La modernidad quiso mandar a la religión al desván pero el dato sorprendente de hoy es el ‘Regreso’ de Dios”
* Por Claudia Peiró
Surge así “un interés por parte de un público muy amplio” de cotejar la propia identidad religiosa con otras, sostiene Roberto Bosca, director de un Centro que organiza un seminario de religiones comparadas.
Roberto Bosca, director académico del Cudes
“No es posible un verdadero diálogo sin el conocimiento del otro; el prejuicio es un fruto de la ignorancia“, dijo Roberto Bosca a “Infobae”, al explicar el porqué de este Seminario Internacional de Religiones Comparadas, que se inicia el próximo lunes 5 de junio con clases dictadas desde México, La Paz, Pamplona, Nueva York, Londres, Roma y Buenos Aires. Aunque habrá encuentros presenciales en la sede del CUDES, en Recoleta, la mayor parte de las clases serán virtuales, en vivo e interactivas,
Un panorama general del estado de la religiosidad en el mundo contemporáneo, un recorrido por las tres grandes confesiones -cristianismo, judaísmo e islam- pero también por el budismo, el hinduismo y otras sensibilidades religiosas propias de las espiritualidades orientales. También integran el programa la religiosidad popular, el movimiento ecuménico y el diálogo interreligioso, los nuevos movimientos religiosos y las emergentes espiritualidades de la posmodernidad, como la New Age y otras.
Roberto Bosca es abogado (USAL) y Doctor en Derecho y Ciencias Sociales (UBA). Es profesor de Doctrina social en la Universidad Austral (de cuya Facultad de Derecho fue decano) y actualmente es director académico del Instituto de Cultura del Centro Universitario de Estudios (CUDES), un ámbito dedicado a la docencia y a la investigación, con una impronta que combina excelencia con pluralidad.
— ¿Qué sentido tiene comparar religiones?
— En la segunda mitad del siglo pasado había un cierto consenso entre los estudiosos del fenómeno religioso que parecía anunciar un futuro signado por la declinación de la religión. Pero la realidad siempre es más compleja y, sin dejar de lado el llamado proceso de secularización, lo que se ha verificado, entre otros factores merced a la irrupción de la globalización, es una floración de la religiosidad, que reúne características muy diversas. De la mano del racionalismo, la modernidad pretendió situar la religión en un desván de naturaleza residual. Pero uno de los datos más sorprendentes de la posmodernidad es el llamado “Regreso de Dios”. La eclosión de los fundamentalismos, que intentan precisamente servirse de la religión con una pretensión política, es decir de ocupación del espacio público, es otro de los datos que ilustran un nuevo panorama que no se había previsto. Puede verificarse así que ha surgido un interés por parte de un público muy amplio de conocer expresiones religiosas que en el pasado solamente suscitaban la atención de los especialistas. De este modo, aparece en muchas personas el deseo de cotejar la propia identidad religiosa con esas otras identidades que se hacen más visibles en el espacio social, como los nuevos movimientos religiosos, la New Age y el propio fundamentalismo.
— Si se comparan las principales confesiones, ¿el resultado es que hay más similitudes o más diferencias?
— Como resultante de esa fragmentación o diversificación, se suscita la actitud comparativa, donde aparecen divergencias y confluencias. Resulta difícil enumerar las múltiples diferencias, aun en las llamadas religiones tradicionales, que saltan a la vista. Sin embargo pueden encontrarse también aspiraciones fundamentales que son comunes. La premisa más evidente reside en la característica compartida de una búsqueda de lo sagrado, expresada muchas veces de un modo ecléctico y confuso, como en las llamadas sectas destructivas o en el renacimiento del esoterismo.
— ¿Coincidiría con la afirmación de que todas las religiones -o todas las creencias- son igualmente válidas?
— Me parece que no todo vale lo mismo en esta materia, como en tantas cosas de la vida. La declaración Dominus Iesus, de la Santa Sede, que fuera tan mal interpretada en su momento, descarta el relativismo religioso por el cual todas las religiones serían iguales en su especificidad salvífica. De otra parte, no es lo mismo el luteranismo que el satanismo, también hoy en auge. La vara de los derechos fundamentales puede ofrecer un canon valorativo también en esta materia, aunque las dificultades son notorias: ellos gozan de un consenso -y hay que reconocer que bastante teórico- únicamente en los países occidentales. No se trata evidentemente de un problema sencillo, pero es importante ir desbrozando el camino para llegar a una meta.
— Si todas las religiones son de paz, ¿por qué con tanta frecuencia han sido excusa para la guerra?
— La historia muestra que hasta en el cristianismo, y no sólo en el islam, como suele mencionarse, la religión ha sido utilizada incluso para la guerra. No es algo sólo del pasado, como puede verse hoy en el fundamentalismo islámico. Existe de modo similar aunque notoriamente distinto un fundamentalismo norteamericano que pretende la hegemonía política invocando motivaciones religiosas. Pero también me parece evidente que existe en nuestros días una creciente conciencia entre las religiones sobre la importancia de su papel para un mundo en paz. Esta conciencia es inédita en la historia de la humanidad y creo que es un verdadero progreso que todo ser humano debería favorecer.
El papa Francisco (aquí, con el rabino Abraham Skorka) y el diálogo interreligioso: uno de los temas del Seminario
— ¿Qué relación hay entre el estudio comparado de las religiones y el diálogo interreligioso?
— El estudio de las religiones se presenta como una consecuencia del diálogo interreligioso. No es posible un verdadero diálogo sin el conocimiento del otro. De otra parte, el prejuicio es un fruto de la ignorancia. De ese mutuo conocimiento podemos esperar un futuro mucho mejor que permita superar las fracturas del pasado.
— Luego del Concilio Vaticano II se estableció un diálogo regular y formal entre catolicismo y protestantismo. ¿Coincide con los que -como el propio Papa Francisco- apuestan más a un ecumenismo práctico -hacer cosas juntos- que al debate teológico?
— El Concilio produjo un cambio fundamental en la actitud de la Iglesia católica respecto del ecumenismo. Se trata de un proceso lento como todos los de este tipo y no hay que extrañarse de que en pocos años todavía no haya resultados tangibles. Pero atendiendo a la pregunta, ¿por qué descartar cualquier camino que nos conduzca al otro? El diálogo teológico, hasta donde sea posible, permite trazar fundamentos válidos, como es el caso de la declaración conjunta de la doctrina de la justificación, un paso adelante entre católicos y luteranos. Pero el ecumenismo no son sólo reformas litúrgicas o pastorales, o incluso cambios en los enfoques teológicos, aunque ellos sean necesarios por ambas partes. Hay un ecumenismo del corazón, que parte precisamente del corazón del mensaje cristiano. El amor es lo que verdaderamente puede unir a las personas, a los pueblos, a las religiones.
— ¿A quiénes va dirigido este seminario?
— Se trata de un seminario de frecuencia semanal que se desarrolla de junio a noviembre, dirigido a un público amplio, y no sólo a personas especialmente calificadas en esta temática. No se necesitan estudios previos especiales, sino únicamente el deseo de conocer, algo innato en cualquier ser humano. El programa es muy amplio y puede satisfacer muy adecuadamente ese deseo de profundizar en la dimensión religiosa tanto individual como social. Ese riquísimo panorama de la religiosidad contemporánea se abre en él de un modo muy sencillo y completo a personas de cualquier creencia que quieran adquirir un conocimiento serio de un patrimonio cultural que a menudo todos poseemos aunque en un nivel quizás demasiado superficial.
— ¿Quiénes son los profesores y con qué criterio han sido convocados?
— El director del seminario es el rabino Gabriel Minkowicz, del Seminario Rabínico Latinoamericano. Los profesores son expertos internacionalmente conocidos del mejor nivel y de hecho pertenecen a diversos institutos y universidades de varios países. No hay un profesor único que explique las religiones sino una variedad de profesores de distintas creencias religiosas, exclusivamente seleccionados por su categoría académica. Aunque algunos no son conocidos por el gran público, debido a su desarrollo en los ámbitos científicos, cada uno de ellos exhibe una considerable producción intelectual y una experiencia docente que acredita conseguir esos objetivos. Son nombres que gozan de un merecido reconocimiento no sólo en los ambientes académicos, como Massimo Introvigne, presidente del Center for Studies on New Religions (Cesnur), un network internacional de asociaciones de investigadore, o Elio Masferrer Kan, de la Escuela Nacional de Antropología de México. Entre los argentinos, José Carlos Caamaño, de la Facultad de Teología de la Universidad Católica, o Ricardo Elía, del Centro Islámico de la Republica Argentina. Las clases se dictarán en el modo virtual, y se pueden seguir desde la propia casa en cualquier lugar del interior y del exterior.
Publicado en “Infobae”, el 27 de mayo 2017.