“CRÓNICA DE UN INFORTUNIO”, por Juan Luis Gallardo


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CRÓNICA DE UN INFORTUNIO

Curiosas circunstancias que rodearon un hecho histórico

 

Por Juan Luis Gallardo *

 

Tiempo atrás, gracias a una cita incluida en la obra de un amigo mío, conocí las singulares circunstancias que rodearon la ocupación de las Islas Malvinas por parte de Gran Bretaña, al comenzar 1833. La cita remitía a un libro, escrito por  Enrique Pinedo, publicado por Corregidor en 1994 y titulado Malvinas: su extraño destino.

Como con Pinedo tenemos una vieja y cordial relación, lo llamé por teléfono para preguntarle dónde podía adquirir su obra. A lo cual me respondió enviándomela de regalo, amablemente dedicada.

Aunque sus capítulos son más,  la misma podría dividirse en cuatro partes, a saber: una introducción; la reproducción textual del proceso seguido a raíz del asunto al Teniente Coronel de Marina don José María Pinedo, tío tatarabuelo del autor; el relato de la actuación que le cupo a éste durante la guerra de 1982, en Londres; y un apéndice compuesto por cinco documentos de sumo interés.

El propósito del presente artículo consiste, sencillamente, en valerme del libro para ofrecer una síntesis de aquellos sucesos ya lejanos pues, amén del carácter de infortunio que revistieron para nuestro país, exhalan el  áspero aroma que impregna las aventuras acaecidas en zonas de frontera durante el siglo XIX. Por lo tanto, no es éste un trabajo histórico sino apenas una crónica destinada a narrar hechos pretéritos, aptos  para suscitar evocaciones y, eventualmente,  para extraer alguna enseñanza de ellos.

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En virtud de ciertas negociaciones realizadas con el gobierno de la Provincia de Buenos Aires que, a la sazón, investía la representación nacional en lo atinente a  relaciones exteriores, don Elías Vernet (conocido luego como Luis, nacido en Hamburgo y vástago de hugonotes franceses refugiados en Alemania) instaló una colonia en las Islas Malvinas, de las cuales fue nombrado gobernador y comandante militar.

Entre los recursos con que contaba la colonia estaba el cobro de permisos a los pesqueros que operaban en sus costas y aguas adyacentes, pródigas en ballenas, focas y lobos marinos. Y fue la detención de buques norteamericanos infractores lo que determinó que, en 1832, se presentara allí el Lexington, un shooner de esa bandera al mando del comandante Silas Duncan que, como represalia, arrasó las modestas instalaciones de Puerto Soledad, capital de las islas. Cuando nuestro gobierno reclamó, Washington ignoró la protesta, aduciendo evasivamente que aquéllas eran británicas.

Por motivos vinculados con su concesión, Vernet viajó a Buenos Aires y, mientras se dilataba la gestión, fue nombrado  gobernador interino el Capitán de Artillería con grado de Sargento Mayor don Esteban José Francisco J. Mestivier. Quien viajó hacia el sur en compañía de su joven y bella esposa, embarcado en la goleta Sarandy que comandaba Pinedo.

También desembarcaban las tripulaciones para proveerse de carne fresca, organizando verdaderas cacerías del ganado que se había multiplicado en las islas a partir de algunas vacas llevadas allí por los españoles.

Años después, siendo embajador de la República ante los Estados Unidos, Sarmiento propuso a nuestro gobierno tomar una serie de medidas encaminadas a lograr un resarcimiento de los daños causados por los norteamericanos y a que se desagraviara la bandera argentina […].

 

Leer completo el artículo de Juan Luis Gallardo.

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  • Es profesor en nuestro instituto. Abogado. Fue profesor en la Escuela de Ciencias Políticas de la Universidad Católica Argentina. Columnista en La Prensa, La Nueva Provincia y Confirmado. Publicó veintitrés libros (novelas, cuentos poesías, fábulas, biografías, historia). Es Miembro de Número de la Academia del Plata. Ver más.