“BORGES Y EL BOOM DE LA LITERATURA LATINOAMERICANA. FRÍAS Y CORTESES PALABRAS”, por Pablo Gianera


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“BORGES Y EL BOOM DE LA LITERATURA LATINOAMERICANA. FRÍAS Y CORTESES PALABRAS”, por Pablo Gianera Compartí

La Nación – Cuando, ya sobre el final de su vida, Borges dirigió y prologó esa generosa colección de kioscos que llamó “Biblioteca Personal”, incluyó a Juan Rulfo (Pedro Páramo), Juan José Arreola y Julio Cortázar (con una antología de cuentos en los dos casos). Ya con esa elección estaba dicho casi todo lo que Borges podía decir sobre el boom de la literatura latinoamericana. Su perspectiva optaba por un precursor de apenas dos libros, un maestro de la brevedad, y un cuento antes que Rayuela. Es cierto que la marea arrastró a la orilla del boom al propio Borges, pero esta cercanía fue forzada y comercial. Borges, de otra generación, había ya conquistado Europa, y no tenía más que diferencias con los nombres propios del corazón del boom: Gabriel García Márquez, Carlos Fuentes, Mario Vargas Llosa, José Donoso y el disidente Guillermo Cabrera Infante.

Las diferencias transcurrían en planos distintos. Por un lado, el boom fue un movimiento de novela, y ya sabemos que Borges insistía en que no había sido un lector fiel de novelas (esto habría que tomarlo en serio apenas a medias: conocía mejor la novela que quienes se dedicaban a escribirlas); por otro, las relaciones amicales eran escasas, lo mismo que los acuerdos políticos (el boom, con la excepción de Cabrera Infante, fue en bloque aquiescente con la izquierda). Tampoco conectó Borges con estribaciones menos espectaculares, como el barroco de José Lezama Lima o Severo Sarduy. Hay, sin embargo, una corriente subterránea de Borges en América Latina que Luis Chitarroni estudió con genio en Breve historia argentina de la literatura latinoamericana (a partir de Borges), que publicó el Malba.

En algunas entrevistas de la década de 1970, Borges dio pasto a la perplejidad. De Cien años de soledad dijo que era “uno de los grandes libros no solo de nuestro tiempo sino de cualquier tiempo”. Borges, en la hipérbole, que no solía frecuentar, induce la sospecha, además de la inverosimilitud de aceptar que se haya hecho leer el mamotreto de los Buendía. Sobre Cortázar, evoca que él hizo publicar en su revista Anales de Buenos Aires el cuento “Casa tomada” y que se vieron mucho más tarde en París, donde cambiaron “frías y corteses palabras”…

PABLO GIANERA,

profesor de nuestra Diplomatura en Cultura Argentina

 

 

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