“LOS FUSILAMIENTOS DE ARAMBURU: EL FRACASO DE LA REBELIÓN PERONISTA Y EL RECLAMO DE PIEDAD DE LA IGLESIA QUE NO FUE ESCUCHADO”, POR MARCELO LARRAQUY


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En Argentina. Un siglo de violencia política, el autor de esta nota detalla los secretos de la conspiración de civiles y militares contra la Revolución Libertadora en 1956 que fue aplastado por el Ejército y la policía. Los tres días de ejecuciones en distintos puntos del país y la promesa no cumplida al general Juan José Valle, jefe del levantamiento, pasado por las armas en la Penitenciaría Nacional.

Infobae – Mientras Perón permanecía proscripto y en su exilio forzado, los generales Juan José Valle Raúl Tanco, junto a otros militares peronistas pasados a retiro o con arresto domiciliario, más decenas de civiles que se sumarían al movimiento revolucionario, planificaron una rebelión conjunta para derribar al gobierno de la Revolución Libertadora, a cargo del general Pedro Eugenio Aramburu. La señal para iniciar el levantamiento se proclamaría por una interferencia radial mientras la sociedad escuchaba la pelea de Eduardo Lausse y el chileno Humberto Loayza por el título Sudamericano en el Luna Park. En este extracto de Argentina. Un siglo de violencia política se relata cómo fue la génesis de la conspiración y la sentencia de muerte para 27 militares y civiles, ejecutados en distintos puntos del país, por fuera del marco legal.

 

Extracto

(…) En marzo de 1956, el general Juan José Valle escapó de su encierro domiciliario, en la casa de su madre, y empezó a contactar a oficiales y suboficiales retirados y en actividad para promover un alzamiento contra Aramburu. Durante tres meses, Valle se movió en forma clandestina por la localidad de Avellaneda.

Además del general Valle, otro de los jefes de la rebelión que se gestaba era el general Raúl Tanco, que se había fugado de su arresto en una estancia. Ambos fueron contactando policías en el conurbano bonaerense, con la intención de captar voluntades y de evitar que reprimieran el alzamiento en marcha. La mayoría de las regionales de policía estaba intervenida por las Fuerzas Armadas. El plan rebelde preveía también el ataque a un arsenal militar, controlar las dependencias de la Marina en el puerto y la toma de unidades militares en Palermo, La Tablada, La Plata y La Pampa, con sublevaciones internas que serían acompañadas por grupos civiles. El objetivo mayor era tomar Campo de Mayo. Valle contaba con tres coroneles en esa unidad, Rubén Berazay, Ricardo Ibazeta y Eduardo Cortines.

Valle confiaba en que la adhesión mayoritaria de los suboficiales en el alzamiento terminaría provocando un cisma en las Fuerzas Armadas. La reacción popular en las calles luego de la proclama del golpe de Estado sería el factor desencadenante para el triunfo. El alzamiento no promovía la inmediata restitución de Perón a la Presidencia, pero sí lo habilitaba como candidato.

Prometían elecciones para seis meses después de la victoria…

 

El almirante Isaac Rojas y el general Aramburu fueron implacables con la asonada.

Hubo 27 fusilamientos, muchos fuera de la ley.

 

MARCELO LARRAQUY,

historiador y profesor de la Diplomatura en Cultura Argentina

 

 

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