“LA FUNDACIÓN DE LA PLATA: CIUDAD DE GIGANTES PARA UN PAÍS DE GIGANTES”, POR EDUARDO LAZZARI
El Liberal – La historiografía argentina ha incorporado un concepto analítico que permite estudiar con gran precisión los años de la Argentina moderna que van desde 1880 hasta 1930. Ezequiel Gallo, un gran historiador, definió ese período como los años de la “Generación del `80” y en base a ese esquema los estudiosos fueron haciendo propuestas metodológicas que han ayudado notablemente a entender ese tiempo como un todo y no simplemente como la sucesión de grandes presidencias.
Esos cincuenta años de orden y progreso, con gran coherencia en el campo de las ideas y en la práctica de la vida política, pueden dividirse a su vez en tres períodos, cuyas características fueron definidas por el liberalismo político, el conservadurismo y el radicalismo. No deja de llamar la atención que no hay demasiados casos en el mundo donde el cambio no sólo se produjo en el terreno de la evolución social, sino que los propios protagonistas también fueron adaptándose a los cambios. Las cinco presidencias liberales, que fueron la primera de Roca, y las de Juárez Celman, Pellegrini, Luis Sáenz Peña y José E. Uriburu, abarcaron tres períodos y completaron 18 años, entre 1880 y 1898. Las cinco presidencias conservadoras comenzaron con la segunda de Roca y continuaron con las de Quintana, Figueroa Alcorta, Roque Sáenz Peña y De la Plaza, ocupando tres mandatos en 18 años. Y algo que es más discutido, pero permite un análisis global interesantísimo es considerar las tres presidencias radicales, las dos de Yrigoyen y la de Alvear como un cambio partidario, pero con gran continuidad en el campo de las políticas de estado con los períodos anteriores.
Los años que se cuentan desde 1880 hasta la revolución del `30, que vino a truncar una democracia en constante progreso y modélica para el mundo, fueron sostenidos por cuatro políticas de Estado ejemplares: la diplomacia pacifista y neutralista, la economía liberal pragmática, la educación común en los tres niveles de enseñanza y la inmigración abierta a todos los hombres de buena voluntad que desearan habitar el suelo argentino. La fundación de La Plata, si bien circunscripta al ámbito de la provincia de Buenos Aires, también marcó una política de Estado por su continuidad en el tiempo y su eficiencia para concretarse. Y se convirtió en un símbolo de la indomable voluntad argentina por el progreso.
Por eso, recorreremos hoy algunos hechos y anécdotas que hicieron del hito inicial de la nueva capital bonaerense algo perenne como marca en la línea de tiempo de la historia nacional, que aún hoy se recuerda como una utopía que se llevó adelante por la voluntad de sus hacedores, pero sobre todo por la conciencia social de la importancia de cumplir con los sueños de los padres fundadores.
El 19 de noviembre de 1882 El decreto del gobernador bonaerense Dardo Rocha convocó a la ciudadanía a las lomas de la Ensenada de Barragán para proceder al acto fundacional de la ciudad de La Plata el 19 de noviembre de 1882. El lugar elegido era el centro geométrico del cuadrado de 5 km. de lado ubicado con sus diagonales apuntando hacia los cuatro puntos cardinales geográficos, lo que justifica que estén desplazadas levemente si se toma el norte magnético. En la hoy llamada plaza Moreno, una de las más grandes del país y frente a la cual se encuentran hoy la Municipalidad y la Catedral, se depositó en una urna la piedra fundamental frente a una gran concurrencia, que llegó en su gran mayoría en tren y que sufrieron un calor sofocante, que tuvo como consecuencia no deseada el haber arruinado el banquete previsto, entre otros inconvenientes el de la falta de agua…
EDUARDO LAZZARI,
historiador y profesor de la Diplomatura en Cultura Argentina
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