GUILLERMO JAIM ETCHEVERRY: “TENEMOS POCA GENTE EDUCADA, GRAN DESIGUALDAD EN LA EDUCACIÓN Y PROBLEMAS GRAVES DE CALIDAD”


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GUILLERMO JAIM ETCHEVERRY: “TENEMOS POCA GENTE EDUCADA, GRAN DESIGUALDAD EN LA EDUCACIÓN Y PROBLEMAS GRAVES DE CALIDAD” Compartí

Entrevista a Guillermo Jaim Etcheverry,
médico, académico y profesor de la Diplomatura en Cultura Argentina

 

Gisela Daus, en Clarín — La Argentina lidera un triste ranking: es el país que más retrocedió de la región –desde 2000– en los aprendizajes de jóvenes quinceañeros escolarizados en contraste con Perú, el país que más progresó en los últimos 18 años según las pruebas del Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA, 2018). Entonces se examinaron a 600 mil estudiantes de 79 países. De allí surge que unos 750 mil jóvenes argentinos no estudian ni trabajan: los “ni-ni” representan un 24%, cuando esa cifra es del 16% a nivel regional y mundial, del 13%. Hay más: casi la mitad (47%) de los que terminan la secundaria tiene graves dificultades para comprender lo que lee –sobre 320 mil estudiantes de quinto o sexto año según la investigación Aprender (2017), realizada por el Ministerio de Educación nacional.

Los datos evidencian un sistema educativo crítico y un panorama desolador: es un desastre coyuntural, histórico, que persiste desde hace décadas. Así lo corrobora en su libro Educación: la tragedia continúa (Sudamericana), Guillermo Jaim Etcheverry –médico y académico con vasta trayectoria en educación e investigación científica– que en 1999 publicó La tragedia educativa (Fondo de Cultura Económica) y que ya lleva 25 reimpresiones. El investigador lo analiza desde el siglo XXI como drama social que sigue y empeorado por otro, la peste mundial.

“Veinte años no pasan en vano: hay datos que no había, de estudios, evaluaciones. La tapa del libro tiene una imagen de 2014 que siempre me impresionó y la elegí porque resume bien la situación, que pasamos ante la realidad sin prestarle atención. Esa foto despertó debate, es de un museo de Ámsterdam en la que hay un grupo de chicos frente a La ronda de noche de Rembrandt, con las cabezas hacia abajo mirando sus celulares; generó discusiones mundiales porque la gente se dividió al observar lo que hacían, si estaban interesados en otra cosa contra quienes decían que estudiaban la obra… Tanto mirando otra cosa o estudiándola, mi punto está ahí: resume la idea y evolución de estas dos décadas, muestra un alejamiento de la realidad hacia una más mediatizada y peligrosa”, cuenta Jaim Etcheverry en videollamada con Ñ.

–¿Cuál es su diagnóstico del estado actual de la educación argentina en un contexto de crisis?

–La pandemia fue inesperada, se hizo un gran esfuerzo para tratar que los chicos no pierdan la continuidad pedagógica: los docentes –sin estar preparados–, los mismos chicos, la familia. Hicieron lo que se pudo. Los resultados demuestran una profundización de las desigualdades. Varios no acceden a medios remotos, no todas las familias pueden ayudar a los chicos en las tareas escolares; es un problema gravísimo y también, la deserción. Hay que ser cautos pero esto va a influir en una situación educativa ya crítica.

–¿Cuál es la “profunda mutación que experimenta nuestra sociedad”?

–Me refiero a un cambio de valores profundo que se ha producido en la civilización occidental, hasta ahora basada en parámetros como el esfuerzo, el trabajo, la exploración del “tiempo lento” de los humanos. Se vincula con que vivimos en una sociedad y un mundo aceleradísimo pero el ser humano también vio aquel otro y las creaciones son producto de este: las científicas, artísticas responden al tiempo lento; a gente que imagina, reflexiona, piensa, que vuelve atrás y eso contradice las tendencias de la sociedad actual… Los chicos tienen derecho a saber que además de ese tiempo rápido de la banalidad, la superficialidad que hoy les mostramos, los seres humanos fueron capaces de hacer otras cosas más, que todas esas herramientas tecnológicas usadas hoy –son productos que habito– para vivir el tiempo lento aunque proveen tiempo rápido. Somos tiempo, es lo único que tenemos. Que todo tenga que ser “divertido” nos empobrece, limita sus posibilidades; merecen conocer lo mejor que puedan, como no mostrar desprecio a la gente y exigirles, ser exigidos les demuestra que importan.

–Me llamó la atención esa pérdida de atención planteada como tragedia en el aprendizaje y su relación con la tecnología, que subraya.

–Esta pérdida es un punto central de la tragedia actual en ese proceso. No hay evidencias claras de qué es lo que sucede. Bien usada, la tecnología es una herramienta que contribuye al aprendizaje. Pero estas herramientas hablan de la información: el conocimiento de la información lo procesa la persona. Cito al poeta griego, Hesíodo: “La educación ayuda a la persona a aprender a ser lo que es capaz de ser”…

 

 


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