RAFAEL FELIPE OTERIÑO: “Los modos más rebajados del habla reflejan frustración e impotencia”
Entrevista a Rafael Felipe Oteriño,
poeta y profesor de la Diplomatura en Cultura Argentina
La profusión de contenidos en las redes empalidece la calidad de expresión, dice el presidente de la Academia Argentina de Letras, para quien el lenguaje de la política no está exento de esta modalidad veloz e invasiva.

Daniel Gigena, en La Nación – “En el debate público siempre hubo confrontación”, dice el poeta y ensayista Rafael Felipe Oteriño sobre el estado actual del debate público en la Argentina. Exjuez –es también abogado–, preside desde este año la Academia Argentina de Letras (AAL), institución creada en 1931 que depende de la Secretaría de Educación de la Nación. Oteriño, autor de libros poesía y ensayo, ocupa el sillón número 10 de la institución, “Carlos Guido y Spano”. Ejerce su cargo, al igual que los demás miembros de la AAL, entre los que hay lingüistas, narradores, filólogos, dramaturgos, poetas, ensayistas y filósofos, ad honorem. Para Oteriño, la polarización es un síntoma de la inestabilidad que signa la vida política en el país, donde los argumentos parecen ir por detrás de los temperamentos. “Los modos más rebajados de la expresión verbal son una forma de la insatisfacción y la impotencia”, señala.
Premiado por su obra poética, en 2024 Libros del Zorzal publicó Antología personal (1966-2023), que permite un acercamiento integral a la poesía armónica, antienfática y a la vez afirmativa del autor. También el año pasado, Oteriño publicó su libro de ensayos Pensar la poesía (Ediciones del Dock). “La poesía aporta algo indispensable en la hechura del mundo: una libertad, una cuota de imaginación asociativa y un afán constructivo y novedoso”, sostiene Oteriño.
[…] Como presidente de la Academia de Letras, Oteriño preside las sesiones y dirige los debates, además de interactuar con las otras academias; en lo interno, registra las tareas inherentes a la investigación lingüística, filológica y lexicográfica que se llevan a cabo. “Nuestra gestión tiene el propósito de darle a la Academia una mayor apertura hacia la sociedad, para facilitar los servicios de consulta, tanto sobre temas gramaticales y filológicos como del acervo bibliográfico –cuenta–. En lo institucional, mantengo contacto directo con el funcionario dispuesto al efecto por la Secretaría de Educación y con el propio secretario de Educación, Carlos Torrendell, con quienes nos encontramos colaborando en la realización de las próximas ferias de Educación, Ciencias y Tecnologías, que se desarrollarán entre octubre y noviembre”.
–¿De qué forma la Academia renueva su vínculo con la sociedad?
–La Academia actualiza de continuo su relación con la sociedad. En la página web (aal.edu.ar) se publican todas las actividades, actos públicos y novedades de relieve. También se publica todos los meses el Boletín Digital. Tenemos dispuestas tres vías para atender consultas idiomáticas y bibliográficas: el correo electrónico, la línea telefónica y, también, la tradicional modalidad presencial. Y el año próximo se pondrán en práctica visitas guiadas de carácter mensual, que serán realizadas por los propios académicos e importarán un recorrido por la historia de la lengua y la literatura argentinas.
[…] –¿Cómo ve el estado del idioma en la vida cotidiana de los argentinos?
–Como es natural en tiempos de tanta comunicación, interacción e información múltiple y casi instantánea, lo observo vivo, en permanente cambio y con un incremento de nuevos vocablos. La novedad está dada por la impronta audiovisual de los dispositivos electrónicos y las redes, que imponen a esos cambios una velocidad más marcada que la proveniente de la comunicación escrita tradicional.
–¿De qué modo afectan las redes sociales al idioma?
–Lo afectan, tanto positiva como negativamente. En lo positivo, baste señalar que nunca hemos estado tan comunicados como en el presente. Hoy la información es inmediata y está expedita en el dispositivo que tenemos en el bolsillo. Los aspectos nocivos son varios: la profusión ilimitada de contenidos empalidece la calidad de la transmisión y no permite diferenciar lo importante de lo menos importante, su carácter vertiginoso conspira contra la eficacia del mensaje, los léxicos y hasta las palabras aisladas se distorsionan hasta el extremo de lo ininteligible; en su afán de prontitud, los vocablos son sustituidos por íconos y signos que no explican ni informan, solo comunican estados de ánimo…
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