“Soledad extrema. Estrellas y animales salvajes: así es la experiencia de dormir en el refugio más aislado del país”, por LEANDRO VESCO
La Nación – “Crecimos mirando documentales de África donde podías estar rodeado de fauna, ahora lo podemos vivir en la Patagonia”, afirma Federico Djeordjian a cargo de La Posta de Los Toldos, el único refugio en la estepa profunda dentro del Parque Patagonia, en el noroeste de Santa Cruz. Dentro de 15 actividades de contacto directo con el corazón de esta región inhóspita, está la de contemplar uno de los cielos menos contaminados del planeta en un observatorio de estrellas al aire libre, único en el país.
“Proponemos un viaje real y simbólico”, cuenta Camila Miloslavsky, que guía a los visitantes por la estepa hasta el observatorio, una recreación de los que usaban los tehuelches hace miles de años atrás, una espiral de roca con cuatro cuencos con agua alineados con la Cruz de Sur. “A la medianoche, el cielo se enciende, la desconexión con el mundo es total”, afirma. “Queremos que te reencuentres con vos mismo”, confiesa Djeordjian.
El refugio está dentro del Parque Patagonia, con un área protegida de 178.065 hectáreas, de las cuales 69.500 son reserva privada y 108.565 están bajo la propiedad y cuidado de la Administración de Parques Nacionales. La Fundación Rewilding trabaja activamente en la reconstrucción de este ecosistema y en crear puentes entre las comunidades vecinas y turistas para concientizar sobre el cuidado de la naturaleza y uno de los tesoros más preciados que tiene el Parque: la Cueva de las Manos.
Este verano lo visitaron 17.000 personas. Caminaron por los cinco senderos que llevan a descubrir rincones desconocidos, donde el visitante se cruza con zorros, maras, choiques y guanacos. Es territorio de pumas y es común verlos. Tierra inexplorada, la estepa se mixtura con cañadones, mesetas de altura basálticas y cerros de colores, amarillos, rojos, verdes y de tonos azules. Todos los senderos son de uso libre y gratuito.
La Posta de Los Toldos es la base por donde se accede al Portal Cañadón Pintura, con entrada directa a las Cueva de las Manos, luego de cruzar el río Pinturas. Hace 9.000 años, los tehuelches hacían el mismo camino para encerrar a los guanacos y cazarlos. “Los visitantes vienen a ver la Cueva de las Manos y se encuentran con un paisaje de otro planeta”, afirma Djeordjian. Muchos huéspedes relacionan el paisaje con imágenes de la Luna y Marte. “La idea es conocer y sentirte parte de un lugar remoto”, agrega Djeordjian…
Santiago Filipuzzi – La Nación
LEANDRO VESCO,
escritor, periodista de cultura y turismo y profesor de la Diplomatura en Cultura Argentina
OTROS ARTÍCULOS RECIENTES DE LEANDRO VESCO
Ricardo Pristupluk – La Nación.
Gentileza: Walter Medina.
Si querés recibir el Boletín Digital del Instituto de Cultura
en tu correo electrónico, completá el siguiente formulario: