“LA RADIO, UN REFUGIO EN LA CUARENTENA”, por Andrea Matallana
Clarín – En tiempos de cuarentena extensa, estar en casa se volvió una obligación que nos llevó a poner en práctica un “distanciamiento social”, y en muchos casos un “aislamiento”.
En ese “estar solo”, a veces alejado de los afectos, o tal vez encerrados en una rutina que puede tornarse monótona y asfixiante, la radio pareciera haber recreado un vínculo con el afuera y hacerlo entrar en nuestra vida diaria. En el contexto de la pandemia, los programas radiofónicos pueden preservarnos de la saturación (a veces brutal) de imágenes que la televisión y las redes exponen repetitivamente. Lejos de ese bullicio, de las noticias falsas de las redes, la parodia breve del TikTok y el soliloquio del Podcast, la radio escucha.
Desde siempre fue entretenimiento: la música en todas sus formas, los deportes y el radioteatro poblaron el aire con voces admirables. Y siempre fue información profesional: los últimos acontecimientos, las entrevistas, los informativos fueron un sostén imprescindible.
Con el paso del tiempo, hacer radio se volvió una conversación. En ese mundo del éter (y la red), las palabras cuentan. El diálogo con un oyente que de manera imaginaria acuerda, pregunta, expresa, discute. Por definición, escuchar radio es ser (y tener) compañía…
ANDREA MATALLANA,
socióloga, historiadora y profesora de nuestra Diplomatura en Cultura Argentina
IMAGEN: Nat King Cole, Blackie y Antonio Carrizo en 1959, en los estudios de Radio el Mundo, Buenos Aires.