“ALDO ARESI, EL HOMBRE QUE MEJOR CONOCIÓ LOS SECRETOS DE SANDRO”, POR PABLO MASCAREÑO


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La Nación – Casi no ha concedido entrevistas. El público no lo conoce. Camina por la calle con el anonimato que cultivó a lo largo de toda su vida. Hay un goce en ese pasar inadvertido. Sin embargo, Aldo Aresi es protagonista de un capítulo sustancial de la historia del espectáculo argentino. Este hombre, que en cinco meses cumplirá 90 años, ha sido durante más de tres décadas el manager, mano derecha, amigo y confidente de Sandro.

“Nunca tuvimos un malestar o una discusión, jamás firmamos un contrato”, explica Aldo Aresi a LA NACION, con una dicción vivazmente clara que hace dudar de su edad y deschaba su pasado como locutor profesional y actor. Este rosarino, que conoce tanto del ídolo como su propia familia, acaba de publicar Sandro, puertas adentro, volumen en el que repasa la historia compartida, cuenta anécdotas y traza un perfil íntimo de ese Roberto Sánchez que era inaccesible para sus fanáticos, pero que él conoció en profundidad. Ese “puertas adentro”, con el que tituló a este compendio de escriba memorioso, define la idiosincrasia del material al que se puede acceder gratuitamente desde la plataforma wattpad.com. “Nos divertíamos mucho, teníamos el mismo humor”, reconoce Aresi, quien estuvo 38 años pegado al astro nacido en la Maternidad Sardá y criado en los empedrados de Valentín Alsina, la barriada sureña fronteriza con Pompeya que desmiente el más allá la inundación.

“Cambiábamos figuritas recordando de qué lugar del pueblo veníamos, de nuestros felices, pero humildes orígenes. Solía decirme que todo eso servía para valorar el lugar en el que estábamos ahora y remataba diciendo de una manera bien porteña, popular y sincera: ´¡cómo zafamos nosotros!, Aldo´”. Las palabras de la introducción del flamante libro reflejan el vínculo de confianza y complicidad que los unía y ese agradecimiento por el bienestar que no obnubilaba el pasado de sacrificios, las noches en pensiones, la incertidumbre del futuro.

La charla con Aldo Aresi puede continuarse por horas. Es que su memoria prodigiosa lo lleva a recordar mil y una vivencias. Las recupera en detalle y con la misma pasión con la que las protagonizó. Muchas de ellas están en el libro y otras, quizás, encuentren cabida en un segundo tomo. Solo él sabrá. Generoso, no se priva de compartir todo aquello que llega a su memoria. Lo siente tanto como una misión, un compromiso para legar ese perfil desconocido del hombre seguido por millones.

Aresi estuvo en los momentos esenciales de la vida del cantor. Allí estuvo su mirada, su palabra o su silencio. Sabía cuándo debía decir y cuando no. Conoció a Olga Garaventa, la viuda de Roberto Sánchez, antes que el propio esposo. Es que el manager tenía montada sus oficinas en el famoso “castillo” que el cantante se construyó en Pavón 3939, corazón del barrio de Boedo. Olga, que vivía a la vuelta, comenzó a trabajar como personal de maestranza. Su seriedad y responsabilidad la llevaron a ascender peldaños hasta convertirse en mano derecha del productor. “Nunca iba al teatro. La invitaba a las funciones de las revistas que yo producía o a los espectáculos de Sandro, pero no se animaba por timidez. Solo en una oportunidad fue a ver a Sandro y, a pesar de trabajar con nosotros, no quería entrar a saludarlo al camarín”, recuerda Aresi graficando ese perfil bajo que define a la mujer que cumplió el sueño de tantas…

PABLO MASCAREÑO,

periodista, especialista en teatro y espectáculos y profesor de la Diplomatura en Cultura Argentina

 

 

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