GUILLERMO JAIM ETCHEVERRY: “SE HA PERDIDO LA IDEA DE QUE EDUCARSE REPRESENTA UN ESFUERZO POR PARTE DE LOS NIÑOS Y LOS JÓVENES”


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GUILLERMO JAIM ETCHEVERRY: “SE HA PERDIDO LA IDEA DE QUE EDUCARSE REPRESENTA UN ESFUERZO POR PARTE DE LOS NIÑOS Y LOS JÓVENES” Compartí

 

Entrevista exclusiva al profesor Guillermo Jaim Etcheverry,

en el marco del bicentenario de la fundación de la UBA

 

Después de veinte años de publicada La tragedia educativa, que es hoy una obra de referencia en la materia, aparece Educación. La tragedia continúa. ¿Qué le motivó a esta nueva reflexión sobre el mismo tema?

Consideré que habiendo transcurrido dos décadas desde la aparición del libro -que se reimprimió en más de veinte oportunidades y que nunca fue actualizado- correspondía volver a analizar la situación. En ese lapso se produjeron muchos cambios en el entorno social como el que menciona y, a mi vez, había continuado reuniendo información sobre estas cuestiones. Me propuse revisar el texto inicial pero concluí escribiendo otro libro dada la magnitud de esas trasformaciones. Lógicamente las ideas básicas se han conservado.

 

¿Analiza la influencia de las actuales condiciones, como la irrupción del mundo digital en la educación?

Como es lógico, el efecto de estas tecnologías no puede escapar a cualquier análisis de la educación actual. Si algo ha demostrado la experiencia vivida durante la pandemia es que, si bien ellas han permitido intentar mantener el contacto con los alumnos, no bastan para desarrollar la enseñanza, al menos en las etapas iniciales. Sin duda serán cada vez más utilizadas pero no reemplazarán el contacto personal de los alumnos con los maestros y sus compañeros.

 

En su visión sobre la realidad educativa local, que en bastantes casos se puede ampliar al mundo global, aparecen algunas constantes, como una crítica a muchos tópicos de las nuevas corrientes educativas. Una de ellas es a una idea de cuño individualista que se ha impuesto y es que al educando parece tener derechos pero no deberes, de tal modo que no se le puede exigir y hay un temor muy pronunciado a evitar lesionar su autoestima con la actitud correctiva. Parecería que la autoridad dejó de estar en padres y maestros para trasladarse al niño. ¿No tiene un cierto sabor naif esa suerte de regresión a la pedagogía roussoniana, que evitaba enseñar la virtud y la verdad?

Coincido con su apreciación. Se ha perdido la idea de que educarse representa un esfuerzo por parte de los niños y los jóvenes, interesados por los docentes, apoyados por los padres, pero un esfuerzo personal. Como vivimos en un mundo que privilegia el entretenimiento, se ha ido generalizando la idea de que la educación debe incorporarse a esta actividad. Se pretende hacerlo todo sin apelar al esfuerzo buscando que los chicos estén lo más entretenidos que resulte posible. No se advierte que el propio saber sigue teniendo la capacidad de interesar a los alumnos cuando enfrentan a un buen docente. Es decir, a alguien que conoce mucho acerca de algo, que trasmite pasión por eso que sabe y que les exige. Esto último constituye la demostración que ellos tienen importancia para esos maestros. Lo mismo se aplica a los padres.

 

Guillermo Jaim Etcheverry

Fuente imagen: Cien Radios

En su discurso de incorporación a la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires aparece una crítica a la creatividad como valor supremo.

Sin duda estimular la creación ha sido siempre un objetivo de la educación. Pero es preciso advertir que cualquier creación implica conocer la materia sobre la que se pretende crear. No hay creación en un vacío de conocimientos que parecería ser lo que se intenta lograr en la actualidad.

 

Algo que parece advertirse en su lectura de la educación actual es que la crisis educativa no está solo circunscripta a la escuela, sino que es preciso incluir a la familia. Es importante no equivocarse en el diagnóstico. Los padres, en efecto, parecen haber delegado sus responsabilidades educativas en la escuela.

Efectivamente, el proceso educativo comprende no solo a la familia sino al conjunto de la sociedad. Todo constituye un ejemplo para las personas en formación. Es preciso que las familias se involucren más activamente en la educación de los chicos y que perciban sus deficiencias. Una de las consecuencias positivas de la pandemia parecería ser el mayor compromiso de los padres que se han organizado y movilizado para lograr la apertura de las aulas. Es de esperar que este movimiento se proponga ahora conseguir que sus hijos reciban una educación de mayor calidad. No basta con que asistan a la escuela sino que es necesario que se les enseñe y que aprendan las habilidades básicas que les permitirán desarrollar su vida y continuar su aprendizaje.

 

En su experiencia como rector, ¿qué reflexión le sugiere la celebración del bicentenario de la creación de la Universidad de Buenos Aires?

Es altamente auspicioso que una institución como la Universidad de Buenos Aires haya alcanzado los dos siglos de vida. Es indudable que durante tan larga historia ha realizado una contribución fundamental a la constitución de la sociedad argentina. Esta conmemoración la encuentra atravesando un momento difícil como a todas las instituciones educativas. Más allá de las distorsiones que son evidentes en una institución tan compleja y que aloja tanta diversidad de intereses académicos y de personas, considero que la UBA es un tesoro que la Argentina debe cuidar ya que su aporte de docencia y, sobre todo, de investigación, es fundamental para el desarrollo de las nuevas generaciones y para el futuro del país.

 

SOBRE GUILLERMO JAIM ETCHEVERRY

  • Es profesor en nuestro Instituto. Es médico, científico y académico, profesor de Biología Celular e Histología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires (UBA) e Investigador del CONICET en el campo de la neurobiología. Realizó estudios de posgrado en Basilea, Suiza y en La Jolla, California, Estados Unidos. Fue decano de la Facultad de Medicina de la UBA (1986-1990) y rector de esa universidad (2002-2006).

 

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