“BELGRANO, SUS HORAS MÁS OSCURAS”, POR OMAR LÓPEZ MATO


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Compartimos la nota del historiador y profesor de nuestra Diplomatura en Cultura Argentina, publicada el domingo 20 de junio de 2021 en el Día de la Bandera: una mirada sobre la entereza de un prócer que también supo de derrotas inesperadas.

La Nación – Manuel Belgrano, uno de los padres de la Patria, supo de luces y de sombras, de éxitos y fracasos, de glorias y pesares, que se distribuyeron a lo largo de esos diez años de gesta libertaria. Lo recordamos izando la enseña patria, encabezando los ejércitos nacionales, y en sus momentos más brillantes en Salta y Tucumán, pero también pesaron sobre él derrotas funestas y es parte de su legado la entereza que mostró en esos momentos tan oscuros.

Hombre de ideas innovadoras, Belgrano dejó la comodidad de su trabajo como abogado para devenir en improvisado General. Consciente de sus limitaciones, le escribía a San Martín apenas dos días antes de la formidable derrota de Vilcapugio: “Por casualidad, o mejor diré, porque Dios lo ha querido, me hallo de General sin saber en qué esfera estoy. No ha sido esta mi carrera y ahora tengo que estudiar para desempeñarme y cada día veo más y más las dificultades de cumplir con esta terrible obligación (…)”.

Tomado por sorpresa en la Pampa de Vilcapugio, los patriotas perdieron más de mil hombres y toda la artillería durante la contienda. Solo la oscuridad de la noche le permitió retirar lo que quedaba de su ejército. Lo paradójico de esta derrota y la de Ayohuma, acontecida 40 días más tarde, fue que parte de los efectivos realistas que lo hostigaron eran antiguos prisioneros del ejército español que el mismo Belgrano había liberado bajo la condición de no volver a tomar las armas contra los gobiernos patrios. Sin embargo, estos exprisioneros fueron relevados de su juramento por el arzobispo de Charcas y por tal razón volvieron a luchar contra los criollos, asistiendo a las derrotas del General.

Bartolomé Mitre, en su historia de Belgrano, dice: “nunca el General fue más grande como militar ni más inhábil como político”. El coronel Dorrego, quien se recuperaba de sus heridas en Jujuy (además de estar sancionado por indisciplina), no tenía en alta estima a Belgrano, y descalificó esta actitud magnánima como infantil y cuya “inocencia” le estaba pasando una onerosa cuenta. Pero Belgrano mantuvo la entereza frente a esta derrota inesperada, “La victoria nos ha engañado para pasar a otras manos”, les dijo a los sobrevivientes del desastre, “pero en nuestras manos aún flamea la bandera de la patria”. El mismo General custodió la retaguardia, fusil al hombro, durante esa retirada entre las sombras.

Derrotado una vez más en Ayohuma, Belgrano debió emprender otra retirada en peores condiciones. Lo único que ordenó entonces fue que los pocos soldados que lo acompañaban rezasen el Rosario…

 

 

OMAR LÓPEZ MATO,

historiador y profesor de la Diplomatura en Cultura Argentina

 

 

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