La justicia social en acción: Juan D. Perón y Eva Perón
Por María Eugenia Santiago*
“El movimiento nacional argentino, que llamamos justicialismo en su concepción integral, tiene una doctrina nacional que encarna los grandes principios teóricos de que os hablaré enseguida y constituye a la vez la escala de realizaciones, hoy ya felizmente cumplidas en la comunidad argentina”[1].
Juan Domingo Perón
“Por sus frutos los conoceréis”
Mateo 7,16.
¿Podemos considerar a Juan Perón y Eva Duarte de Perón dentro de la corriente del humanismo cristiano? En un primer momento, varios lectores sostendrán que esa valoración es imposible debido al conflicto que enfrentó el presidente de la república con la Iglesia católica en 1955. Nuestra propuesta en este artículo es realizar un estudio cronológico de las ideas y actuaciones de Juan Perón y Eva Duarte que nos permitirán emitir un juicio con un conocimiento más acabado de un tema que se presenta controvertido. En vista de lo formulado, dividiremos el trabajo en varios puntos. En primer lugar presentaremos las personalidades de Juan Perón y Eva Perón, que nos habilitará a comprender, en cierta forma, su postura frente a los postulados básicos del humanismo cristiano. Luego estudiaremos los personajes de la llamada vertiente socialcristiana que pueden haber influido en la conformación de lo que fue la doctrina peronista, que se presenta imbuida de estos ideales humanistas. En un tercer momento analizaremos los principios expuestos en esa doctrina y concluiremos con la enumeración de las políticas llevadas a cabo por ambos personajes en esta línea de pensamiento.
Breve semblanza de Juan Perón y Eva Perón
“Juan Domingo Perón (1895-1974) es un personaje ineludible” sostiene Alfonso Santiago[2]. No se entiende a Perón si no se tiene en cuenta que, “antes que nada, fue un militar argentino. Fue un militar volcado a la política”[3]. Asimismo encontramos tres facetas en su personalidad: una faceta genial, una histriónica y una perversa. Mario Amadeo, un nacionalista que luego fue opositor y ocupó el cargo de canciller durante el gobierno del general Lonardi, lo describe así: “Conocí a Perón un mes después de haber triunfado el movimiento del 4 de junio. Un amigo que lo había tratado me había hablado de él, describiéndolo como hombre de extraordinarias dotes personales (…). La impresión que causaba Perón a quien por primera vez lo abordaba era en extremo favorable. Su poder de seducción casi magnético, el clima de cordialidad y de confianza que sabía establecer con el interlocutor, su dialéctica vigorosa, su palabra fácil, su actitud mental exenta de prejuicios, su rapidez para captar lo que se le decía, engendraban la convicción de haberse tropezado con un auténtico dirigente”[4]. De igual forma, dicho autor sostiene que las ideas que preocupaban a Perón en aquel entonces era constituir una gran fuerza política y atraerse a los sectores obreros, porque había decidido concentrar su acción en la política de masas. A pesar que Amadeo se distanció de Perón, sostiene: “La grande y tal vez la única genialidad de Perón consistió en advertir la existencia latente de esas transformaciones (de tipo ideológico-político y social) y ponerse a su cabeza utilizando los resortes estatales que le había conferido la revolución de junio. Si logró hacerlo es sin duda porque poseía algunas de las dotes que signan a un conductor. Hablaba un lenguaje claro, preciso y contundente, hecho para el simplismo de la multitud”[5]. Por otro lado, “su perversidad se observa en su faceta cruel y taimada, supo ser fríamente dañino, incapaz de perdonar. (…) Tenia cosas muy personales, errores políticos enormes, como su enfrentamiento con la Iglesia”[6]. No debemos olvidar que además, Perón era ecléctico, y, como sostiene Piñeiro Iñiguez, el ideario de Perón está sujeto a todo tipo de tensiones, y por más que, por ejemplo, condena al liberalismo, si algún principio liberal era aplicable, lo haría sin remilgos[7].
Asimismo, en la actualidad varios autores, entre ellos Marcelo Camusso[8], explican y ciertas conductas de Perón por el traslado de principios de la esfera militar al plano político, como la idea de concebir un movimiento con un Conductor – convertido en el Líder- y la exigencia a sus seguidores de lealtad y obediencia.
Otra de las cuestiones a considerar es el “controvertido catolicismo de Perón”[9]. Piñeiro Iñiguez cita un texto de Mc Geach: “hay algo ridículo en estos intentos de Perón de hacerse querer por los católicos mediante la interpretación y la cita de los Evangelios. Porque más allá de un cierto apego sentimental a la Virgen de Luján, la práctica del catolicismo de Perón como la de muchos argentinos estaba limitada a asistir a ceremonias de bautismo, matrimonios y funerales. Aun durante sus años de formación no había tenido ninguna preparación vinculada con el catolicismo”[10]. Esa poca religiosidad o superficialidad en sus creencias empañarían las citas y menciones que realizó Perón del Evangelio de Jesús, de encíclicas y de la doctrina social de la Iglesia. Para Susana Bianchi Perón traducía la doctrina social de la Iglesia en un sentido secularista, buscando por sobre los contenidos católicos las reivindicaciones económico-sociales[11]. De igual forma, Lila Caimari, en una entrevista al padre Hernán Benítez, confesor de Eva Perón, sostiene que Perón “tocaba de oído” en cuestiones religiosas[12]. Según el biógrafo oficial de Perón, Enrique Pavón Pereyra, el general fue formado por los mercedarios, con los que mantuvo un fuerte vínculo, así como con los franciscanos, llegando a ser “terciario de ambas órdenes y Caballero de la Orden de Malta”[13]. Pero hay que tener en cuenta que durante la década de 1930 se da un verdadero renacimiento del catolicismo argentino. Loris Zanatta considera que el catolicismo se convirtió en uno de los componentes de la identidad y de la función social del Ejército[14]. Por lo tanto Perón puede ser considerado un seguidor del pensamiento social cristiano, al que puso por obra y al que convirtió en una experiencia social de fuerte contenido obrero y popular.
“Pocas figuras en la historia de la Argentina han suscitado tanto odio y a la vez tanta veneración como Eva Perón, (…) ¿Qué hizo Evita para que millones de argentinos la ensalcen como a una santa que sacrificó su vida por el pueblo o una revolucionaria empeñada en que triunfara la justicia social y que otros tantos la anatemicen como una aventurera ambiciosa, resentida, egoísta e hipócrita?”[15]. No nos resulta fácil presentar en pocas líneas una personalidad tan discutida como la de Evita, como la llamaban sus seguidores. Por lo que acudiremos a lo que ella nos refiere en su libro, La razón de mi vida, en donde trata de explicar su vida, sus actos y sus sentimientos. Allí sostiene que “la primera razón” de todo lo que le estaba ocurriendo es un sentimiento: “He hallado en mi corazón, un sentimiento fundamental que domina desde allí, en forma total, mi espíritu y mi vida; ese sentimiento es mi indignación frente a la injusticia”[16]. Pero, “nunca pensé, sin embargo, que me iba a tocar una participación tan directa en la lucha de mi pueblo por la justicia social”[17]. Con respecto a su vida religiosa, “Nadie niega que Eva Perón era auténticamente creyente, una personalidad religiosa. Sin embargo, por un conjunto de causas bien terrenales– era hija ilegitima, trabajaba de actriz, fue concubina de Perón y aceptó ser proclamada como Jefa Espiritual de la Nación-, Evita despertó mucho más rechazo en la Iglesia que el propio Perón”[18].
Un texto de La razón de mi vida puede aclararnos algunos aspectos de su religiosidad:
“Yo no lo invoco a Dios a cada rato. Recuerdo que alguien un día me rogó que fuese más “cristiana”, y que invocase más frecuentemente a Dios en mis discursos y en mi actividad pública. Quiero dejar aquí en estos apuntes la respuesta que le di, (…).- Es cierto lo que Ud. dice. Yo no invoco a Dios muy frecuentemente (…) Pero lo quiero a Cristo mucho más de lo que Ud. cree: yo lo quiero en los descamisados. ¿Acaso no dijo El que estaría en los pobres, en los enfermos, en lo que tuviesen hambre y en lo que tuviesen sed? Yo no creo que Dios necesite que lo tengamos siempre en los labios. Perón me ha enseñado que más vale llevarlo en el corazón. Yo soy cristiana por ser católica, practico mi religión como puedo y creo firmemente que el primer mandamiento es el del amor. El mismo Cristo dijo que…”nadie ama más que el que da la vida por sus amigos”. Si alguna vez lo molesto a Dios con algún pedido mío es por eso: para que me ayude a dar la vida por los descamisados”[19].
En otro párrafo, cuando recuerda su viaje a Europa, le escribe al General diciéndole: “Nuestra doctrina tiene que ser cristiana y humanista pero de un modo nuevo; de una manera que todavía no creo haya conocido el mundo. El cristianismo de nuestro movimiento, tal como sueñas realizarlo, no es el que yo vi en los países de la Europa que visité. Yo te ayudaré con mis obras. Desde ya reclamo tu ayuda…”[20]. Eva Perón estaba convencida que la doctrina y las obras de Perón eran cristianas: “en cada una de ellas (de las obras realizadas) yo he querido hacer ver, a los que vengan detrás nuestro, que era verdad luminosa el cristianismo humanista de la doctrina de Perón”[21], al igual que cuando sostiene. “¿Cumplí con la promesa que te hice a mi regreso de Europa, cuando te ofrecí ayudarte para que se realizase en la obra social, el cristianismo de tu doctrina?”[22].
La influencia socialcristiana
Piñeiro Iñiguez estima que el ideario del peronismo se conforma con elementos conceptuales muy variados que Perón “saquea” sin mayores pruritos de sus fuentes originales[23]. Se puede observar que “rescata ideas católicas, nacionalistas, socialistas, radicales, sindicalistas y hasta fascistas y comunistas”[24]. No es equívoco considerar que la virtud de Perón fue tomar e incorporar esas ideas y llevarlas, en muchos casos por primera vez, a la práctica. Éste sería el caso de las nociones socialcristianas, sostenidas por muchos otros personajes, incluso anteriores a él, como Monseñor de Andrea, pero es mérito de Perón el haber realizado el cambio y la aplicación “desde arriba”. Por lo tanto, ¿se puede presentar como contradictorios el peronismo y el catolicismo? “El peronismo y el catolicismo comparten- por momentos en armonía, por momentos en conflicto- un mismo espacio social, así como lugares de privilegio en el imaginario popular, sin fronteras demasiado claras”[25].
Uno de los pensadores que seguramente influenciaron a Perón fue el filósofo francés Jacques Maritain, del que tenía en su biblioteca un volumen de una de sus obras más conocidas, Cristianismo y democracia. Fermín Chávez es el historiador que sostiene esta postura, y como señala Piñeiro Iñiguez, “su mejor argumento es que, dada la indudable orientación cristiana de lo que sería el justicialismo, el único pensador católico compatible con el proyecto modernizador de Perón es Maritain, cuyo realismo tomista- devenido realismo crítico, tan afín a la reconocida postura de Perón- pone coto a las concepciones idealistas hasta entonces imperantes (…)”[26]. ¿Qué ideas podemos conjeturar que Perón extrajo de Maritain?
- La concepción de que en el gobierno terrenal debe lograr una serie de mejoras que haga posible la felicidad de sus ciudadanos[27].
- La idea que la buena política debe establecer una estructura armoniosa del orden social, donde reine la justicia y la prosperidad, que permitirá la realización personal en la comunidad[28].
- El concepto de democracia en Maritain está ligada a un sentido de autoridad[29].
- La propiedad privada no debe ser abolida sino que debe tener una función determinada, en clave social.
- El cristiano, en cuanto miembro de la ciudad, debe trabajar por la instauración de un nuevo orden temporal, por lo que “necesitará elaborar una filosofía social, política y económica, no limitada tan sólo a los principios universales, sino capaz de descender a las realizaciones concretas”[30].
- La economía debe estar subordinada a la política.
Fue a partir de su desempeño como del Departamento de trabajo, luego elevada a la categoría de Secretaría de Trabajo que Perón pudo poner en práctica los conocimientos que había adquirido. Por eso es importante que analicemos su pensamiento durante este período. La función que ejerció en esa dependencia fue muy vasta, pero se podría resumir en la concreción de buenos contratos colectivos de trabajo que permitieron mejorar la situación de los trabajadores. Es allí también que empieza a tomar contacto con dirigentes gremiales y con empresarios, a los que se dirige en un conocido discurso el 25 de agosto de 1944, en la Bolsa de Comercio y en donde se puede vislumbrar la influencia mariteniana. En él sostiene:
“Pienso que el problema social se resuelve de una sola manera: obrando conscientemente para buscar una perfecta regulación entre las clases trabajadoras, medias y capitalistas, procurando una armonización perfecta de fuerzas, donde la riqueza no se vea perjudicada, propendiendo por todos los medios a crear un bienestar social, sin el cual la fortuna es un verdadero fenómeno de espejismo que puede romperse de un momento a otro. Una riqueza sin estabilidad social puede ser poderosa, pero será siempre frágil, y ése es el peligro que viéndolo, trata de evitar por todos los medios la Secretaría de Trabajo y Previsión”[31].
Y continúa: “yo no creo que la solución de los problemas sociales esté en seguir la lucha entre el capital y el trabajo. Ya hace más de sesenta años (…) opiniones extraordinariamente autorizadas, como la de Massini y la de León XIII, proclamaron nuevas doctrinas, con las cuales debía desaparecer esa lucha inútil, que como toda lucha no produce sino destrucción de valores”[32]. La finalidad que perseguía Perón con este discurso era exponer a los empresarios el grave problema que significaría el avance del comunismo, con su propuesta de lucha de clases, por lo que les pide colaboración, aunque no los puede convencer de que su iniciativa constituiría el freno al comunismo.
Sin embargo, el discurso que es considerado por distintos autores como el más relevante en el orden a la exposición de sus ideas es el que realizó en el primer congreso nacional de filosofía[33], en la provincia de Mendoza, el 9 de abril de 1949, denominado La comunidad organizada. Actualmente se discute la autoría de dicho discurso, adjudicado entre otros autores al filósofo Carlos Astrada, otros a un uruguayo, Chaves, y también la influencia de Arturo Sampay[34].
Más allá de estas cuestiones, en primer término Perón aclara que con sus palabras pretende presentar una “idea sintética de base filosófica” del movimiento nacional argentino, denominado Justicialismo, que tiene una doctrina nacional con grandes principios teóricos que expondrá en el discurso, que se enmarcan en realizaciones cumplidas en la comunidad argentina. De ahí que sostiene: “Nuestra acción de gobierno no representa un partido político, sino un gran movimiento nacional, con una doctrina propia, nueva en el campo político mundial”[35]. Y, haciendo eco de su famoso dicho “Mejor que decir es hacer, mejor que prometer es realizar”, añade: “Pero, cuanto he de afirmar, se encuentra en la República en plena realización”[36].
¿Qué temas aborda en La comunidad organizada? Para tener una idea cabal es importante ver el índice[37]. Perón realiza un recorrido por los distintos autores clásicos[38] para dar validez a sus afirmaciones.
Para Piñeiro Iñiguez la comunidad, su constitución y construcción constante es la razón de ser del peronismo, por eso Perón expresa: “Nuestra comunidad, a la que debemos aspirar, es aquella donde la libertad y la responsabilidad son causa y efecto, en que exista una alegría de ser, fundada en la persuasión de la dignidad propia. Una comunidad donde el individuo tenga realmente algo que ofrecer al bien general, algo que integrar y no sólo su presencia muda y temerosa”[39]. Todos estos principios son sostenidos también por Maritain, al igual que las ideas expresadas en el siguiente párrafo: “Si hubo épocas de exclusiva acentuación ideal y otras de acentuación material, la nuestra debe realizar sus ambiciosos fines nobles por la armonía”[40].
En definitiva, las ideas de Perón incorporan la vertiente social cristiana, claramente enunciadas a continuación: “Importa, por tanto, conciliar nuestro sentido de la perfección con la naturaleza de los hechos, restablecer la armonía entre el progreso material y los valores espirituales y proporcionar nuevamente al hombre una visión certera de su realidad”[41].
El último párrafo del discurso nos da una idea cabal de los fines perseguidos por la comunidad organizada: “Esta comunidad que persigue fines espirituales y materiales, que tiende a superarse, que anhela mejorar y ser más justa, más buena y más feliz, en la que el individuo puede realizarse y realizarla simultáneamente, dará al hombre futuro la bienvenida desde su alta torre con la noble convicción de Spinoza: <<Sentimos, experimentamos, que somos eternos>>”[42]. Estos fines también son propuestos por el humanismo cristiano.
De igual forma, podemos considerar que Arturo Sampay, entre otros[43], constituyó una de las influencias socialcristianas a la hora de reformar la constitución, ya que “El progreso social y económico y las regresiones políticas que el mundo ha registrado en los últimos cien años, han creado necesidades ineludibles”[44], que debían ser atendidas. Este joven entrerriano, considerado un nacionalista católico con una fuerte orientación social adquirida[45] en la Universidad de La Plata y en sus estudios en Europa – en Milán asistió a la Universidad Católica y en París tuvo por maestro a Maritain- conoció a Perón en 1944, colaborando posteriormente en el gobierno peronista como fiscal de Estado en la provincia de Buenos Aires bajo las órdenes de Mercante. Las ideas queaportaSampay son:
- El estado, como sociedad políticamente organizada, es el garante del bien común.
- La democracia de masas y un Poder Ejecutivo fuerte.
- Función social de la propiedad.
- La idea de Justicia Social.
Estas ideas están plasmadas en los artículos 37[46], 38[47], 39[48] y 40[49] de la Constitución de 1949. Perón no reniega del pasado, ni de lo hecho por los próceres “que nos dieron honor, Patria y bandera”[50], marcándonos una senda, “esta senda no es otra que la libertad individual, base de la soberanía; pero ha de cuidarse que el abuso de la libertad individual no lesione la libertad de los otros y que la soberanía no se limite a lo político, sino que se extienda a lo económico o, más claramente dicho, que para ser libres y soberanos no debemos respetar la libertad de quienes la usen para hacernos esclavos o siervos”[51]. Como se observa, la influencia mariteniana en Sampay es notable.
De manera indirecta podemos incluir en las influencias socialcristianas de Perón a Alejandro Bunge, quien, nacido en 1880, estudió en Sajonia, Alemania y a su regreso se relacionó con Monseñor de Andrea, apoyándolo con los Círculos Católicos de Obreros, que dirigió en 1912. Una de sus ideas predominantes era al conciliación de clases para lograr solucionar la “cuestión social”. Apasionado por cuantificar la realidad, fue director de Estadística del Departamento Nacional de Trabajo entre 1913 y 1915 y en 1917 fundó la Revista de Economía Argentina. Su obra más conocida es Una Nueva Argentina, en donde, entre otros conceptos propone la independencia económica de la Argentina. Uno de los discípulos de Bunge fue el catalán José Figuerola, que trabajó con Perón en la Secretaría de Trabajo y Previsión y en el Consejo Nacional de Posguerra.
La doctrina pregonada por el peronismo
Para 1950 el peronismo ya contaba con cuatro años en el gobierno. Es en esa fecha que se decide instituir la Doctrina, para lo cual se crea la Escuela Superior Peronista, vista la necesidad de conformar cuadros que ayudaran a la formación de los conductores del movimiento. Entre las materias básicas que debían cursarse en la Escuela Superior Peronista figuraba Filosofía Peronista, debido a que: “Todo movimiento colectivo que trata de introducir modificaciones de fondo en la estructura social, debe tener una sólida justificación filosófica”[52]. Recordemos que el 17 de octubre de 1950 se había proclamado las Verdades Peronistas, cuyo número XIV, dice así: “El justicialismo es una nueva filosofía de la vida, simple, práctica, popular, profundamente cristiana y profundamente humanista”[53].
Hay que aclarar que emplearemos las palabras peronismo y justicialismo como sinónimo y las aplicaremos indistintamente. Alberto Ciria aclara que el mismo Perón, en 1974, se refirió a la nomenclatura justicialismo, y sostuvo que fue producto de una sesión de análisis en la Secretaría de Trabajo y Previsión, y fruto de un debate del nombre que darían a la doctrina, para diferenciarla de los imperialismo dominantes( o sea del capitalismo y socialismo). Fue el doctor Eduardo Stefforini quien dijo: “si esto ha de ser algo que gire sobre el pivote de la justicia social, si por las razones apuntadas y explicables no le ponemos nada de socialista, pongámosle Justicialista”[54].
Al entender del Justicialismo, todo pensamiento humanista y verdaderamente cristiano no puede estar fuera de esta doctrina, razón por la cual se ha convertido la doctrina justicialista en Doctrina Nacional, tornándose en programa de unidad nacional y reconciliación internacional[55].
Veamos la explicación que presenta el libro Filosofía peronista[56].
El Justicialismo es considerado una filosofía de vida, “en el sentido de que defiende y ayuda a la vida del hombre, facilitando la solución de sus problemas diarios y vitales, al darle los elementos para su progreso físico y espiritual”[57].
Es simple, en su estructura, y va sin rodeos a la verdad. “Enfrenta en forma clara los problemas fundamentales y los resuelve por principios sencillos y concretos, fácilmente inteligibles para cualquier mentalidad (…). Es doctrina de amor y de verdad, simple como ellos mismos, inspirada en la realidad eterna del hombre, en sus grandezas y miserias, en sus triunfos y en sus derrotas”[58].
Es práctica, porque enseña a obrar. La afirmación de Perón “mejor que decir es hacer y mejor que prometer es realizar” muestra claramente el espíritu práctico de esta ideología.
Es popular, porque se preocupa primordialmente por el trabajador. Perón había dicho: “Hemos hecho una doctrina que es para el Pueblo argentino, que está tomada del Pueblo argentino, no hemos inventado nada. Lo que el Pueblo quiere lo hemos traducido en una doctrina de carácter económico, político, social y cultural”[59].
Es profundamente cristiana[60]:
“Prosiguiendo con el análisis de la definición de Justicialismo, debemos señalar que el verdadero cristianismo es una característica esencial del Justicialismo. No sólo campea tal hondo sentido en toda la obra de Perón, sino que el punto de sostén del Justicialismo reside en una valoración de las fuerzas humanas y sociales (materia y espíritu, individuo y comunidad) que es la auténtica valoración cristiana. De fondo, no de forma, de contenido no de continente. Es la aceptación de las consecuencias humanas y sociales del Evangelio de Cristo: igualdad de todos los hombres, amor al prójimo, sin omitir la condenación de los explotadores y esclavizadotes; respeto a la propiedad privada, siempre que no se torne perjudicial para la sociedad; limitación de los poderes del Estado; reconocimiento de la dignidad del trabajo; estabilidad de la familia y consideración de la misma como pilar fundamental de la sociedad; sentido social de la justicia y respeto integral a la persona humana. Es la glorificación de la libertad de hacer el bien sin mirar las circunstancias y, por sobre todas las cosas, es el deseo expreso y permanente de comprender y cumplir la esencia de lo dictado por Cristo, por el amor, el divino recurso. Aquí se realiza la conjunción entre la prédica de Cristo y la praxis, prédica y acción, de Eva Perón. Si Cristo que es el bien, la verdad y la vida, predicó el amor entre los hombres, dónde hemos de encontrar un ejemplo más puro de aplicación que en la Abanderada de nuestro movimiento? Si Él dijo: “amarás a tu prójimo como a ti mismo” ella lo amó mucho, muchisimo más que a sí misma, dedicándole todos los esfuerzos y sacrificios hast rendirle, al fin, su preciosa vida”[61].
Es profundamente humanista: la doctrina justicialista está centrada en el hombre, que es el único fin y hacia el que dirige toda su acción. Perón señalaba que su doctrina se dedica al hombre individualmente considerado para hacer su felicidad y al hombre colectivamente tomado para hacer la grandeza y la felicidad del país[62]. Para el justicialismo nada hay superior al hombre, en el hombre de Pueblo, en los trabajadores –en el amplio alcance de este término- reivindicando a los humildes de todas las naciones y proclamando la primacía en nuestro país de una sola clase, la clase de los que trabajan.
De igual forma, la filosofía peronista considera que la prédica del cristianismo es uno de los antecedentes del justicialismo, ya que la doctrina de Jesús es eminentemente popular y justiciera, por lo que el Justicialismo puede ser reconocido como un cristianismo adaptado a las condiciones históricas de nuestros tiempos: “Esa vía luminosa no ha hecho más que ensancharse, hasta llegar a este momento en que, nosotros lo pretendemos y la realidad lo confirma, en el extremo austral del continente americano se instaura un régimen social que enarbola los inmortales principios cristianos y los concreta en hechos”[63].
En la doctrina justicialista:
- El hombre es considerado como un todo armónico de materia y espíritu, trascendente por su espiritualidad; un hombre que vive en comunidad en términos de armonía.
- El estado es una de democracia social, superando el antagonismo entre hombre de pueblo y estado, porque el Pueblo es el soberano.
- La libertad y la autoridad están conciliados y se armonizan en el estado democrático.
- La ética peronista se sostiene en la moral popular, de raigambre cristiana, conformando un sistema orgánico sostenido en las verdades evangélicas
- El trabajo es considerado como generador de fuerzas morales, de virtudes, de dignidad, que permite la superación personal, el progreso del pueblo y la grandeza de la nación.
- La cultura no sólo es la suma de conocimientos sino que debe estar orientada hacia la felicidad del pueblo. Es de contenido popular, porque extrae sus principales elementos del seno de los trabajadores, de las creaciones que interpretan su sentir y de las particularidades que caracterizan su suelo.
- La solidaridad debe impregnar la cultura, para lograr de este modo la superación del egoísmo personal, transcendencia de los intereses individuales-biológicos, conciencia del destino social del hombre, en definitiva: madurez de pensamiento y de sentimiento.
En conclusión: “el justicialismo es un humanismo que exalta al hombre en su real dimensión de ser material y espiritual individual y social”[64], la Tercera Posición que propone buscar la paz y la justicia social de los pueblos de todo el mundo.
¿Se apropió el peronismo de la doctrina proclamada por la Iglesia? En la doctrina que pregona se dice seguidora del cristianismo y se considera a sí misma como un humanismo cristiano. ¿Y en las obras?
La justicia social en acción: la democratización del bienestar
“Con la redistribución de los ingresos y la expansión de los consumos, la prosperidad de los años del peronismo –sólo quebrada en los momentos difíciles del período- fluyó a lo largo de la pirámide social urbana como nunca antes en el pasado”[65]. Como sostiene el párrafo anterior, fue durante la época del peronismo que la mayoría de los asalariados mejoraron su situación económica, ampliando sus horizontes más allá de las necesidades inmediatas de subsistencia como no se había dado nunca en nuestro país.
“Haciendo un balance final, tenemos que hacia 1955 los salarios reales todavía eran superiores en más del 60% a los correspondientes a 1945 y la participación de los asalariados en la distribución del ingreso nacional alcanzaba al 50%”[66].
Uno de los problemas más graves que enfrentaban los trabajadores era la vivienda. Desde 1943 se había producido un congelamiento de los alquileres, y para 1948 se aprobó la ley de propiedad horizontal, permitiendo la adquisición de departamentos. Muchos propietarios, frente al mal negocio que significaba alquilar, decidieron vender sus propiedades a los inquilinos. Al mismo tiempo, el Banco Hipotecario Nacional otorgó créditos, con mínimos requisitos y bajas tasas de interés. Asimismo el gobierno construyó viviendas para los sectores de más bajos recursos, dando nacimiento a nuevos barrios como el llamado Ciudad Evita, camino al aeropuerto de Ezeiza, o el barrio Los Perales, en Mataderos. De esta manera el número de propietarios pasó de 26% en 1947 al 58,1% en 1960.
La previsión social también tuvo un gran impulso, creándose desde 1943 la caja de empleados de comercio y del personal de la industria[67]. Según Torre y Pastoriza, se produjo un salto muy significativo en el número de afiliados al sistema previsional: pasó de casi 500.000 en 1943 a cerca de 2.400.000 en 1947[68], casi cinco veces más. En 1944 se creó el Instituto Nacional de Previsión Social para promover la jubilación entre los trabajadores que no la poseían, aunque la otra finalidad perseguida, que era igualar derechos y obligaciones entre todos los beneficiarios, no se pudo lograr. Una de las propuestas del Primer Plan Quinquenal era introducir la seguridad social universal, pero tampoco pudo ser implementada. De igual forma, en 1948 se establecieron pensiones no contributivas para mayores de 60 que no gozaran de ninguna jubilación ni medios suficientes de subsistencia, financiadas por la Lotería nacional. Lamentablemente sólo se implementó en la Capital Federal y los territorios nacionales.
Siguiendo los preceptos de la justicia social, la salud pública fue desarrollada bajo la figura del doctor Ramón Carrillo. Para ello se creó la Secretaría de Salud Pública en 1946, luego elevada a ministerio tres años después. “Carrillo procuró llevar a la práctica el programa desarrollado por el pensamiento sanitarista en la década precedente, un programa que ponía el acento en el primado de la intervención estatal y que confiaba a esa intervención la misión de centralizar las tareas de atención médica y de asistencia social a los efectos de una acción integral”[69]. También en el Primer Plan Quinquenal se pretendía crear un sistema unificado de salud para todos los argentinos, que tampoco se concretó por variedad de obstáculos. A pesar de ello, se mejoró sustancialmente la atención médica: de 4 camas por cada 1.000 habitantes de principios del período peronista se pasó a a 7 en 1954. Se comenzaron a erradicar enfermedades endémicas como el paludismo, la tuberculosis y la sífilis, gracias al uso del DDT y la difusión de la penicilina y sus derivados. Se inició a la población dentro de la educación sanitaria, a través del uso de certificados de vacunación necesarios para inscribirse en la escuela, entre otros trámites.
La tasa de mortalidad infantil decreció y aumentó la esperanza de vida: de 61 años en 1947 a 66,5 en 1953. Se mejoró la extensión de desagües cloacales y la provisión de agua potable y en número de médicos por habitantes.
Otro punto importante al tratar el tema de salud fue la aparición de las obras sociales sindicales, que aunque dieron asistencia a la población asalariada, competían con la propuesta de Carrillo de un plan asistencial universal.
Asimismo, se incremento el llamado turismo de masas, que ya había iniciado un proceso de expansión durante la década del treinta. Los lugares preferidos de veraneo fueron Mar del Plata y las sierras de Córdoba, y en menos escala, Mendoza, Salta, Bariloche y las Cataratas del Iguazú. Para 1955 1.400.000 turistas habían arribado a las playas marplatenses. El apercibimiento del aguinaldo así como las vacaciones pagas permitió que un gran número de asalariados pudieran gozar de unos días de descanso. El ministerio de Obras Públicas construyó dos grandes colonias de vacaciones, una en Chapadmalal, cerca de Mar del Plata y otra en Rio Tercero, Córdoba. Para pasar las vacaciones cerca de la Capital Federal se construyeron tres grandes piletas en Ezeiza. A todas estas obras hay que sumarle los hoteles de los distintos gremios.
De igual forma, fue en el campo educativo otro de los ámbitos donde se logró un verdadero crecimiento. A pesar que los gobiernos anteriores habían realizado buenas políticas en este punto, el analfabetismo era una preocupación que no se había resuelto. Para darnos cuenta de la importancia que el peronismo otorgó a la educación debemos señalar que la órbita de educación se separó del Ministerio de Justicia y se creó un Ministerio de Educación. “Con la llegada del peronismo al gobierno la incorporación a la escuela volvió a crecer, en 1946-50 al 2,1% y en 1951-1955 al 3,1%. A lo largo de la década la tasa de crecimiento de la matrícula fue superior a la de la población total, lo cual sugiere que el acceso a la enseñanza primaria se extendió a más sectores sociales de menos ingresos”[70] . Entre 1946 y 1955 la matrícula secundaria creció un 11,4% y la universitaria pasó de más de 47.000 alumnos a 138.628. Nuevos grupos sociales tuvieron acceso a la educación secundaria y superior, al igual que las mujeres al ámbito universitario. Se eliminaron los aranceles y esto permitió la democratización de la educación.
La Fundación Eva Perón
No se entenderá la política peronista en su totalidad si no se tiene en cuenta una institución clave: la Fundación Eva Perón, creada en 1948. “Es conocido el papel que desempeñó la Fundación Eva Perón en este proyecto político, con su capacidad de sumar adherentes al Partido Justicialista, sobre todo de los sectores más postergados”[71]. La Fundación se dirigió a los sectores más desamparados de la población, a aquellos que no pertenecían al mercado laboral, sobre todo a las mujeres, a los niños y a los ancianos. La obra de la Fundación fue variadísima: construyó hogares para madres solteras, huérfanos y ancianos; hospitales, policlínicas; colonias de vacaciones; comedores escolares; hoteles de turismo; escuelas; viviendas, etc. De esta manera realizó actividades que involucraban la acción social, educativa, médica y turística. En el imaginario popular se recuerda el reparto de juguetes y bicicletas a los niños, los campeonatos infantiles, las máquinas de coser para que las madres trabajasen y no abandonaran el hogar, además de la cantidad de cartas y pedidos que la gente enviaba a Evita y eran concretados.
José Luis Romero considera que la obra de la Fundación y por lo tanto de Evita introdujo un acento nuevo en la política argentina. Era el acento de los viejos caudillos populares, pero impregnado de una sentimentalidad protectora. “Hoy es un símbolo (…) de una manera nueva en la Argentina de percibir lo político en la que se mezclan lo ideológico y lo sentimental”[72].
Los fondos de la Fundación, que generaron gran controversia, porque “aunque era una institución de carácter privado y en teoría completamente independiente del Estado, su carácter de organismo semioficial era difícil de ocultar”[73], provenían de varias fuentes: donaciones “voluntarias” de empresas, contribuciones extraordinarias de los sindicatos, partidas correspondientes de la Lotería Nacional, cuotas regulares de los trabajadores.
Varios autores, entre ellos Plotkin, sostienen que la provisión de servicios sociales por parte de la Fundación fue utilizada por el régimen para la construcción de un imaginario político y para lograr consenso entre la población. “¿Cuán exitosa, podemos preguntarnos fue en efecto la Fundación Eva Perón en alcanzar su objetivo principal: ampliar la base social del régimen? (…) el régimen tuvo éxito en atraer a sectores sociales que antes habían estado marginados”[74]. Alberto Ciria sostiene que la Fundación fue juzgada negativamente por el antiperonismo debido a su heterodoxa mecánica contable-administrativa y a la relación estrecha que la ligaba con el estado. Sin embargo el impacto que causó en amplios sectores populares fue reconocido hasta por los críticos extranjeros, que consideraron la aparición de la Fundación como una revolución en el enfoque argentino de la asistencia social[75].
La justicia social se había puesto en acción.
Conclusión
A través de estas páginas hemos intentado presentar los argumentos necesarios para considerar que las figuras de Juan Domingo Perón y Eva Perón poseen ciertos rasgos atribuidos al humanismo cristiano. El primero de ellos es la visión que la llamada doctrina peronista o justicialista afirma del hombre, concibiéndolo como un todo armónico de materia y espíritu, que vive en una comunidad que concilia los intereses individuales y los de los semejantes. Asimismo pregona una moral cristiana, lo que lleva al estado a proclamar, entre otras ideas, la existencia de la propiedad privada con función social.
No sólo en lo discursivo de su doctrina sino en lo fáctico el peronismo llevó adelante uno de los postulados más importantes del humanismo, que es la justicia social. Bien es cierto que puede considerarse que la política social llevada a cabo por el peronismo, ya sea desde el estado como desde la Fundación Eva Perón se realizó para ampliar el consenso y lograr la adhesión de trabajadores y de los sectores más vulnerables. Aún así, este gobierno que puede ser considerado como el iniciador de una revolución “desde arriba”, logró que millones de personas accedieran a un nivel de vida que les permitió, como dijo Perón en su discurso del 17 de octubre de 1945, “ser un poquito más felices”.
Ciertamente que el gobierno peronista no reunió todas las características del humanismo cristiano, como el referido a la democracia y a los partidos políticos. A pesar que en ningún momento el régimen peronista dejó de funcionar con los poderes republicanos, se podrá alegar que en la práctica no se ejercía la verdadera democracia, ya que no sólo Perón detentaba el poder ejecutivo, sino que controlaba el legislativo y el judicial. Sin embargo en la reforma constitucional de 1949 se respetó el sistema republicano, cuando podría haberlo cambiado debido a que contaba con el apoyo necesario de la población. Tampoco el régimen peronista proscribió a los grandes partidos opositores, como el radicalismo y el socialismo, aunque no favoreció la libertad de prensa como es ejercida en los países que se dicen republicanos. La justificación a estas conductas podemos encontrarlas en el primer punto que abordamos: la personalidad de Perón, que realizó el traslado de ciertos principios de la esfera militar al plano político, concibiendo la política como obediencia y verticalidad, características que no son ciertamente compatibles con la verdadera democracia.
Un punto importante a tener en cuenta es la influencia que ejercieron en Perón y la construcción de su ideario político las ideas socialcristianas sostenidas por Maritain, Sampay y Alejandro Bunge, entre otros. Ideas que luego sustentaron su doctrina peronista, que, como su personalidad, fue cambiando y adaptándose a su pragmatismo, aunque nunca se dejó de lado la justicia social.
En cuanto a los enfrentamientos entre Perón y la Iglesia Católica debemos acentuar la idea de que adherir al humanismo cristiano no necesariamente significa obedecer a la jerarquía eclesiástica ni estar en buenas relaciones con sus miembros. La Iglesia se vio favorecida por las medidas adoptadas por el gobierno militar de 1943, imponiendo nuevamente la educación religiosa en las escuelas, y muchos católicos –la mayoría militante del nacionalismo- vieron en Perón al líder que establecería la justicia social, única herramienta capaz de lograr la verdadera armonía de clases. Cabe recordar que el gobierno justicialista elevó a la categoría de ley la enseñanza religiosa, aunque el distanciamiento y posterior enfrentamiento con algunas figuras claves del catolicismo social, como el caso de Monseñor de Andrea fue más que nada una cuestión de principios y de intereses, como la competencia entre la Casa de la Empleada, sostenida por De Andrea, y el Hogar de la Empleada, fundada por la Fundación Eva Perón. Omar Acha sostiene que aunque Perón decía inspirarse en las encíclicas sociales del Vaticano, su pensamiento corporativista y la inclinación populista proveían ciertos beneficios intolerables para el catolicismo social como era el goce real e imaginario del consumo antes exclusivo de las clases privilegiadas y el reconocimiento del valor de la mujer pobre[76]. “Las prácticas y los discursos católicos, nunca más que entonces limitadamente progresistas, aparecían como impotentes y conservadores frente a la pujante sociedad política peronista que tenía al Estado en uno de sus extremos”[77].
De todos modos, se puede hablar de “sacerdotes peronistas”, entre ellos el padre Benítez, asesor espiritual de la Fundación Eva Perón, que vio en el peronismo una continuación del cristianismo, por los principios que sustentaba.
Posteriormente, en la década del 60 el sacerdote Carlos Mujica escribía sobre los “valores cristianos del peronismo”, porque consideraba que el peronismo ponía el acento en los valores éticos, como la generosidad, sinceridad, desinterés y humildad, y que Perón entendió desde un principio las necesidades bien concretas e inmediatas de los hombres: las reivindicaciones de la clase trabajadora, aún enfrentando las duras críticas del Partido Comunista que dice que eso es, en el fondo, quitarle a la clase trabajadora la fuerza revolucionaria.
El movimiento Justicialista se presentó como un intérprete de los principios del humanismo cristiano, el más destacado fue la justicia social, aunque, como todo en lo humano, ya sea por la circunstancias o por su conductor, no logró emplazar a todos ellos en la vida política argentina.
Bibliografía
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* Es profesora en la Diplomatura en Cultura Argentina de nuestro instituto. Profesora de Historia (Universidad Católica Argentina), Diplomada en Educación, Imágenes y medios (FLACSO), Doctoranda en Comunicación Social (Universidad Austral).
[1]http://www.causaestudiantil.com.ar/bibliotecavirtual/BIBLIOTECA%20DEL%20PENSAMIENTO/PERON%20JUAN%20-%20LA%20COMUNIDAD%20ORGANIZADA.pdf.
[2]Madaria, Edgardo. Política, conocimiento y acción: reflexiones de Alfonso Santiago. Buenos Aires, Educa, 2001, p. 186.
[3]Idem, p. 190.
[4] Amadeo, Mario. Ayer, hoy y mañana. Buenos Aires, Ediciones Gure, 1956, p. 18
[5]Idem, p. 96.
[6] Madaria, E. ob. cit, p. 188.
[7] Piñeiro Iñiguez, Carlos. Perón. La construcción de un ideario. Buenos Aires, Siglo XXI Editora Iberoamericana, 2010, p. 25.
[8]Camusso, Marcelo P. E. Formación militar y acción política. La formación militar del Teniente General Perón y el Estado Mayor Alemán. Tesis de doctorado en Ciencias Políticas. Universidad Católica Argentina. 2006.
[9] Éste es el título que le da Carlos Piñeiro Iñiguez a uno de los puntos de un capítulo de su obra Perón. La construcción de un ideario. Ver Piñeiro Iñiguez, C., ob. cit., p. 41.
[10]Idem, p. 41.
[11] Bianchi, Susana. Catolicismo y peronismo. Religión y política en la Argentina 1943-1955. Buenos Aires, IEHS/Prometeo. 2001.
[12] Citado por Piñeiro Iñiguez. Ver Piñeiro Iñiguez, C., ob. cit, p. 42.
[13]Idem, p. 43.
[14]Zanatta, Loris. Del estado liberal a la nación católica: Iglesia y Ejercito en los orígenes del peronismo. 1930-1943. Quilmes, Universidad Nacional de Quilmes, 1996.
[15]Navarro, Marisa. Evita. Buenos Aires, Planeta, 1994, p. 15.
[16] Perón, Eva. La razón de mi vida. Buenos Aires, Ediciones Peuser, 1951, p. 16.
[17]Idem, p. 21.
[18]Piñeiro Iñiguez, C., ob. cit, p. 41.
[19] Perón, E., ob. cit, p. 218-219.
[20]Idem, p. 226.
[21]Ibídem, p. 227.
[22]Ibídem, p. 228.
[23] Piñeiro Iñiguez, C., ob. cit, p. 10.
[24] Idem.
[25] Ibídem, p, 39. “Los habitantes de lo que hoy es la Argentina, fueron en su mayoría católicos, y desde 1945, en su mayoría peronistas”.Piñeiro Iñiguez, C., ob. cit., p. 39.
[26] Piñeiro Iñiguez, C., ob. cit., p. 67.
[27] Desarrollada por Maritain en su libro Concepción cristiana de la ciudad, entre otras. En otros de sus textos señala: “El cristianismo debe informar, o mejor, penetrar el mundo, y no porque éste sea su fin principal (para él es un fin secundario indispensable), ni tampoco para que el mundo se convierta desde ahora en el reino de Dios, sino para que la refracción del mundo de la gracia sea en él cada vez más efectiva y el hombre pueda vivir mejor en él su vida temporal” Maritain, Jacques. Humanismo integral. Problemas temporales y espirituales de una nueva cristiandad. Buenos Aires, Carlos Lohlé, 1966, p. 90.
[28]Desarrollada también en la obra anteriormente citada.
[29] Presentadas por Maritain en su obra Acción católica y acción política.
[30] Maritain, Jacques. Humanismointegral….,ob. cit, p. 95-96.
[31]Altamirano, Carlos. Bajo el signo de las masas. 1943-1973. Buenos Aires, Ariel, 2001, p. 136.
[32]Idem, p. 136.
[33]El Primer Congreso Nacional de Filosofía se inauguró el 30 de marzo de 1949 en la ciudad de Mendoza. Su organización fue llevada a cabo por la Universidad Nacional de Cuyo que tenía como rector a un prestigioso filósofo: el doctor Ireneo Fernando Cruz. Junto con él trabajaron en la preparación del Congreso el decano de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, el doctor CoriolanoAlberini, el Reverendo Padre, doctor Octavio Derisi, el profesor Eugenio Pucciarelli, el doctor Carlos Astrada, el profesor Miguel Ángel Virasoro, el profesor Nimio de Anquin, y otros importantes filósofos argentinos.El Congreso contó con la asistencia y la adhesión de destacados especialistas de reconocimiento mundial en la materia como lo eran Karl Jaspers, Benedetto Croce, Gabriel Marcel, Martin Heidegger, José Vasconcelos, Julián Marías, entre otros.Como cierre del Congreso, el doctor Ireneo Fernando Cruz invitó al presidente de la Nación, Juan domingo Perón, a hacer uso de la palabra.
[34] Para mayor información sobre este tema ver la obra de Piñeiro Iñiguez ya citada en el capítulo dedicado al Congreso de Filosofía de 1949. Piñeiro Iñiguez, C., ob. cit, p. 688.
[35]http://www.causaestudiantil.com.ar/bibliotecavirtual/BIBLIOTECA%20DEL%20PENSAMIENTO/PERON%20JUAN%20
[36]Idem.
[37]La comunidad organizada.
I – El hombre y la sociedad se enfrentan con la más profunda crisis de valores que registra su evolución.
II – El hombre puede desafiar cualquier mudanza si se halla armado de una sólida verdad.
III – Si la crisis medioeval condujo al Renacimiento, la de hoy, con el hombre más libre y la conciencia más capaz, puede llevar a un renacer más esplendoroso.
IV – La preocupación teológica.
V – La formación del espíritu americano y las bases de la evolución ideológica universal.
VI – El reconocimiento de las esencias de la persona humana como base de la dignificación y del bienestar del hombre.
VII – La realización perfecta de la vida.
VIII – Los valores normales han de compensar las euforias de las luchas y las conquistas y oponer un muro infranqueable al desorden.
IX – El amor entre los hombres habría conseguido mejores frutos en menos tiempo del que ha costado a la humanidad la siembra del rencor
X – El grado ético alcanzado por un pueblo imprime rumboal progreso, crea el orden y asegura el uso feliz de la libertad
XI – El sentido último de la ética consiste en la corrección del egoísmo
XII – La humanidad y el yo. Las inquietudes de la masa
XIII – Superación de la lucha de clases por la colaboración social y la dignificación humana
XIV – Revisión de las jerarquías
XV – Espíritu y materia: dos polos de la filosofía
XVI – Cuerpo y alma: el “cosmos” del “hombre
XVII – ¿La felicidad que el hombre anhela pertenecerá al reino de lo material o lograrán las aspiraciones anímicas del hombre el camino de la perfección
XVIII – El hombre como portador de valores máximos y célula del “bien general
XIX – Hay que devolver al hombre la fe en su misión
XX – La comunidad organizada, sentido de la norma
XXI – La terrible anulación del hombre por el estado y el problema del pensamiento democrático del futuro
XXII- Sentido de proporción. Anhelo de armonía. Necesidad de equilibrio
[38]Por ejemplo:“Los griegos de Sócrates se formulaban grandes preguntas: el ser, el principio, la virtud, la belleza, la finalidad, y trataron de formular debidamente sus tablas de Moral y sus principios de Ética”; “Cuando Leibniz nos dice (…)”; “Leemos en Empédocles que las alternativas en el predominio del amor y del odio engendran los diversos períodos en el mundo”; “Spencer nos dice que el sentido último de la Ética consiste en la corrección del egoísmo”. Ver http://www.62regionalrosario.com.ar/archivos/5077archivo.pdf.
[39] http://www.62regionalrosario.com.ar/archivos/5077archivo.pdf
[40]Idem.
[41]Ibidem
[42]Ibidem.
[43]Debemos nombrar también a Pablo Ramella, Carlos María Lascano, Joaquín Díaz de Vivar, Carlos Berraz, Ítalo Luder e Ireneo Cruz, juristas que actuaron como convencionales en 1949. También se debe señalar los proyectos de reforma presentados por Carlos Cossio, filósofo y jurista argentino que tenía contactos con Hans Kelsen.
[44]Perón, J.D. Discurso ante la Asamblea Constituyente reformadora, 27 de enero de 1949.
[45]Por lo menos así lo considera Piñeiro Iñiguez. Ver Piñeiro Iñiguez, C. ob. cit.
[46]Derechos del trabajador, de la familia, de la ancianidad y de la educación y la cultura.
[47]Comienza así: “La propiedad privada tiene una función social, y en consecuencia, estará sometida a las obligaciones que establezca la ley con fines de bien común (…).
[48]“El capital debe estar al servicio de la economía nacional y tener como principal objeto el bienestar social. Sus diversas formas de explotación no pueden contrariar los fines de beneficio común del pueblo argentino”.
[49]“La organización de la riqueza y su explotación tiene por fin el bienestar del pueblo, dentro de un orden económico conforme a los principios de la justicia social. El Estado, mediante una ley, podrá intervenir en la economía y monopolizar determinada actividad, en salvaguardia de los intereses generales y dentro de los límites fijados por los derechos fundamentales asegurados en esta Constitución. (…). Los minerales, las caídas de agua, los yacimientos de petróleo, de carbón y de gas, y las demás fuentes naturales de energía, con excepción de los vegetales, son propiedad imprescriptible e inalienable de la Nación, con la correspondiente participación en su producto que se convendrá con las provincias. (…).
[50]Perón, J.D. Discurso ante la Asamblea Constituyente reformadora, 27 de enero de 1949
[51]Idem.
[52]Filosofía peronista. Buenos Aires, Editorial Mundo peronista, 1954, p. 13.
[53]Idem, p. 16.
[54]Ciria, Alberto. Política y cultura popular: la Argentina peronista. 1946-1955. Buenos Aires, Ediciones de la Flor, 1983, p. 78-79.
[55]Ibídem, p. 17.
[56]Filosofía peronista. Ob. cit.
[57]Ibídem, p. 20/21.
[58]Ibídem, p. 21
[59]Perón, Juan Domingo. Discurso ante los estudiantes brasileños. 19 de julio de 1950.
[60]Debido a la importancia que tiene este punto hemos decidido copiar toda la cita del libro que se refiere a este punto.
[61]Filosofía peronista, ob cit., p. 24-25.
[62]Idem, p. 25.
[63]Ibídem, p. 73.
[64]Ibídem, p. 282.
[65]Torre, Juan Carlos y Pastoriza, Elisa. “La democratización del bienestar”. En Torre, Juan Carlos. Los años peronistas(1943-1955). Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 2002, Colección Nueva Historia Argentina, Tomo VIII.
[66]Idem, p. 281.
[67]En 1904 se había creado la caja de empleados públicos, en 1915 la de ferroviarios, en 1921 la de personal de servicios públicos, en 1923 la de bancarios y en 1939 la de periodistas y personal de la marina mercante.
[68]Torre, J. C. y Pastoriza, E. ob. cit, p. 288.
[69] Idem, p. 291.
[70] Torre, J.C. y Pastoriza, E., ob. cit, p. 297.
[71]Golbert, Laura.”Las políticas sociales antes y después de la Fundación Eva Perón”, en Barry, Carolina, Ramacciotti, Karina y Valobra, Adriana. La Fundación Eva Perón y las mujeres: entre la provocación y la inclusión.Buenos Aires, Biblos, 2008, p. 27.
[72] Ciria, A., ob. cit., p. 114.
[73]Plotkin, Mariano. Mañana es San Perón. Propaganda, rituales políticos y educación en el régimen peronista. 1946-1955. Buenos Aires, Ariel, 1993, p. 229.
[74] Idem, p. 246.
[75] Ciria, A., ob. cit, p. 306.
[76]Acha, Omar.”Dos estrategias de domesticación de la mujer trabajadora: La Casa y el Hogar de la Empleada” en Barry, Carolina, Ramacciotti, Karina y Valobra, Adriana. La Fundación Eva Perón y las mujeres: entre la provocación y la inclusión.Buenos Aires, Biblos, 2008, p.165.
[77]Idem, p.165.