“LOS AMORES DE PERÓN EN EL EXILIO: EL FLECHAZO CON UNA TURISTA NORTEAMERICANA Y LA APARICIÓN DE ISABELITA, QUE LA TERMINÓ ECHANDO”, POR MARCELO LARRAQUY


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En Panamá, el presidente derrocado de 60 años conoció a Eleanor Freeman, de 27, con quien pasó unos meses. Al poco tiempo conoció a un grupo de bailarinas, entre las que estaba María Estela Martínez, que tenía 24. En Venezuela, poco después, ambas se cruzaron y hubo escándalo.

Infobae Abandonó el poder, desalojado por los militares de la Revolución Libertadora, y se refugió en la cañonera “Paraguay”, la mañana lluviosa del 20 de septiembre de 1955. No quería sentirse responsable de una guerra civil. Un grupo de colaboradores lo ayudó a embarcarse, afirmándolo, para que no trastabillara. Dejaba en Buenos Aires el cadáver de su difunta esposa, Evita, embalsamado en el salón de la CGT.

Pocas semanas, en noviembre, después de una estadía en Paraguay, comenzaría a vivir en Panamá. Se alojó en Colón, en la costa del Caribe, en una habitación del hotel “Washington”, que estaba bajo control de Estados Unidos.

A los pocos días inició una relación amorosa con Eleanor Freeman. Era una morocha de 27 años, simpática y culta, licenciada en Administración, que había respondido rápidamente a un gesto suyo en el lobby del hotel. Al percibir el guiño, sacó un cigarrillo y esperó con delicadeza a que su pretendiente le acercara fuego. Con el semblante de general todopoderoso apenas abandonado por los vaivenes de la historia, Perón, que acababa de cumplir 60 años, empezó a relatar trazos de su vida, y a pesar de las dificultades del idioma, a ella le pareció una aventura mucho más exótica y entretenida que las que vivía en el restaurante de Chicago donde trabajaba.

Al atardecer, Perón la invitó a dar un paseo por la calle principal, y de paso cumplía con la recomendación de su médico croata: caminar tres a cuatro kilómetros diarios para activar las arterias. A la noche fueron a cenar a la cantina italiana Hankow, en la que a Perón no le cobraban. Pasaron horas cambiando palabras y sonrisas. Al día siguiente, cuando intuyó que había ganado la confianza de “La Gringuita”, como le decía, la invitó a la suite en el segundo piso del hotel. Ella llevó el disco del mexicano “Pancho” López, que tenía una canción muy de moda…

 

Perón con su novia Isabel y la actriz Sabina Olmos, detrás. Gilaberte. 1957.

 

MARCELO LARRAQUY,

historiador y profesor de la Diplomatura en Cultura Argentina

 

 

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