“CIENCIA O RELIGIÓN, ¿UNA DISCUSIÓN RELEVANTE?”, POR FISHEL FERNANDO SZLAJEN


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Infobae – La respuesta es que no lo es y por dos motivos fundamentales. El primero es histórico y refiere al cambio del actual concepto de ciencia respecto del antiguo y medieval. El segundo radica en la diferencia entre el objetivo científico respecto del religioso. Ambas diferencias deben tomarse en cuenta para no confundir lo tecnológicamente posible con lo éticamente aceptable; no confundir lo existente, con las decisiones que resolvemos tomar al respecto. Y así, no eludir ni encubrir la responsabilidad de las determinaciones endilgándoselas al mero acontecer.

La ciencia moderna concibe y extrae información y conocimiento de la realidad como dato informativo, mientras que la antigua lo hacía como manifestación de un significado o expresión ulterior. Esta establecía como fundamento de lo existente cuatro causas: la material o composición del objeto; la agente, aquello que produjo ese objeto; la formal o constitución del objeto; y la final o para lo cual se lo produjo o existe. Es debido a esta última que la ciencia atribuía significado a la realidad que investigaba. Y si bien el actual determinismo científico es similar al de Aristóteles, éste presentaba uno teleológico, porque su noción de causalidad refería a un propósito y por ende se atribuía previamente un significado a todo objeto de estudio. La actual noción de causalidad no otorga significados, y por ello las ciencias naturales están formuladas en términos de leyes, mientras que antiguamente lo efectuaban mediante principios. Así, concibiendo la naturaleza y el mundo en relación a significados, sus investigadores observaban los datos como expresando un sentido que la ciencia debía revelar.

El cambio en la perspectiva científica desde el siglo XVII, fue la introducción del concepto de “relación funcional”, focalizando en la sola descripción del objeto de estudio y su interrelación con otros. De allí, que si bien la regularidad y constancia en el mundo era conocida por la astronomía pre-griega e incluso ya desde el Génesis 8:22 “Siempre, todos los días de la tierra, siembra y siega, helada y calor, estío e invierno, día y noche, no cesarán”, ello no fue derivado del conocimiento objetivo sino del significado atribuido al mundo. La cosmología geocéntrica sistematizada por Ptolomeo, con los cuerpos celestes, hoy nuestros planetas, circundando la Tierra con velocidades uniformes y en órbitas circulares no fue derivada de la observación, ya que ésta probaba para los antiguos griegos que los movimientos planetarios no son ni circulares ni uniformes. Hiparco, por ejemplo, a partir de la inconstancia del brillo de algunos planetas concluye la existencia de variaciones en sus distancias con respecto a la Tierra, y dedujo lo absurdo del geocentrismo y trayectoria circular del Sol a partir de la desigualdad de las estaciones. De hecho, calculó el mes lunar promedio difiriendo en menos de un segundo del actual. Pero el movimiento circular y uniforme era considerado perfecto, y los planetas concebidos intelectos así debían moverse, forzando una astronomía en contra de sus observaciones. Recién Johannes Kepler analizaría el fenómeno mismo del movimiento, y no el movimiento perfecto para luego atribuírselo a los planetas…

FISHEL FERNANDO SZLAJEN,

profesor de nuestra Diplomatura en Cultura Argentina