“LOS DUEÑOS DE LA QUINTA DE OLIVOS. CÓMO LLEGÓ A CONVERTIRSE EN LA RESIDENCIA PRESIDENCIAL”, POR DANIEL BALMACEDA
Con un pasado vinculado a la historia del país, la chacra de olivos era un Oasis que pasó por varios propietarios hasta llegar a su actual destino.
La Nación – La gran novedad que maravilló a los vecinos de Buenos Aires, en 1739, fue la aparición de los aljibes. Ya no haría falta ir hasta el río o los arroyos que atravesaban el poblado en busca de la mejor agua. O la que proveían los aguateros, más apta para lavar o bañarse que para consumir. Un aljibe era garantía de agua fresca y cristalina. Claro que era un bien suntuoso y muy pocos podían acceder al privilegio de tenerlo. Los afortunados eran listados por los vecinos que les pedían un poco de ese manantial casero. El primer aljibe de Buenos Aires se instaló en las actuales Belgrano y Balcarce, en la casa del hombre más poderoso de la ciudad, Domingo de Basavilbaso.
Fue el encargado del correo marítimo y terrestre, también funcionario público y comerciante de peso, con clientes y proveedores en España y en Lima, la capital del virreinato de Perú, a la que pertenecían los territorios de la actual República Argentina. Su hijo, Manuel Basavilbaso, heredó la administración del correo y amplió los negocios de la familia. Y su fortuna.
En 1779, cuando el aljibe cumplía cuatro décadas entre los porteños, Manuel compró una chacra ubicada a diecisiete kilómetros de la ciudad, “en el paraje de Monte Grande y costa de San Isidro”. La Quinta Presidencial de Olivos forma parte del terreno que, durante 139 años, perteneció a los Basavilbaso y sus descendientes…
Vista aérea de la Quinta Presidencial de Olivos
DANIEL BALMACEDA,
historiador y profesor de la Diplomatura en Cultura Argentina
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