“LA JUSTICIA COMO GARANTÍA DE LA CONVIVENCIA PACÍFICA”


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“LA JUSTICIA COMO GARANTÍA DE LA CONVIVENCIA PACÍFICA” Compartí

Por Norberto Padilla*

 

Presentado durante la jornada “El diálogo interreligioso y la justicia como común denominador de los pueblos hacia el camino de la paz”. Organizada por la Secretaría de Coordinación de Políticas Judiciales, Consejo de la Magistratura de la Ciudad de Buenos Aires. Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, Salón Presidente Perón, el 1° de diciembre de 2017.

 

Para hablar sobre justicia y convivencia pacífica voy a comenzar por el Preámbulo, que tiene dos referencias a la JUSTICIA, como propósito, afianzar la justicia, y como invocación a Dios, fuente de toda razón y justicia.  Muchos recordamos cuando en la campaña de 1983 Raúl Alfonsín recitaba la parte propositiva del Preámbulo, que llegaba hondo aún a los que no lo votarían porque había un anhelo común de descubrir y vivir la Constitución.

El Papa Francisco ha dicho que la Sagrada Escritura nos presenta a Dios como misericordia infinita, pero también como justicia perfecta. Y se pregunta: “¿Cómo conciliar las dos cosas? ¿Cómo se articula la realidad de la misericordia con las exigencias de la justicia? Podría parecer que sean dos realidades que se contradicen; en realidad no es así, porque es justamente la misericordia de Dios que lleva a cumplimiento la verdadera justicia”. [1]

Para los cristianos, Jesucristo “vendrá con gloria a juzgar a vivos y muertos”.  Seremos juzgados en el amor: tuve hambre, estaba enfermo, desnudo, preso…., ¿cuándo? cada vez que lo hiciste o no lo hiciste con el prójimo lo hiciste o no lo hiciste conmigo. [2] Es el último y definitivo examen que debemos rendir….y no se puede colgar ninguna bolilla.

El Preámbulo incluye el propósito de asegurar “la paz interior”, y aunque no lo diga expresamente, también la paz exterior, sin la cual el programa de la Constitución no podría cumplirse.

 

 

Paz, Shalom, Salaam, son palabras con las que nos saludamos desde la liturgia a las relaciones interpersonales en las religiones abrahámicas. Al decirla expresamos para el otro el deseo de bienestar, calma, serenidad, estar con el Altísimo. Para los cristianos, Jesús trae una paz que no es como “la que da el mundo”, [3] en el Sermón de la Montaña proclama felices a los que trabajan por la paz, [4] aunque para la experiencia humana trabajar por la paz puede ser motivo de persecución, desprecio y aún perder la vida. Paz es la palabra con la que el Resucitado se dirige a los Apóstoles reunidos a la tarde del domingo, y ellos se alegraron de ver al Señor. [5]Paz y alegría, cuánto habría para decir sobre esto. Pablo escribe de Jesús: El es nuestra paz [6].

El lema del Papa Pío XII, que fue el papa de mi infancia, era Opus Iustitia Pax, tomado de un texto de Isaías que leo:

–  1 Sí,  un rey reinará conforme a la justicia y los príncipes gobernarán según el derecho….

  • 5 Ya no se llamará noble al necio ni se dará al sinvergüenza un título honorífico.
  • 6 Porque el necio dice necedades y su corazón maquina el mal, para proceder con impiedad y proferir aberraciones contra el Señor para dejar al hambriento con el estómago vacío y privar de bebida al sediento.
  • 7 En cuanto al sinvergüenza. usa malas artes, no planea más que infamias, para arruinar a los indigentes con engaños, cuando el pobre reclama su derecho.
  • 8 El hombre noble, en cambio, piensa noblemente y se mantiene firme en su nobleza…
  • 17 La obra de la justicia será la paz, y el fruto de la justicia, la tranquilidad y la seguridad para siempre.
  • 18 Mi pueblo habitará en un lugar de paz, en moradas seguras, en descansos tranquilos
  • 19 –pero la selva caerá abatida y la ciudad será humillada por completo–.
  • 20 ¡Felices ustedes, los que siembran junto al agua. los que dejan sueltos al buey y al asno! [7]

Las palabras de Isaías las encontramos reflejadas en las del Papa Benedicto XVI en su importantísimo discurso ante el Reichstag alemán: “En el primer Libro de los Reyes, se dice que Dios concedió al joven rey Salomón, con ocasión de su entronización, formular una petición. ¿Qué pedirá el joven soberano en este momento tan importante? ¿Éxito, riqueza, una larga vida, la eliminación de los enemigos? No pide nada de todo eso. En cambio, suplica: “Concede a tu siervo un corazón dócil, para que sepa juzgar a tu pueblo y distinguir entre el bien y mal” (1 R 3,9). Con este relato, la Biblia quiere indicarnos lo que en definitiva debe ser importante para un político. Su criterio último, y la motivación para su trabajo como político, no debe ser el éxito y mucho menos el beneficio material. La política debe ser un compromiso por la justicia y crear así las condiciones básicas para la paz. Naturalmente, un político buscará el éxito, sin el cual nunca tendría la posibilidad de una acción política efectiva. Pero el éxito está subordinado al criterio de la justicia, a la voluntad de aplicar el derecho y a la comprensión del derecho. El éxito puede ser también una seducción y, de esta forma, abre la puerta a la desvirtuación del derecho, a la destrucción de la justicia. “Quita el derecho y, entonces, ¿qué distingue el Estado de una gran banda de bandidos?”, dijo en cierta ocasión San Agustín” [8] La obra de la justicia es la paz. Hay una interrelación necesaria entre ambas, como que Paz y Justicia son nombres y atributos de Dios, por eso es sacrílego quien usa la violencia y mata invocando el nombre de Dios.

 

 

La justicia es necesaria para la paz. La sola paz puede ser la de los sepulcros, de la opresión, de la tranquilidad a costa de la dignidad de la persona humana. Entre las naciones, hablamos de una paz justa, sin la cual no se alcanza una paz duradera. Sin paz y justicia no hay reconciliación de los corazones.

La justicia es necesaria en cada país en su dimensión social. En la Argentina en 2008 los obispos calificaron de deuda social la gran deuda de los argentinos, en cuya respuesta la Universidad Católica Argentina constituyó el Observatorio que tanto valoramos que ayuda a tomar conciencia a sociedad y gobierno de que hay una deuda que estamos urgidos a saldar. [9]La Doctrina Social de la Iglesia Católica desde “Rerum Novarum” de León XIII, ha iluminado el trabajo humano, su dignidad, la justicia en las relaciones, la armonía y no la lucha de clases. Desde “Populorum Progressio” a “Laudato Sí” la Doctrina Social ha tomado una dimensión internacional. Nuestro tiempo nos muestra imágenes tremendas de migración masiva. Hay miles y miles que huyen o son expulsados de sus hogares  por conflictos bélicos y el terrorismo fundamentalista, y muchos otros lo hacen buscando condiciones mínima de bienestar, que terminan ahogados en el Mediterráneo o víctimas de la trata de personas, anclados en campos de refugiados que son tierra de nadie. El tema de la Jornada Mundial de la Paz 2018 es precisamente: “Migrantes y refugiados: hombres y mujeres que buscan la paz”.[10]  La justicia requiere por un lado la apertura de las sociedades de bienestar a recibir generosamente a los migrantes, y a los gobiernos en los países de origen de ellos  comprometerse con el desarrollo de sus pueblos y no con la corrupción, la crueldad, las persecuciones tribales y las luchas fronterizas.

Los genocidios del siglo XX, en especial el de la destrucción sistemática de un pueblo, el judío, por parte del nacional-socialismo a partir de la Kristallnacht (1938), y la II Guerra Mundial, hicieron tomar conciencia de lo que Juan Pablo II resumiría en su primera encíclica, “Redemptor Hominis”, “es un hecho significativo y confirmado repetidas veces por las experiencias de la historia, cómo la violación de los derechos del hombre va acompañada de la violación de los derechos de la nación, con la que el hombre está unido por vínculos orgánicos como a una familia más grande” . [11]

Paz y justicia, necesarios para la convivencia en el país y en el mundo, parten del respeto y dignidad de la persona, desde su concepción, a lo largo de la existencia y hasta su muerte natural. Se necesita una educación de calidad para todos, condiciones de vida, de vivienda  y de atención a la salud en que no existan los agudos contrastes que nos avergüenzan cuando vemos y palpamos realidades a veces a metros de nuestros propios lugares de residencia. Paz y justicia necesarias en el interior de cada familia, en el diálogo entre los esposos y con los hijos, en la supresión de toda forma de violencia, en la relación intergeneracional en que padres, hijos, abuelos se enseñan y aprenden recíprocamente. En una cultura en la que se padece de “anomia”, hay que aprender a crecer en responsabilidad, algo bien distinto de la fácil acumulación de derechos sin su contrapartida de deberes (en tal sentido no debiéramos olvidar la Declaración Americana de Derechos y Deberes del Hombre). Todo lo cual nos permite ser parte de la gran familia argentina, rica en unidad y rica en diversidad, y en última instancia, de la gran familia de Dios.

El Preámbulo habla de “afianzar la justicia”, lo que no es posible sin los poderes de la Constitución ni la libertad y la democracia que allí se consagran. Urge restablecer la confianza de la ciudadanía y la credibilidad del Poder Judicial, de otra manera se llega a algo a lo que absolutamente debemos rechazar, la llamada justicia por mano propia. Nuestro país tiene una larga tradición de jueces dignos, honrados y sabios, muchos más que las excepciones en contrario. Permítanme enunciar algunas exigencias para que los jueces puedan “decir el Derecho” y “dar a cada uno lo suyo”.  Pero antes quiero citar a la socióloga Marita Carballo, en La Nación, en la columna “Ciudadanos que no confían en la Justicia”. Ella se refiere a la percepción social según una reciente encuesta de Voices!: los argentinos consideran ineficiente a la Justicia y hay una percepción generalizada de la existencia de graves faltas a la ética dentro de ella. La ven alejada de la población, ligada al poder político de turno con la consiguiente falta de imparcialidad. Entre 8 y 9 de cada 10 argentinos desconfían de la Justicia(78%), se sienten poco o nada amparados por ella(77%), sostienen que no es igualitaria (89%) y que favorece más a los ricos y poderosos (84%). Casi siete de cada diez personas creen que no son independientes del gobierno (sólo el 21% piensa que sí lo son ) y el escepticismo se extiende a las personas que trabajan dentro del Poder Judicial y con relación con él. [12]

 

 

Me pareció que este informe, a primera vista desalentador, es todo un desafío.  Los jueces viven en una sociedad, un tiempo y una circunstancia determinada, política, económica y social. No se trata de que, en aras de un “activismo judicial” hagan decir a la Constitución lo que ella no dice ni sustituirse al legislador, pero tampoco hacer una aplicación fría e intemporal. El interés político, o  cualquier tipo de interés de prestigio, acomodamiento con el poder de turno, beneficio económico, que son distintas formas de corrupción, pueden determinar o influir en las decisiones de los jueces y así se percibe, mal o bien, en la sociedad. Para evitarlo se requieren virtudes como la templanza, la fortaleza, la prudencia, la sabiduría, la coherencia de una vida intachable que garantiza las condiciones de su ejercicio y ponen al magistrado a resguardo de las presiones en el mundo de hoy donde  ”información es poder”.

  • La justicia debe ser pronta. Hay juicios que se eternizan, con sufrimiento de quien busca el reconocimiento de un derecho. Cuántos adultos mayores sienten que se les va la vida encontrándose en precarias situaciones económicas que cambiarían si los juicios previsionales no se demorasen con apelaciones dilatorias y tiempos incalculables, pero largos, para cobrar. “Ya no lo veré yo, quizás mis hijos”, escuchamos de ellos. A diario leemos que una causa llega a su final pasadas décadas de los hechos que le dieron origen, dando la sensación de que se ha consagrado la impunidad de los culpables o se ha culpabilizado a los inocentes, a veces presos condenados de antemano. “La prisión preventiva – cuando busca en forma abusiva un anticipo de la pena, anterior a la condena o como medida que se aplica ante la sospecha más o menos fundada de la comisión de un delito – constituye otra forma contemporánea de pena ilícita oculta, más allá de una pátina de legalidad”. Es un gravísimo problema “el de los reclusos sin juicio, condenados sin que se respeten las reglas del proceso”.[13]
  • La inmediación en el proceso debe ser real. Ello permite la palabra del magistrado a las partes para arribar a soluciones equitativas, así como la escucha directa que supera las imperfecciones de actas de declaraciones transcriptas, a veces mal transcriptas. El o la juez deben saber el Derecho y deben ser sensibles, profundamente comprensivos. Se ha dicho que hay una relación entre justicia y misericordia, de compasión con el que sufre, como sucede cuando hay que resolver causas con familias en crisis o con menores cuyo “interés superior” debe ser primordial. En tal sentido, vienen al caso las palabras del Papa Francisco: “la verdadera justicia no se ciñe a una justicia retributiva”, “este camino no lleva todavía a la verdadera justicia porque en realidad no vence el mal, sino simplemente lo circunscribe. En cambio, es solo respondiendo a ésto con el bien que el mal puede ser verdaderamente vencido. Entonces hay aquí otro modo de hacer justicia que la Biblia nos presenta como camino maestro a seguir. Se trata de un procedimiento que evita recurrir a un tribunal y prevé que la víctima se dirija directamente al culpable para invitarlo a la conversión, ayudándolo a entender que está haciendo el mal, apelándose a su conciencia. …Cierto, este es un camino difícil. Requiere que quien ha sufrido el mal esté listo a perdonar y desear la salvación y el bien de quien lo ha ofendido. Pero solo así la justicia puede triunfar, porque, si el culpable reconoce el mal hecho y deja de hacerlo, es ahí que el mal no existe más, y aquel que era injusto se hace justo, porque es perdonado y ayudado a encontrar la camino del bien. Y aquí está justamente el perdón, la misericordia”[14].
  • Justicia no es venganza. A menudo, en la sociedad se confunden los términos, a lo que ayudan comunicadores devenidos en expertos penalistas. Para que haya justicia y no venganza deben preservarse los principios tan fundamentales del derecho penal liberal como el “nullum crimen, nulla poena”, no hay delito si no existe el tipo penal, así como la irretroactividad de la ley penal. Lo mismo la proporcionalidad de las penas, la no creación de un Derecho Penal a medida ni relegar la presunción de inocencia. Cuidémonos de sentar precedentes con consecuencias peligrosas para nosotros y nuestra posteridad, para usar las palabras del Preámbulo. Inversamente, ha de preservarse la seguridad de víctimas y testigos y calibrar cuidadosamente las liberaciones anticipadas cuando no hay garantías de que el beneficiado no vuelve a delinquir.

Lo dicho es particularmente apropiado esta mañana convocados por el Consejo de la Magistratura de la Ciudad de Buenos Aires, cuya responsabilidad es precisamente la selección de los jueces y el juzgamiento de quienes faltan a sus deberes como tales. Agrego que la tarea judicial necesita de los abogados, cuya formación y capacitación es de vital importancia, en lo jurídico y en lo humano. El gran jurista uruguayo Eduardo Couture reunió en un Decálogo, hoy clásico, lo que es ser abogado. Estudiar, pensar, trabajar, luchar, ser leal, tolerante, tener paciencia, fe, capacidad de olvido, amor a la profesión. Me permito leer el número VIII: “Ten fe. Ten fe en el Derecho, como el mejor instrumento para la convivencia humana; en la Justicia, como destino normal del Derecho, en la Paz como substitutivo bondadoso de la Justicia; y sobre todo, ten fe en la Libertad, sin la cual no hay Derecho, ni Justicia, ni Paz”. [15]

 

El papa Francisco en Myanmar

 

La Justicia y la Paz se abrazan, según leemos en el Salmo 85. [16] Las religiones han enseñado y vivido a lo largo de la Humanidad estos términos. Cierto que también han alentado la violencia o callado cuando la paz y la justicia se desconocían, inclusive para favorecer la imposición de una determinada fe religiosa. Asumiendo “sin beneficio de inventario” los legados de nuestras respectivas confesiones, lo cierto es que en el mundo de la última mitad del siglo XX y del que ahora transcurre, las confesiones han descubierto, desde la preservación de la propia identidad “qué bueno y alegre es estar juntos los hermanos” [17]. Estar juntos no para tolerarse, que es algo pero insuficiente, sino para ejercer el diálogo respetuoso, sincero, paciente, para “cambiar la mirada” a partir del encuentro con el otro. Los cristianos en el camino de la unidad, el ecumenismo, y todas las religiones para juntos poder decir una palabra en común en favor del  respeto de la dignidad de la persona y de los pueblos. Para comprometerse a invertir en la vida y no en la muerte como ocurre con el negocio de la venta de armas. Para colaborar en la preservación de la Obra de la Creación. Para  recordar que hay una dimensión trascendente que el ser humano está llamado a descubrir y a ser más libre en la medida en que lo hace, en un mundo en el que el  secularismo lleva a que muchos no se lo planteen siquiera. Para poder decir una palabra de paz y de justicia, es necesario que, a diferencia de lo que ocurre en muchos lugares del planeta, se respete la libertad de conciencia y religión. La libertad religiosa puede decirse que es “origen de todas las libertades”. [18]

Por último, me parece apropiado volver a citar al Papa Francisco cuando, un par de días atrás, en Myanmar, dijo: ”el difícil proceso de construir la paz y la reconciliación nacional sólo puede avanzar a través del compromiso con la justicia y el respeto de los derechos humanos. La sabiduría de los antiguos ha definido la justicia como la voluntad de reconocer a cada uno lo que le es debido, mientras que los antiguos profetas la consideraban como la base de una paz verdadera y duradera. Estas intuiciones, confirmadas por la trágica experiencia de dos guerras mundiales, condujeron a la creación de las Naciones Unidas y a la Declaración Universal de los Derechos Humanos como fundamento de los esfuerzos de la comunidad internacional para promover la justicia, la paz y el desarrollo humano en todo el mundo y para resolver los conflictos ya no con el uso de la fuerza, sino a través del diálogo. [19]  

 

Notas:

*Es profesor en la Diplomatura en Cultura Argentina de nuestro instituto. Abogado. Profesor de Derecho Constitucional y entre 2012 y 2018 miembro del Consejo Superior de la Pontificia Universidad Católica Argentina, Presidente del Consorcio Latinoamericano de Libertad Religiosa, del que es miembro fundador, así como del Consejo Argentino para la Libertad Religiosa (CALIR), miembro del Consejo de Redacción de la Revista “Criterio”. Ex Secretario de Culto de la Nación.

[1] Papa Francisco, Audiencia General 3.2.2016. http://w2.vatican.va/content/francesco/es/audiences/2016/documents/papa-francesco_20160203_udienza-generale.html

[2] Mateo, 25.

[3] Juan, 14,27.

[4]  Mateo, 5:9

[5] Juan, 20: 21-23.

[6] Ef. 2,14

[7] Isaías, 32, 1, 5-8, 17-20. ,

[8] Benedicto XVI, Discurso ante el Reichstag alemán, 22.9.2011.  http://w2.vatican.va/content/benedict-xvi/es/speeches/2011/september/documents/hf_ben-xvi_spe_20110922_reichstag-berlin.html

[9] http://www.uca.edu.ar/index.php/site/index/es/uca/observatorio-de-la-deuda-social-argentina/

[10]  Mensaje del Santo Padre Francisco para la celebración de la 51 Jornada Mundial por la Paz. zhttp://www.uca.edu.ar/index.php/site/index/es/uca/observatorio-de-la-deuda-social-argentina/

[11] Juan Pablo II, Encíclica Redemptor Hominis, 4..3. 1979, http://w2.vatican.va/content/john-paul-ii/es/encyclicals/documents/hf_jp-ii_enc_04031979_redemptor-hominis.html

[12] Carballo, Marita,  Ciudadanos que no confían en la Justicia, La Nación, 30.11.2017.

[13] Papa Francisco,  Discurso a una delegación de la Asociación Internacional de Derecho Penal, 23.10.2014, http://w2.vatican.va/content/francesco/es/speeches/2014/october/documents/papa-francesco_20141023_associazione-internazionale-diritto-penale.html

[14] Papa Francisco, Audiencia General 3.2.2016. cit.

[15] Los mandamientos de abogado de Couture. http://www.juristasunam.com/algo-mas-sobre-los-mandamientos-del-abogado-de-couture/12264/

[16] Salmo 85,10.

[17] Salmo 133,1.

[18] CALIR, Congreso Internacional 2008, “La libetad religiosa, origen de todas las libertades”,   http://www.calir.org.ar/congreso/trabajos.htm

[19]             Papa Francisco, Encuentro con las autoridades, la sociedad civil y el cuerpo diplomátoco. Nai Pi Du, Myanmar, 28.11.2017. http://w2.vatican.va/content/francesco/es/speeches/2017/november/documents/papa-francesco_20171128_viaggioapostolico-myanmar-autorita.html