“LA CIUDAD DE JUAN DE GARAY”, POR RODRIGO SALINAS


Compartí

“LA CIUDAD DE JUAN DE GARAY”, POR RODRIGO SALINAS Compartí

Por Lic. Rodrigo Salinas

Alumno de la Diplomatura en Cultura Argentina e historiador de la UBA

Investigador de la Ciudad de Buenos Aires, la Avenida de Mayo y los festejos del Centenario

 

 

LA CIUDAD DE JUAN DE GARAY

MORFOLOGÍA DE LA PLAZA MAYOR

Y DE LAS IGLESIAS JESUÍTICAS

DE BUENOS AIRES ENTRE LOS SIGLOS XVII Y XVIII

 

Primera vista conocida de Buenos Aires, pintura realizada por el navegante holandés Aldus Verthoont,

quien fondeó el puerto de la ciudad en 1628.

 

Hacia fines del siglo XVI culmina el “periodo inicial de la conquista española” y queda fundado el conjunto de las principales ciudades, todas ellas situadas especialmente en las tierras bajas o en el piedemonte del Noroeste argentino. Ejemplo de ello fueron las ciudades de Salta (fundada en 1582 por el gobernador Hernando de Lerma, acompañado de muchos indios “amigos flecheros”), La Rioja (fundada en 1591 por el gobernador del Tucumán, Juan Ramírez de Velasco) y la ciudad de Jujuy (fundada en 1593 por Francisco de Argañarás y Murguía), garantizando de esta forma el paso seguro hacia el Alto Perú. Unos años mas tarde, la conquista española se extendió al Río de la Plata y produjo, en palabras del historiador Zacarías Moutoukias, la emergencia de las formaciones estatales del periodo colonial y la consolidación de las principales circunscripciones administrativas de dicha región. De este modo, la Gobernación del Río de la Plata (que se prolongó entre 1617 y 1783) nació condicionada por su situación doblemente periférica, respecto del Virreinato del Perú y de la Audiencia de Charcas -que desempeñaba no solo importantes funciones judiciales sino además políticas- del que formaba parte, y respecto de la corona de Castilla, a la cual aquél se había integrado. Para designar los asentamientos españoles fundados en América -cada uno de los cuales no pasaba de varios centenares de habitantes en el mejor de los casos- Pedro Sotelo de Narváez, un destacado vecino de Santiago del Estero, utilizaba el término “ciudad”, haciendo referencia a la forma política que se le había dado. De este modo, para cada una de las ciudades fundadas se estimaba el número de “vecinos encomenderos” (por sus méritos o distinciones personales) y de indios de servicio. Es decir, el número de residentes permanentes que disfrutaban de dos privilegios: la vecindad y el derecho legítimo a obtener el trabajo forzado o el producto del trabajo de los naturales o de la población sometida. La primera suponía que los jefes de familia tenían “casa poblada” en el trazado urbano y formaban parte de la comunidad política con plenitud de derechos y obligaciones. Entre éstos estaba el ser miembro del cabildo o, eventualmente, participar en su elección, así como el de ejercer oficios en cualquiera de las magistraturas y en el cuerpo de las milicias.

La expedición refundadora de Buenos Aires, al mando del lugarteniente español Juan de Garay, partió el 9 de marzo de 1580 desde la ciudad de Santa Fe. Bajando por tierra, sobre la barraca de la costa del Río Paraná, iba un gran arreo de hacienda. El grueso de la gente viajaba en carabela, bergantines y cuarenta balsas. Diez españoles, sesenta mestizos, treinta y nueve soldados y centenares de “indios amigos” -en su mayoría indios guaraníes, ya que en Buenos Aires y Santa Fe el servicio de los indios locales era muy débil- integraban el grupo. La inclusión de estos últimos se debía principalmente a sus hábitos sedentarios, su dominio de la agricultura y su escasa resistencia al dominio español. Dos zanjones excavados a partir del cauce de dos arroyos situados a la altura de las calles Viamonte y Córdoba, hacia el Norte; y Chile e Independencia, hacia el Sur, aseguraban la defensa contra el ataque de los indios querandíes que habitaban en las cercanías de Buenos Aires, quienes fueron derrotados finalmente por las fuerzas expedicionarias junto con su jefe Tububá a mediados del año 1580.

Pese a que se trataba, en su mayor parte, de planicies poco pobladas, el dominio colonial efectivo no se alejó demasiado de las costas y se conformaron reducidos enclaves portuarios desde Corrientes hasta Buenos Aires. Todos ellos se instalaron en la parte alta de la costa del viejo establecimiento del adelantado Pedro de Mendoza, a unos 450 kilómetros río abajo al sur de la ciudad de Santa Fe. Este emplazamiento era propicio para abrir el comercio de las provincias del Interior -especialmente el Tucumán, Asunción y el Alto Perú- con España. Aun hoy en día no se sabe con exactitud donde ocurrió la primera fundación de 1536, aunque existe un consenso entre los historiadores en que ésta se dio en el mismo lugar donde se halla ubicado actualmente el Parque Lezama de la Capital Federal…

 

Así lucía la Plaza Mayor a principios del siglo XVII. Se trataba de un cuadrado barroso de unos 20000 m2 de superficie que recién fue mejorado en 1803 con la construcción de la Vieja Recova. Era un sitio multiuso: en ella se llevaban a cabo las ceremonias oficiales y religiosas; allí también estaba situado el mercado de abasto de la ciudad. Por ella podían transitar carretas o jugarse corridas de toros, realizarse ejecuciones públicas o aplicarse cepos de castigo. Fuente: Gutiérrez Zaldivar, Ignacio; “Leónie Matthis”. Buenos aires, Zurbarán Ediciones, 1992.

 

Seguir leyendo el artículo de Rodrigo Salinas.

 


Si querés recibir el Boletín Digital del Instituto de Cultura

en tu correo electrónico, completá el siguiente formulario: