“LA PRIMERA. LA AVENTURA ROMÁNTICA DE BIOY CASARES QUE FUE UN ROTUNDO FRACASO”, por Daniel Balmaceda
La Nación – En 1924 Adolfo Bioy Casares tenía diez años y vivía en una casona de la avenida Quintana, en Recoleta. Joaquín, el joven portero que trabajaba para la familia Bioy Casares, encontró al niño en la vidriera de una juguetería y le recriminó que mirara soldaditos de plomo y autos. “Adolfito -le dijo-, ya sos un hombre. No te interesan más los juguetes, ahora te interesan las mujeres”. En términos psicológicos, podríamos decir que Joaquín estaba proyectando, ya que su fama de mujeriego no pasaba desapercibida. En cuanto a Bioy, sintió que se encontraba frente a un sabio gurú cargado de palabras reveladoras.
La pareja despareja comenzó a transitar la noche porteña. Para llevar a cabo la gira bolichera hacía falta producir a Adolfito. Era necesario que abandonara los pantalones cortos: el mundo masculino se dividía entre niños de pantalón corto y hombres de pantalones largos. El propio Joaquín proveyó el vestuario. Una, dos, decenas de tardes acudieron a salas de Buenos Aires, justamente cuando comenzaba el Teatro de Revista. Asistían a la sección vermouth -comenzaba a las seis y media de la tarde- de El Nacional y del Maipo, y a otros espectáculos para caballeros en el centro de la ciudad. Eran salidas a escondidas, ya que los padres de Bioy podrían desaprobarlo. Martha Casares, madre de Adolfito, terminó enterándose. El reto no fue lo suficientemente grave como para que se suspendieran las salidas. Adolfo Bioy Casares -es decir, ABC – continuó alejándose cada vez más de los juguetes.
Pasaron varios meses, incluido algún viaje de la familia en el medio. El adolescente Bioy -buen jugador de rugby, gran tenista- no abandonaba los paseos con Joaquín. Todas las mujeres le encantaban. Todas, todas. Hasta que un día, un espectáculo anunciaba la participación de “30 – Caras Bonitas – 30”. Semejante derroche de belleza al por mayor atraía a los hombres como la miel a las moscas. Adolfo y Joaquín concurrieron al Teatro El Porteño, ubicado en Corrientes 846, entre Suipacha y Esmeralda.
Se sentaron en la primera fila y allí apareció a los ojos de Bioy una mujer que superaba al resto…
DANIEL BALMACEDA,
historiador y profesor de nuestra Diplomatura en Cultura Argentina
OTROS ARTÍCULOS RECIENTES DE DANIEL BALMACEDA
- “¿Repollo o París? La curiosa idea sobre bebés del escritor Bunge a los cinco años en 1880”
- “En 1864. Bailar, caminar y serruchar, entre los ejercicios físicos aconsejables”
- “Compra y venta en 1817. Cómo eran los avisos en tiempos de la Independencia”
- “Los restaurantes franceses que cautivaron a los porteños del siglo XIX”
- “Titanic. Una argentina esa noche del hundimiento”