“Ayer y hoy: radiografía de las crisis argentinas”, por ROBERTO CORTÉS CONDE


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Lo perverso de la debacles locales es que, al eliminar subsidios para bajar los gastos aumentando las tarifas, no solo incide sobre sus propios precios sino que, como nadie quiere quedarse rezagado, se extiende el incremento a todos los precios con una indexación casi automática.

La Nación En la Argentina, las crisis aparecen aproximadamente cada 10 años. Durante la primera mitad del siglo XX fueron provocadas principalmente por factores externos. En la Primera Guerra Mundial, un fuerte shock de oferta produjo la caída de las importaciones y de los ingresos, el alza del costo de combustibles y el cierre del mercado internacional de capitales. Lo agravó el fracaso de dos cosechas. La de 1930, por la caída del comercio mundial, con la pérdida de un 70% del valor de las exportaciones agropecuarias, que se trasladó al comercio y a los ingresos del gobierno. Pero, una vez terminada la Segunda Guerra y hasta hoy, las crisis fueron provocadas por factores internos.

Es que tuvieron consecuencias perdurables las políticas proteccionistas adoptadas como respuesta a la crisis y el aislamiento de la guerra al continuar con una economía cerrada con sectores industriales de escaso capital, tecnologías obsoletas y baja productividad. Como no podían competir, se las subsidió: por el lado de la oferta, con bajos precios de la energía y tasas de interés menores que la inflación; por el de la demanda, manteniendo los salarios reales elevados gracias a tarifas subsidiadas y alimentos baratos por un gravamen que pagaban las exportaciones agrícolas.

Todo ello financiado con emisión del Banco Central, que fue posible mientras el sector agropecuario proveyó las divisas para importar insumos y así se mantuvieron actividades de baja productividad, impidiendo el desarrollo de tecnologías modernas. Después de varios años en los que el sector agropecuario fue castigado con un impuesto (el tipo de cambio diferencial para exportaciones y las retenciones), se produjo que, mientras crecían la industria y las importaciones de insumos, se estancaban las exportaciones agropecuarias. Así se repitieron las crisis de balance de pagos en 1949, 1951, 1958, 1962 y en años sucesivos. Fue el tiempo de la llamada restricción externa y de los ciclos del “pare y siga” que daban la señal de que el modelo proteccionista no funcionaba…

 

ROBERTO CORTÉS CONDE,

abogado, sociólogo y profesor de la Diplomatura en Cultura Argentina

 

 

 


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