“DE PASAJE FERROVIARIO Y BASURAL A MUSEO: LA HISTORIA DE CAMINITO”, POR DANIEL BALMACEDA
La iniciativa de Quinquela Martín y otros vecinos de La Boca convirtió al barrio en un imán turístico.
La Nación – Una tarde de 1928, el poeta Raúl González Tuñón paseaba por París, cuando alcanzó a oír a la distancia un improvisado coro que cantaba con alegría. Al dar vuelta en la esquina, se encontró con tres músicos callejeros y una cantante. Con acordeón, banjo y violín, interpretaban el tango Caminito. La mujer pronunciaba la letra en muy buen español, mientras que el público hacía su mejor esfuerzo para reproducir el estribillo: “Desde que se fue, nunca más volvió, seguiré sus pasos. Caminito, adiós”.
El tango, que se había estrenado sin pena ni gloria en Buenos Aires en 1926, no le había causado ninguna sensación especial al poeta hasta esa tarde. González Tuñón fue uno más de los tantos que necesitaron un tiempo para encontrarle el gusto a una canción que se convertiría en obra principal del repertorio tanguero y que encierra dos historias de amor, de esas que carecen de final feliz.
El mendocino Gabino Coria Peñaloza tenía 22 años en 1903 y se encontraba en Chilecito, La Rioja, cuando padeció el abrupto final de un romance con una profesora de música llamada María. La familia de la joven desaprobó la relación y la alejó del pueblo. Coria Peñaloza, desgarrado por la pérdida, escribió unas estrofas que tituló: “Caminito, un poema de amor”, donde evocaba aquel sendero riojano, en la localidad de Olta, “bordeado de trébol y juncos en flor”, que le traía los más gratos y pasionales recuerdos. Como tantas veces, el tiempo cicatrizó las heridas y el poema quedó traspapelado en alguna caja o carpeta.
La segunda historia de amor transcurrió en Buenos Aires, en el barrio de La Boca. En 1904, un joven mecánico de la compañía Mihanovich solía tomar una calle curvada por donde circulaba un tren de carga. Era el camino más corto al trabajo, pero tenía un condimento especial. Una chica que se asomaba a una ventana y las miradas se cruzaban lo poco que la timidez de ambos permitía…
Vista nocturna de Caminito y su esquina icónica
DANIEL BALMACEDA,
historiador y profesor de la Diplomatura en Cultura Argentina
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