EL GAUCHO INDÓMITO, EMBLEMA DE LA NACIÓN ARGENTINA: ENTREVISTA A EZEQUIEL ADAMOVSKY
Entrevista a Ezequiel Adamovsky,
historiador y profesor de la Diplomatura en Cultura Argentina
El 6 de diciembre de 2020, en el Día Nacional del Gaucho, desde el Ministerio de Cultura de la Nación conversaron con el historiador Ezequiel Adamovsky, quien contó cómo fue que la figura del gaucho, reivindicada por las más diversas corrientes políticas e ideológicas, se convirtió en un sello de argentinidad
Ministerio de Cultura de la Nación – Desde el año 1993 que todos los 6 de diciembre se celebra el Día Nacional del Gaucho, en conmemoración a la escritura del poema narrativo El gaucho Martín Fierro (1872), de José Hernández.
Para comprender cómo fue que la figura del gaucho se convirtió en un emblema nacional, conversamos con Ezequiel Adamovsky -historiador e investigador del CONICET- especialista en observar, como a través de un calidoscopio, los fragmentos móviles con los que se construyen las marcas registradas de argentinidad.
En su libro El gaucho indómito: de Martín Fierro a Perón, el emblema imposible de una nación desgarrada, publicado en 2019, Adamovsky se pregunta cómo es posible que el gaucho, moreno, montonero, que andaba a los cuchillazos contra los militares, que criticaba la ley del Estado se haya convertido en un héroe nacional, en la figura representativa de la nación argentina en el país y en el mundo.
¿Cuáles son las características que hacen que el gaucho sea considerado como un símbolo de argentinidad? ¿En qué momento se instaló esa marca nacional?
Ezequiel Adamovsky: El gaucho fue primero un emblema de las clases populares y más tarde un símbolo de argentinidad. Se transformó en lo primero principalmente por haber sido desde muy temprano una voz crítica respecto de los poderosos, una figura rebelde que se sustraía a la ley de los de arriba y denunciaba que era injusta. A fines del siglo XIX, es también el gaucho que combate con su cuchillo a militares y policías. El que da muerte a los representantes de un Estado injusto. A más tardar para la década de 1880, si no antes, el gaucho está consolidado como héroe popular con esos atributos. Tenía ya entonces también otros: la virilidad, el apego a las tradiciones camperas, la simpleza, la musicalidad, la lealtad con los amigos, el desinterés.
Fue la enorme popularidad de la figura del gaucho entre las clases populares la que terminó forzando a que fuese tomado también como emblema de lo argentino por las élites y, finalmente, por el propio Estado. Esa historia es más conocida: fue Leopoldo Lugones, intelectual de derecha, el que construyó la idea de un gaucho patriota, ligado al esfuerzo militar independentista, en su obra sobre los gauchos de Güemes primero y en las conferencias de 1913 en las que, por primera vez, propuso que el poema Martín Fierro –hasta entonces una historia más entre las decenas de historias de gauchos rebeldes que leía el bajo pueblo– fuese considerado el gran poema nacional, nuestra Ilíada, nuestro Cantar del Mío Cid o nuestra Chanson de Roland. La propuesta de Lugones fue tomada con cierta frialdad al principio y el Estado finalmente patrocinó un culto oficial al gaucho a partir de fines de la década de 1930. Este gaucho que se santificaba era muy diferente: era ante todo patriota de bandera y gesta militar, viril, criollo, tradicionalista. La faceta rebelde quedaba soslayada, junto con la crítica a los de arriba…
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