principios fundamentales de la política”, por MARIO CASALLA


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La Tecl@ Eñe – Hace ya algunos años desde Roma, Juan Carlos Scannone S.J tuvo la deferencia de compartirme unas notas a propósito de las cuatro prioridades “bergoglianas” en la construcción y conducción del Pueblo, paso previo para que luego ese Pueblo puede actuar como un efectivo actor político y poder exigirle fidelidad al voto de quienes iban a ser sus representantes, algo que está por ocurrir en los próximos dos meses. Porque Pueblo no se es por naturaleza sino porque es la primera construcción política que debe hacerse quien se dedique a ella. Cualquiera sea su credo religioso o valores éticos. Pasados ya más de una década comparto parte de estas reflexiones con ustedes, amigos lectores, porque las considero realmente útiles hoy en que se armaron listas nacionales y provinciales –en muchos casos a los codazos limpios- y en otros por medios más sutiles, pero no menos repudiables.

El episcopado argentino -incluido el propio Cardenal Bergoglio-, siguiendo los enfoques de la Teología de Pueblo (en adelante TP) interpretación propia de la muy amplia Teología de la Liberación que, enriqueciéndolos, adoptó el planteo de la Comisión Justicia y Paz argentina, sobre “pasar de habitantes a ciudadanos”. Ello ilumina lo que el Papa Francisco, con una aún mayor precisión, escribe en su encíclica Evangelium Gaudium, punto 220 (en adelante EG). Donde señala: “En cada nación, los habitantes desarrollan la dimensión social como ciudadanos responsables en el seno de un pueblo, no como masa arrastrada por las fuerzas dominantes…Pero convertirse en pueblo es todavía más, y requiere un proceso constante en el cual cada nueva generación se ve involucrada. Es un trabajo arduo y lento que exige querer integrarse y aprender a hacerlo hasta desarrollar una cultura del encuentro en una pluriforme armonía”. Notemos la expresión típica suya: “cultura del encuentro”. Ya como Provincial de los jesuitas, Bergoglio enunció y luego, como arzobispo de Buenos Aires explicó más detalladamente, prioridades de gobierno conducentes al bien común, a saber: 1) la superioridad del todo sobre laspartes (siendo éste más que la mera suma de las partes), 2) de la de la realidad sobre la idea, 3) de la de la unidad sobre el conflicto y 4) la del tiempo sobre el espacio. Según se dice, están tomadas de la carta de Juan Manuel de Rosas (gobernador de Buenos Aires) a Facundo Quiroga (gobernador de La Rioja en la Argentina) sobre la organización nacional argentina, escrita desde la hacienda de Figueroa en San Antonio de Areco (20 de diciembre, 1834), donde Rosas Lo incita a que “desconfíe de los lomos negros que todo lo quiere arreglar con un librito”. Más tarde -ya como Papa- Francisco introdujo las dos últimas prioridades en la encíclica a cuatro manos (escrita con Ratzinger su antecesor) Lumen Fidei(Nos 55 y 57). Finalmente las desarrolla y articula en EG 217-237, presentándolas como un aporte desde el pensamiento social cristiano “para la construcción de un pueblo” (en primer lugar, de los pueblos del mundo, pero también del Pueblo de Dios). Veámosla sumariamente…

 

MARIO CASALLA,

politólogo, periodista y profesor de la Diplomatura en Cultura Argentina

 

 

 


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